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    Con 20 votos contra 11, Uruguay legalizó la eutanasia tras una batalla parlamentaria iniciada en 2020

    El Senado transformó en ley el proyecto de Muerte Digna; para la ocasión, ocupó una banca el colorado Ope Pasquet, quien fue el primer impulsor de la norma

    Pablo Salgueiro murió el 19 de marzo de 2020. Padecía esclerosis lateral amiotrófica (ELA). El penúltimo mensaje de WhatsApp que su hija Florencia recibió de él, muy poco antes, fue un artículo de Montevideo Portal que indicaba que el entonces diputado colorado Ope Pasquet iba a presentar un proyecto para despenalizar la eutanasia.

    El 15 de octubre de 2025, el mismo día en que Pablo Salgueiro hubiera cumplido 63 años, el Senado transformó en ley el proyecto de Muerte Digna. Florencia, integrante de la organización Empatía Uruguay, que bregaba por la despenalización de la eutanasia, estuvo en las barras. “Es un día de doble emoción para mí. Estamos aliviados de que se reconozca un derecho y de que el Parlamento refleje el pensamiento de la ciudadanía. Y me emociona mucho también que esté Ope votando”, dijo a Búsqueda.

    No fue la única que aguantó la emoción el miércoles 15. El docente universitario Italo Bove, de la organización civil Muerte Asistida Digna en Uruguay (MADU), se preparó para festejar desde el mediodía. Su cuenta personal, como las de la mayoría, hablaba de 20 votos a favor, cuatro más de los necesarios, para aprobar la iniciativa: los 17 del Frente Amplio, Andrés Ojeda (finalmente votó su suplente Heber Duque) y Pasquet por los colorados y Graciela Bianchi por el Partido Nacional. Por esta causa militaba desde antes de que el entonces diputado Pasquet redactara en 2020 el germen de la norma finalmente aprobada ayer.

    Bove, como Pasquet, se involucró en la causa luego de que el exgerente de la Asociación Uruguaya de Fútbol Fernando Sureda, afectado de ELA, pidiera la legalización de la eutanasia. Pero también hay un recuerdo familiar que lo alimenta: “Un día, allá por 1996, mi padre me dijo: ‘Yo no quiero sufrir al morir. Y si no puedo decidir, quiero que te encargues vos’. Tengo claro que eso no estaría incluido en esa ley, pero le da la oportunidad a la gente de elegir conscientemente cómo morir”.

    Pasquet asumió el miércoles una banca en el Senado, en lugar de Robert Silva, para darle sanción definitiva al proyecto, ahora llamado de Muerte Digna, que finalmente él mismo impulsó conjuntamente con pares frenteamplistas en la legislatura pasada y que logró media sanción, antes de quedar congelado por pedido del gobierno de entonces. Con pocas modificaciones, este fue el que convirtió a Uruguay en el noveno país del mundo en despenalizar la eutanasia y tercero de América Latina (primero de la región en hacerlo por ley).

    También en las barras estaba Lorena Quintana, excandidata a la vicepresidencia por Cabildo Abierto. Integrante de otras organizaciones civiles, Prudencia y el colectivo Con Mis Hijos No Te Metas Uruguay, fundadora de un incipiente proyecto político conservador y cristiano llamado El Encuentro, sus expectativas eran más cortoplacistas: aplaudir la intervención del senador colorado Pedro Bordaberry, uno de los mayores detractores del proyecto. Sonreía, más allá de tener claro, como todos ayer en el Palacio Legislativo, que la suerte estaba echada.

    La cosa, para ella, está en el día después. “Haré todo lo que tenga a mano para una eventual derogación. Si vislumbrara una posibilidad, juntaría firmas”, dijo. Antecedentes de cruzadas derogatorias anteriores que ella acompañó, las de la despenalización del aborto y la ley trans, no le permiten albergar esperanza. “De todas formas, yo haría mi intento. Hay que ver qué campo hay: hay muchos cristianos que votan a la izquierda y no sé qué tantos cristianos blancos de la 404 pueden quedar contentos con lo de Bianchi...”.

    eutanasia

    La vuelta de Ope Pasquet

    La aprobación en Diputados el 13 de agosto, cuando el articulado recibió 64 votos a favor y 29 en contra, allanó el camino para que el proyecto se volviera ley. Fue el mismo articulado que se votó en la Cámara Alta el miércoles, descartados aditivos y modificaciones, incluso en sus artículos —algo reconocido por varios de los que la impulsaban— “perfectibles”. La aprobación se descontaba; la “tercera cámara” se descartaba. Y como se esperaba, se aprobó por 20 votos en 31.

    Los argumentos dados en el plenario, entre lo emotivo y lo jurídico, con distintas concepciones relacionadas al concepto de libertad y pocas alusiones religiosas (solo en dos casos, uno a favor y otro en contra, según el conteo del blanco Javier García), siguieron la línea de lo ocurrido en las respectivas comisiones de salud. Sus defensores, como el frenteamplista Daniel Borbonet, sostienen que es “un nuevo derecho”, una “decisión individual” en un “marco garantista”. Sus detractores, como Bordaberry y casi todo el Partido Nacional, cuestionaron una “mala ley” desde la redacción (sobre todo en la exención de responsabilidad), la “falta de perspectiva jurídica y de garantías”, que es un derecho “no previsto en la Constitución” y que fomenta la “ausencia de otras alternativas” que apunten a la vida, máxime cuando pocos días atrás se había reglamentado la universalidad de cuidados paliativos.

