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El pasado viernes 20 de junio, en el informativo central de un canal de televisión abierta, se cerraron las noticias informando sobre el “precio del puchero” (textual). Pensamos, en un principio, que se trataba de alguna broma para cerrar la información “alegremente”.
Pero no, en este rincón del mundo lo que ocurre en otras regiones realmente no interesa. No interesa el conflicto entre Israel y Palestina, y la terrible amenaza de destruir al primero. No interesa que el presidente Trump amenace militarmente al universo, no interesa que el presidente Putin declare que Ucrania pertenece a la Unión Soviética, y que cualquier acción que la comunidad internacional o un país intente realizar tendrá la posibilidad de declaración de guerra. Aquí la noticia de cierre de un informativo central es, aunque usted no lo crea, “el precio del puchero”.
Ya no es suficiente con que, en reiteradas oportunidades, los zócalos de los informativos contengan frases con faltas de ortografía y errores de redacción, que las hacen incomprensibles, y que el transmisor lo haga blandiendo una estilográfica al estilo maestro a sus alumnos escolares, o hasta “canchereando”.
Los periodistas, en cualquier medio (oral o escrito), son formadores de opinión, no se trata de exigir que sean una enciclopedia ambulante, no, por cierto, pero sí que se presenten ante las cámaras y por tanto en el hogar de miles de personas con cierto decoro en su presencia y con el uso de un lenguaje adecuado y comprensible.
Va de suyo que el redactor responsable debe no solo seleccionar la noticia a transmitir, sino ser responsable de una redacción sucinta y sobre todo comprensible.
Parecería entonces que si bien el “precio del puchero” interesará a muchas personas, en especial a las amas de casa, ante la situación regional, particularmente en los precios de productos imprescindibles, como el barril de petróleo, los conflictos bélicos en curso o amenazantes no son de interés para los ciudadanos. “Así está el mundo, amigos”.
Jorge Ciasullo