• Cotizaciones
    jueves 11 de septiembre de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    Hasta dónde sabemos

    Quizá sea este un buen momento para preguntarse aquello que ya se preguntaba Silvio Rodríguez en su canción Playa Girón: “Hasta dónde debemos practicar las verdades, hasta dónde sabemos”

    Columnista de Búsqueda

    El horror nos confronta a veces de forma tan directa que es imposible no reaccionar de manera intensa. Movidos por una sensación de indignación y por la necesidad de recomponer un orden roto, quebrado, reaccionamos de forma radical. Y eso es algo bueno. Es bueno que socialmente nos activemos cuando ocurre algo que nos conmueve de manera profunda. Muestra que estamos vivos como sociedad, que deseamos mejorar el estado de las cosas y que somos sensibles cuando ese horror se hace presente. Queremos justicia pero también, sobre todo, prevención. Y ahí es donde se hace necesario pasar de la reacción a la reflexión. Todo esto viene a cuento, obviamente, por el caso del padre que asesinó a sus dos hijos y se suicidó. Lamentablemente, los casos se suceden y no logramos salir del ciclo de dolor, indignación, protesta y vuelta a empezar.

    En un posteo en X, el criminólogo uruguayo Nicolás Trajtenberg señalaba algo que la opinión pública parece comenzar a percibir: “Si queremos que sucesos horribles como el asesinato de Francisco y Alfonsina no se repitan, es clave usar la mejor evidencia criminológica para medir, explicar y tratar el problema. La perspectiva de género suena bien pero no alcanza si de verdad nos importa resolver el problema”. Y agregaba: “La evidencia muestra que cuando se operacionaliza esta teoría, explica poco y mucho menos que los modelos mainstream. Los programas de tratamiento basados en esta teoría tampoco son muy eficaces”. En 2022, Trajtenberg publicó un artículo sólidamente documentado en el que reseñaba los problemas que las definiciones derivadas de la teoría de género presentan a la hora de construir políticas públicas, sin por eso dejar de señalar su valor como disparador para estas.

    Trajtenberg apuntaba que las propias definiciones de violencia y violencia contra la mujer presentan problemas a la hora de volverlas operativas: “Hay una enorme discusión sobre cuál es el mejor concepto a emplear y en qué medida permite no solo incorporar las dimensiones más relevantes del problema de género (Walby et al., 2017) sino lograr medirlas efectivamente”. Señalaba además algo clave: la evidencia parece decir que la violencia de los hombres sobre las mujeres no es puramente cultural, ya que las mismas variaciones aparecen en distintas culturas y hasta en distintas especies. En un mundo cada vez más multicausal, intentamos solucionar problemas complejos que operan un montón de niveles al mismo tiempo (salud mental, violencia recibida, contexto familiar, etcétera) con una única causa que, de tan amplia, tan constante y tan profunda (el patriarcado) que resulta prácticamente inasible y que muy probablemente nos hace apuntar las baterías políticas en una única dirección, lo dicen los números, no está logrando mejorar aquello que queremos mejorar.

    La dificultad de mirar los problemas complejos por el ojo de una cerradura analítica es que puede terminar siendo una forma de correr para seguir parados siempre en el mismo lugar. La perspectiva de género, con todo lo útil que ha sido y es (el feminismo ha puesto en evidencia problemas muy significativos que no habían sido visibilizados), no es necesariamente la única herramienta que deberíamos usar para intentar evitar (o al menos reducir) estas situaciones de violencia. Por cierto, señalar esto no es lavarle las manos a nadie ni estar a favor de ninguna clase de violencia. Al contrario: es recordar la necesidad de usar todo el conocimiento disponible y acumulado, así como la necesidad de construir buena evidencia específica para nuestro contexto. Como bien señala la nota de Trajtenberg, y por poner un ejemplo en ese sentido, la evidencia disponible nos dice que el empoderamiento femenino a veces disminuye la violencia contra la mujer y a veces la incrementa, dependiendo del contexto y del lugar. Precisamente por eso se necesita construir evidencia propia en vez de aplicar mecánicamente ideas que surgieron y (más o menos) fueron testeadas en otros contextos.

    Por otro lado, que un proceso sea cultural no quiere decir que sea una capa que uno se saca y se pone según nos indique el vaivén de la opinión pública. A lo que se debe agregar que no está demostrado que esa violencia que se ejerce contra la mujer sea exclusivamente cultural y aprendida. Como apunta Trajtenberg: “La perspectiva feminista ha generado un aporte relevante a nivel conceptual, metodológico, explicativo y de prevención del problema. Sin embargo, hay varios problemas o grietas en especial si la postura es defender la peor versión del enfoque feminista que involucra defender a capa y espada: i) definiciones que bordeen la tautología y no admitan una competencia y evaluación empírica con distintas interpretaciones del fenómeno; ii) una mirada unidireccional, asimétrica y estática de la violencia centrada exclusivamente en los hombres; iii) no ya el monopolio de la explicación patriarcal sino su privilegio frente a otras explicaciones alternativas sin adecuado respaldo empírico; iv) y soluciones o medidas que focalizan un aspecto que no parece generar resultados muy esperanzadores a la vez que ignora buena parte de los factores de riesgo asociados a la reincidencia más promisorios. Si el problema está mal definido, mal medido, y peor explicado, difícilmente podremos llegar a una buena solución”.

    Si se miran los números de asesinatos por violencia contra la mujer en España, país que es referencia para las políticas que se desarrollan en Uruguay y en donde llevan más de 20 años con ley de violencia de género, no es evidente una tendencia a la baja. Lo mismo ocurre aquí, en donde las oscilaciones en el número no son significativas. Por eso, si no se logra entender que es un mecanismo complejo el que acciona esa violencia, seguiremos en una espiral de indignación sin solución. Sin una buena evidencia y un buen uso de esta no hay buena política pública. Y tiene algo de tautológico culpar a la realidad por no comportarse como nuestra teoría dice que debería comportarse. Es necesario asumir la complejidad de esa violencia y preguntarse por qué nuestros impulsos de cambio no parecen estar logrando del todo su propósito, que es el de proteger vidas. Asumir, además, que ninguna clase de violencia se puede evitar al 100% con una política pública es también reconocer los límites de la propia herramienta analítica (todas los tienen) y la necesidad de usar la evidencia para mejorar esas políticas públicas.

    Tras el asesinato de los dos niños, la activista feminista y politóloga Soledad González publicó en X: “Al terraplanismo de la violencia de género así como a las defensoras de violadores y golpeadores, ni un vaso de agua. Menos en estos días”. Este tipo de discursos quizá indique que el activismo empieza a tomar conciencia de que no estamos mejorando y que tal vez sea buena cosa revisar las herramientas que nos hemos dado. Que acaso sea este un buen momento para preguntarse aquello que ya se preguntaba Silvio Rodríguez en su canción Playa Girón: “Hasta dónde debemos practicar las verdades, hasta dónde sabemos”.