    Fue la intervención de Pasquet, por la carga más simbólica que política que tenía su presencia, la más esperada de la jornada. Coincidió con el momento de más gente en las barras. “Vamos a votar un proyecto que va a permitir a la gente decidir libremente en el final de su vida”, expresó sobre una “ley necesaria para quienes tienen la desgracia de no ver luz al final del túnel, por lo que sufren físicamente y moralmente, además de que necesitan de otras personas para todo, sufriendo también por ver a la gente angustiarse por ellas”. Recordó a Sureda, a Salgueiro, a Beatriz Gelós (otra afectada por ELA que estaba presente en el Parlamento), a Pablo Cánepa (que sufre ataxia cerebelosa ideopática) y a Alejandro Gómez.

    De este último, ya fallecido, recordó un texto que escribió dificultosamente en su computadora: “Me muero de ganas de vivir, pero no así. Confieso que he vivido mucho, intensamente, por lo tanto, aceptada la derrota, me niego a no seguir siendo libre como siempre he sido. Quiero, necesito, poder retirarme dignamente como un hombre, no como un vegetal que solo mueve los ojos. No hay justicia en vivir así ni para mí ni para mi gente. Meses esperando a morir asfixiado”.

    “Esto no es un tema religioso ni político, es de justicia y dignidad”, añadió sobre un proyecto que “honra la tradición liberal y humanitaria” de Uruguay. También puso énfasis en que esta práctica, si bien prohibida, en los hechos ya se realiza. Para ello citó una entrevista que Búsqueda realizara en 2022 al decano de la Facultad de Enfermería, Fernando Bertolotto, quien dijo que consideraba positivo legalizar la eutanasia porque es una acción que “ya se da” en un “espacio oscuro” por falta de reglamentación.

    Una vez terminada su intervención, Pasquet fue saludado por los diputados Felipe Schipani, del Partido Colorado, y Luis Gallo y Federico Preve, del Frente Amplio, que se acercaron al Senado, así como Borbonet y Bianchi. También había sido afectuosamente recibido a la hora de entrar a sala; varios de los discursos, como los de Bianchi y la frenteamplista Zulimar Ferreira, lo mencionaron particularmente. Quien no lo saludó fue Bordaberry, el abanderado de la posición contraria, con quien ya se encontraba distanciado desde 2013.

    En 2002, Países Bajos se convirtió en el primer Estado en legalizar la eutanasia. Le siguieron Bélgica, Luxemburgo, Colombia, Canadá, España, Nueva Zelanda y Ecuador. En Portugal una ley lo aprobó en 2023, pero el Tribunal Constitucional rechazó este año el decreto regulatorio. Sobre este último punto, las voces oficialistas más optimistas hablaban de una regulación este mismo año para comenzar a activar la prestación a principios de 2026; otros esperan todo ese proceso para el año próximo.

    Decreto de cuidados paliativos “urgente y necesario”

    El senador nacionalista Daniel Lema calificó el proyecto para legalizar la eutanasia, entre otras cosas, de “inoportuno”. Se refería a que el jueves 9 el Ministerio de Salud Pública (MSP) presentó el decreto reglamentario de la universalidad del acceso a los cuidados paliativos en el país. “Lo natural sería esperar los dos años para su puesta en práctica”, afirmó.

    El presidente de la Sociedad Uruguaya de Medicina y Cuidados Paliativos (SUMCP), Fernando Elhordoy, se refirió a este decreto reglamentario de una ley aprobada por unanimidad en 2023 como algo “urgente y necesario”. La reglamentación establece que en dos años todos los prestadores de salud deberían ofrecer esta prestación.

    Si bien las instituciones médicas aún no han analizado a fondo el documento, en su interna se valoró positivamente que se diera ese plazo para poder adaptarse, según pudo saber Búsqueda, sobre todo porque durante el período anterior se barajó exigir una adecuación más próxima.

    Según una encuesta realizada por el MSP en 2023, el 74,9% de los pacientes uruguayos que requirieron cuidados paliativos tuvo acceso a ellos. Sin embargo, para pacientes pediátricos no hay ninguna cobertura en 11 departamentos en el sector público ni en nueve en el privado. En los adultos, esa carencia es menor.

    cuidados paliativos

    “En algún momento hay que poner un tope de tiempo. Muchas veces algunas instituciones dicen que prestan este servicio pero no con la calidad necesaria. Esta reglamentación busca el ‘se tiene que poder’. Capaz es un acto de fe, pero también de trabajo”, expresó Elhordoy a Búsqueda.

    A su criterio, su especialidad y la eutanasia no tienen “nada que ver”, ni como complemento ni como oposición. “Lo que sí es cierto es que, en mi experiencia personal, la gente no se quiere morir; lo que no quiere es sufrir. En mis 10 años de paliativista recibí solo cinco pedidos de eutanasia. Y luego de la segunda consulta nunca más me lo pidieron; los cinco fallecieron tranquilos, pudiendo seguir con sus vidas, haciendo cosas”.