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La decisión del presidente es difícil de comprender, es cierto. No tiene respaldo del Frente Amplio ni de la oposición ¿Pero es Ache la villana en toda esta novela? ¿Acaso no actuó bien al contar todo lo que se pretendía esconder a la ciudadanía?
Sé que las líneas que siguen no conformarán en general a casi nadie. Pero al fin y al cabo para eso son las columnas de opinión. Para opinar. Y la que sigue no es una visión exenta de análisis y escucha de otras opiniones, todo lo contrario. Sin embargo, las visiones radicales hacia uno u otro lado no siempre conforman. Al menos en mi forma de ver, la duda siempre tiene lugar.
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Aunque todo empezó mucho antes, pongamos el punto de partida en el día que se conoció que la exvicecanciller colorada Carolina Ache era la elegida por el actual gobierno para ser la embajadora de Uruguay en Portugal. Sorpresa. Escándalo. Suspicacia. Favores. No conformó a nadie. Nadie lo entendió y aún muchos no lo entienden. Tiene sentido. ¿Por qué Ache? ¿Qué vinculo tiene con el gobierno para que le den tal responsabilidad? ¿Por qué ella antes que otros? Todas preguntas válidas y coherentes. Y la suspicacia también es válida. El ahora prosecretario de la Presidencia, Jorge Díaz, fue el abogado de Ache cuando denunció ante fiscalía que el excanciller Francisco Bustillo la incitaba a “perder el celular” para que no se conocieran las conversaciones entre ella y el exviceministro del Interior Guillermo Maciel sobre el “narco peligroso y pesado” Sebastián Marset, al que se le había otorgado el pasaporte uruguayo. Esta supuesta pérdida del teléfono informada dos años atrás por Búsqueda tenía el objetivo de que esos chats no vieran la luz en la investigación interna que estaba haciendo Cancillería sobre el caso.
Lógicamente, muchos piensan que el nombre de Ache está puesto en Portugal por Díaz, aunque él ha asegurado públicamente que no. “Es una decisión del presidente y del canciller”, dijo en Desayunos informales, y aseguró que no tuvo “absolutamente nada que ver” en ella. Algunos le van a creer, otros no. Creer o reventar.
¿Pero por qué esta decisión incomoda tanto? Empecemos por el Frente Amplio. Hicieron fila para pegarle a Ache cuando se conoció la entrega del pasaporte a Marset y su reunión con el abogado del narcotraficante, Alejandro Balbi, aunque ambos negaron que hubieran hablado del caso en ese encuentro. Inchequeable. La señalaron una y otra vez por haber otorgado el pasaporte, hablaron de corrupción, exigieron su renuncia y aseguraron que si hubieran querido evitar darle el documento, podrían haberlo hecho. En otras palabras, se lo dieron porque quisieron, decían. Ache renunció, el Frente Amplio festejó, y en el Partido Colorado pasó a ser una paria.
¿Y por qué incomodó tanto en la oposición que se negó en bloque a votar su venia? Bueno, parece obvio. Ache destapó una olla que nadie esperaba. Contó que el día antes de la interpelación en aquella reunión en la casona del Prado los chats entre ella y Maciel estaban a la vista, que todos los conocían y que se decidió ocultarlos al Parlamento. Ella dijo también que no había hecho mención a esa conversación con Maciel durante la comparecencia ante los legisladores porque siguió la línea que el gobierno había planteado ante la interpelación. Puede ser reprochable esa actitud, claro. Ella pudo haber dicho la verdad y quedaba libre de responsabilidad. No lo hizo en el momento, pero sí lo hizo después. Y cuando lo hizo, explotó todo.
Bustillo quedó expuesto en la declaración de Ache ante el fiscal Alejandro Machado por haberla incitado a perder el celular para evitar que se conociera que todos sabían quién era Marset. Y cuando las grabaciones de las conversaciones entre ambos se hicieron públicas, también se conoció que ella había sido citada por WhatsApp en nombre del entonces presidente Luis Lacalle Pou por el exasesor presidencial Roberto Lafluf a la Torre Ejecutiva para una reunión con Maciel. En esa reunión se le pidió que borrara los chats y, según su declaración, se le informó que se había destruido el documento que los contenía, que estaba en poder de Cancillería y Presidencia. Y que entrara por el garaje. Todo este episodio termina con el pedido de renuncia a Lafluf, Maciel, Bustillo y el entonces ministro del Interior, Luis Alberto Heber. Pero la investigación sobre lo que pasó en esa reunión aún está en manos de la Justicia.
Entonces, ¿es Ache la villana en toda esta novela? ¿Acaso no actuó bien al contar todo lo que se pretendía esconder a la ciudadanía? En la oposición aseguran que le perdieron la confianza por haber grabado conversaciones personales. Está bien, no es una práctica agradable. Pero si tu jefe te está incitando a cometer un delito, ¿no es aceptable? ¿Preferimos que no se sepa? Si pensamos en frío, Ache terminó haciendo lo que tenía que hacer. Denunciar una maniobra de ocultamiento de información relevante.
Y en el Frente Amplio no les gusta a muchos. Tanto que a la hora de votar su venia casi no hubo fundamentación y hasta el senador Gustavo González dijo que lo hacía por disciplina. No la quieren. Varios se molestaron y aseguraron no entender la decisión de Orsi. Pero peor aún, se sienten expuestos por todo lo que habían dicho de ella antes. Antes la defenestraban y ahora tienen que votar su venia con argumentos que repiten pero no comparten. Raro.
Es cierto que es una decisión difícil de comprender. No termina de quedar claro el motivo, más allá de que el presidente y el canciller digan que tiene todas las credenciales para ocupar ese lugar. Ellos debieron saber que se compraban un problema público con esa designación, y que casi nadie la iba a entender ni apoyar. ¿Por qué lo hicieron? Solo ellos saben. Pero en todo caso, la mira no debería estar puesta en Carolina Ache. Ella fue la que abrió la puerta a que se empezara a conocer la verdad de lo que se estaba intentando ocultar. Quizás algunos políticos prefieran funcionarios que oculten, que mientan solo para salvar a los propios. Quizás otros sufran al tener que dar vuelta sus posiciones y apoyar a quien antes arruinaron. Pero insisto. ¿El problema es Ache o el problema es toda la mentira que hubo atrás de la entrega de ese pasaporte? Y todavía falta saber qué pasó en la Torre Ejecutiva. La Justicia dirá.