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    Uruguayos están dispuestos a pagar $ 280 al mes para conservar 320.500 hectáreas de pastizales, según estudio

    En un trabajo liderado por el economista Marcelo Caffera se estima que, si la mitad de los hogares aportara esa suma, se podrían recaudar unos US$ 70 millones al año para proteger la biodiversidad de los campos naturales, amenazados por la expansión agrícola

    El pastizal natural cubre más de la mitad del territorio uruguayo y es el ecosistema predominante del país. Sin embargo, su superficie se reduce año a año y su valor ambiental no se refleja en el mercado. Así lo entiende un equipo liderado por el economista Marcelo Caffera, doctor en Economía Ambiental, exasesor del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) en el período pasado y coordinador de la Licenciatura en Economía de la Universidad de Montevideo. El grupo de trabajo que encabeza se propuso cuantificar ese valor ambiental al estimar cuánto estarían dispuestos a pagar los uruguayos por conservar la biodiversidad de los pastizales naturales.

    El proyecto, que comenzó en 2023 y finalizó recientemente, implicó una inversión de US$ 63.000 y fue financiado por el Fondo de Promoción de Tecnología Agropecuaria del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA). El equipo, dirigido por Caffera junto con Felipe Vásquez, de la Universidad del Desarrollo de Chile, y en el que participaron también Roberto Ponce, Sebastián Medina, Soledad Ghione y Francisco Grizutti, buscó valorar económicamente algunos servicios ecosistémicos de los pastizales naturales y, en particular, “estimar el valor económico de la biodiversidad” que existe en ellos, explicó Caffera a Búsqueda.

    El campo natural “amenazado”

    “El pastizal natural, también llamado campo natural, está amenazado: su superficie pasó del 63% del territorio en el año 2000 al 56% en 2020”, añadió el experto al citar datos del “Informe del estado del ambiente 2024” del Ministerio de Ambiente. Las imágenes satelitales utilizadas por el equipo —elaboradas a partir del proyecto MapBiomas— muestran claramente la tendencia: “El área de cultivos aumenta, el área de forestación aumenta y el área de pastizales disminuye”, describió Caffera.

    Según explicó el investigador, en Uruguay los pastizales albergan un gran porcentaje de especies vegetales y animales; también brindan insumos y servicios ecosistémicos fundamentales para la producción de alimentos, fibras, medicamentos, energía y otros bienes privados con valor económico directo.

    Asimismo, ofrecen servicios importantes para el bienestar de la sociedad, como por ejemplo la captura de carbono, el control de la erosión, la protección del suelo o la provisión de áreas vinculadas a expresiones culturales como la recreación y el turismo. Estos servicios ecosistémicos son justamente “bienes y servicios públicos” y, aunque son relevantes, “están subvalorados por el mercado”, opinó Caffera. Según el economista, esto conspira contra su valoración por parte de la sociedad uruguaya, lo que afecta en el diseño de políticas públicas para el manejo sostenible de los pastizales.

    “Los pastizales naturales son hábitat del 80% de la riqueza vegetal del país, que incluye más de 400 especies de gramíneas, el 55% de las aves y el 20% de los mamíferos”, detalló. Sin embargo, al tratarse de bienes públicos, “el mercado no los valora correctamente. Y eso conspira contra su uso sostenible, porque la sociedad entiende que esos servicios tienen un valor económico cero y los sobreusa o los subprovee”, explicó.

    La consecuencia, explicó, es que “si sos propietario de una hectárea de campo natural en la frontera agrícola, vas a ganar más plantando soja o eucalipto que conservando el pastizal”, ya que los beneficios ecológicos no se traducen en ingresos. Caffera subrayó que las hectáreas de pastizales que aún subsisten se concentran en suelos de menor calidad agrícola. “Los suelos de mejor calidad ya fueron cultivados. La agricultura se va moviendo desde los suelos de mejor calidad hacia los de peor calidad”, explicó, lo que refuerza el argumento económico a favor de su conservación.

