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Según la RAE, “la envidia es el sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee”.
Se le atribuye a Marilyn Monroe la frase “la envidia es el arma de los mediocres”. Sin duda debe haber existido siempre, pero parecería que en los tiempos actuales está más acentuado. La envidia es un sentimiento pernicioso que hace daño al que es envidiado y también al que envidia porque la envidia implica odio y el odio enferma.
Frente a una persona que triunfa en la vida y en especial quien triunfa luego de un gran esfuerzo, como es el caso, contado muchas veces por él mismo, de un excandidato a la presidencia de la República y exitoso empresario que comenzó trabajando en la feria hasta llegar a la posición actual, eso a alguien puede despertarle admiración y a su vez estímulo, al ver que no es requisito sine qua non para llegar a la meta trazada tener una posición económica holgada, sino que triunfa quien se lo propone, trabaja duro para esquivar todos los obstáculos que se le presentan y tarde o temprano llega a obtener lo que se propuso. Aquí me permito recordar el caso de una compañera de facultad, quien luego de jubilada comenzó la carrera de Derecho en la Udelar, dando previamente unas materias que en su momento le habían quedado pendientes, del entonces Preparatorio.
Teníamos más de 40 años de diferencia, sin embargo, era una más en el grupo, no se sentía la diferencia de edad y era querida y admirada por todos. Cuando se recibió, fue una fiesta para sus compañeros y profesores y casi enseguida comenzó a ejercer su novel profesión, como abogada de una asociación de jubilados.
Pero está la otra posición, que es la que toman aquellos a quienes, frente a casos como los narrados o similares, se les despierta un sentimiento de odio y, si está en sus mano, hace lo posible por ponerle obstáculos e incluso hacerle la vida imposible. O sea, aquellos que quieren tener lo que otros tienen y lo detestan porque ellos no lo tienen y hacen todo lo posible por ponerle obstáculos.
El que envidia odia, pero ese odio también lo carcome y el envidiado se encontrará con un camino lleno de piedras que no buscó. En algunos casos, podrá sortear todos o, al menos, alguno de los obstáculos, en otros no y la forma en que pueda superar esa situación le significará poder desarrollarse en lo que logró obtener o no.
Para evitar estas situaciones, que también se dan en cosas mucho más sencillas, como frente a quien adquiere un auto o realiza un viaje y otras cosas, es necesario inculcar valores, desde el hogar y desde las aulas.
Personas sin envidia podrán hacer mucho por ellos y por otros y, de ese modo, todos contribuiremos a vivir en una sociedad mejor. Es tarea de todos trabajar en pos de una sociedad mejor.
