Sr. director:
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáTengo el agrado de dirigirme a usted a fin de efectuar algunas precisiones sobre el libro Secretos de un jardín, que acabo de terminar de leer. No cabe otra cosa que no sea felicitar a su autor, Diego Fischer, por dicha obra. Y creo que resulta pertinente dejar expresa constancia, para evitar falsas interpretaciones, de que lo que hago no significa ninguna crítica al trabajo que mencioné, sino que pretende complementar el mismo, que me ha parecido excelente.
Pero, además, debo expresarle, en mérito a que estimo que la familia Mendizábal ha sido de gran trascendencia en la fundación de Carrasco, que merece estar a la par de las ilustres figuras que se mencionan en el trabajo con justicia y precisión.
Aparte de la descripción interesantísima y minuciosa de una época que ya fue y los linajes que existieron, todo ha sido redactado con un sentido ameno, sencillo y entretenido. Yo vivo en Carrasco desde hace un tiempo, desde 1950, aproximadamente, a la fecha, y sigo afincado aquí, ya recorriendo la autobahn de la vida en el kilómetro 92, así que se podrá imaginar los cambios que habré visto. Por lo tanto, me he tomado el atrevimiento de efectuar un comentario que me parece pertinente por la trascendencia que el apellido Mendizábal tuvo en la fundación de Carrasco y en su desarrollo.
En este caso, me refiero al pionero, Andrés Mendizábal Gabilondo. Mis recuerdos me transportan a la granja Mendizábal, que se denominaba Pepita en honor a una de sus hijas, y estaba ubicada donde hoy se erige el shopping de Portones (se adjuntan dos fotografías).
Y una terminal de ómnibus sobre la Av. Bolivia y Bolonga. La residencia del Sr. Mendizábal, la granja Pepita, era confortable, estaba rodeada de rosales, claveles y jazmines; además, podemos decir que fue una de las primeras de la República. La bodega era muy amplia, dotada de los adelantos modernos de la época y elaboraba, según noticias, vino exquisito, incluido un clásico champagne.
El patriarca de la familia, como ya se expresó, fue Andrés Mendizábal Gabilondo, de nacionalidad española, nacido el 24 de agosto de 1895, en territorio de Guipúzcoa. En 1896 adquiere los terrenos, después de vender otros negocios, donde plantara los viñedos que abarcaron una gran extensión, en su totalidad 80 hectáreas. La zona iba desde lo que hoy es Av. Bolivia hasta Cooper y desde Alberdi hasta la calle Máximo Tajes. Como si fuera poca la actividad de Andrés Mendizábal, plantó 50.000 pinos y tuvo que reponerlos varias veces debido al corrimiento de las arenas por los fuertes vientos característicos del lugar. También tuvo intervención en los plantíos de eucaliptos que posteriormente plantó Arocena, siendo el constructor de los viveros que cobijaron las preindicadas plantas.
Me parece, Sr. director, que la actividad de Andrés Mendizábal Gabilondo merece nuestro reconocimiento porque la misma refleja los esfuerzos que hizo por el balneario Carrasco.
Eduardo Duarte Nosei