    Disposición a pagar

    Con esa lógica, el equipo decidió medir el valor económico de un servicio ecosistémico específico: la biodiversidad. “La pregunta fundamental es cuál es la disposición a pagar de los uruguayos por conservar pastizales naturales”, explicó Caffera.

    Para medirlo, recurrieron a una metodología basada en encuestas. El trabajo de campo fue realizado por Equipos Consultores, que implementó dos muestras: una probabilística y representativa, con 400 encuestas presenciales en hogares de todo el país, y otra no probabilística en línea, difundida a través de Facebook e Instagram, que reunió 2.994 respuestas.

    El cuestionario presentaba imágenes satelitales y fotografías de especies típicas del pastizal —pájaros, ñandúes, mulitas, gato de pajonal— y preguntaba a los encuestados si estarían dispuestos a contribuir con una suma mensual a un fondo nacional de conservación. “La idea es poner en plata el interés de conservación de la gente”, resumió el economista.

    “¿Contribuiría usted X pesos mensuales a un fondo de conservación de pastizales por un período de Y años?”, señalaba la consulta y variaba los valores de X e Y para estimar la mediana de la disposición a pagar por hogar por mes. Además, se pidió a los participantes que calificaran, en una escala del 1 al 10, cuán seguros estaban de su respuesta, lo cual reflejó que “los resultados eran bastante robustos a distintos niveles de certeza”, aclaró Caffera.

    El análisis arrojó que los uruguayos estarían dispuestos a pagar entre $ 280 y $ 290 por mes por hogar para conservar 320.500 hectáreas de campo natural mediante un programa de compensación por servicios ambientales para productores rurales. En la muestra presencial, la cifra asciende a $ 370.

    Para interpretar esos resultados, Caffera explicó que la cifra de $ 280 corresponde a la mediana de la disposición a pagar. “Le preguntamos a la gente: ‘¿Usted votaría un plebiscito que obligaría a todos los hogares a pagar X pesos por mes durante Y años? ¿Votaría afirmativamente o negativamente?’. La cifra de $ 280 hace que voten afirmativamente el 50%”.

    Según el economista, el ejercicio puede proyectarse a escala nacional. “En Uruguay hay, de acuerdo al censo de 2023, 1.659.000 hogares. Si el 50% de ellos aportara $ 280 por mes, se recaudarían unos US$ 70 millones anuales para conservar pastizales naturales en esas 320.500 hectáreas, lo que da una disposición a pagar de US$ 217 por hectárea al año”, detalló.

    “Eso quiere decir —agregó— que si transformás una hectárea de pastizal natural a cultivos, la sociedad deja de ganar lo que valora por un monto de US$ 217 por año. Si el productor gana menos que eso plantando soja, por ejemplo, no vale la pena hacerlo. La sociedad pierde”.

    De acuerdo con sus cálculos, incluso desde un punto de vista económico “valdría la pena conservar estas hectáreas”, ya que el beneficio social supera la renta agropecuaria promedio de las zonas donde aún subsisten pastizales.

    Los resultados, que ya fueron presentados al INIA y a la pasada Dirección Nacional de Biodiversidad, coinciden con una idea que había comenzado a discutirse en la administración anterior: implementar un sistema de pagos por servicios ecosistémicos. “El Estado estaba pensando en conservar pastizales naturales mediante un programa de compensación a los productores, que quiere decir, básicamente, ‘no plantes soja, yo te compenso por la plata que vas a perder por no plantar’”, contó el investigador.

    Si bien las nuevas autoridades aún no han definido una política al respecto, Caffera sostiene que “este resultado debería apoyar la idea de que es de costo beneficioso conservar las hectáreas que están en los mapas como pastizales naturales y no convertirlas”. Además, el trabajo realizado “muestra que a la gente le interesa”. El desafío ahora, afirma, es traducir ese interés social en políticas concretas que eviten seguir perdiendo uno de los ecosistemas más emblemáticos y menos valorados del país.