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Alejandro Spuntone: “No soy de los artistas que crecieron entre música, pianos y gente que escribía”
Edad: 52 • Ocupación: Administrador de empresas, exvocalista de La Trampa y actual del dúo Spuntone Mendaro • Señas particulares: Los gatos se ganaron su corazón; tiene la casa decorada con lo que pinta su esposa; el rock uruguayo le voló la cabeza
¿Cuál fue su primer tatuaje? Joey Ramone. Es el antihéroe. Un tipo enfermo, que no era un sex symbol, solo le gustaba hacer lo que hacía, tenía ganas de decir cosas, se paraba en el escenario y era un dios. También era muy frágil, murió joven y no era un reventado, si bien tuvo sus momentos de curtir el rock. Vivió lo que vivió, teniendo que convivir con una banda muy difícil. Hasta el día de hoy recurro a su música. Los descubrí con 16 años, en casa no se escuchaba rock ni de cerca. No soy de los artistas que crecieron entre música, pianos y gente que escribía.
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Vive cerca de la rambla, ¿es de los que aprovecha tenerla a pocas cuadras o justamente por eso no la valora? Me encanta la rambla, siempre viví cerca. El mar para mí es clave, salir del asfalto y que no haya una costa en frente, porque en el litoral tenés el río pero enseguida ves la tierra. Acá tenés esa inmensidad que nos hace melancólicos. El uruguayo está siempre mirando hacia el lugar de donde vinieron sus ancestros, muchos añorando ir. No es mi caso, me gusta vivir acá. Tenés todo eso y es gratis. Una pena que no cuidemos nada, los montevideanos somos muy de destrozar todo.
¿Cómo es un día típico suyo? No arranco sin el mate. Voy al club, siempre con auriculares y solo. Lo hago más por salud mental que física. Yo solo quiero mantenerme como estoy, no quiero adelgazar, no me interesa la dieta. Me gusta comer. Y últimamente me disfruto mucho. Viví toda la vida rodeado de gente, me viene bárbaro el silencio. Además tengo 52 años, uno se empieza a quedar solo porque la naturaleza es así, tus hijos crecen, se te van tus padres, tus amigos, y está bueno prepararse lo mejor posible para la soledad.
¿Se hubiera anotado a un programa como La voz si hubiese existido en su juventud? No. Hubiera ido contra mis prejuicios de rockerito. Era demasiado personalidad para eso, no podía cantar con alguien que tocara plena. El rockero es muy prejuicioso, “esto es rock”, “esto no es rock”, es el primer tipo que lo pone todo en una cajita, que estigmatiza y pide que no lo estigmaticen. Hoy Luana me encanta.
Nunca dijo que quería ser músico; ¿cree que las bajas expectativas fueron la clave del éxito? Creo que tener bajas expectativas hizo que no sufriera nunca la música, al contrario. Si vos entrás a una importante empresa siendo cadete y tu objetivo es llegar a gerente, cuando te asciendan a cajero te vas a frustrar. Mucha gente estaba en esa de querer pegarla con un hit. Con La Trampa estuvimos años tocando para 20, 30 personas y ensayando más de lo que tocábamos. Me gustaba eso de estar metido en un estudio también. Sin expectativas, lo disfrutás todo un poco más.
En 2010 perdió a Nico, su hijo, con seis años. ¿Ese año se descubrió vulnerable? Fue la primera cosa que me bajó a tierra y me hizo ver lo frágil que es todo. Con el tiempo me di cuenta de que en realidad a mí no me estaba pasando nada, le pasaba a él. Y cuando vos lográs sacarte el “¿por qué me pasa esto a mí?” de la cabeza, empezás a hacerlo todo por el otro. Nico tenía una cardiopatía congénita, lo operaron a los 40 días de nacido. Tuvo una parálisis cerebral severa y aquello era el día a día. Tenía afectada la motricidad fina y había que darle de comer por la panza (gastrostomía). Todos aprendimos, hasta mi hija, que era chica. Era un acto de amor. Me hizo hasta dejar de fumar, fumaba un paquete de cigarros por día y para cuidarlo no fumé nunca más. Por eso canto hasta el día de hoy.
¿Disfruta más de su hija (23 años) ahora que es más grande? Sí, es que somos muy parecidos, los dos de Leo. Siempre la disfruté, aunque tuvimos unos años donde en realidad ella casi que creció sola porque vivíamos pendientes del hermano. Pero es un ser maravilloso, le costó mucha terapia porque cuando Nico se muere, ella se ve que no quiso dar problemas e hizo todo brillante, todo con 12, iba y venía sola, se presionó mucho.
¿Le gustaría ser abuelo? Me encantaría. Aparte, ser abuelo es un disfrute doble, porque uno es hiperfeliz cuando vienen los nietos ¡y cuando se van!
¿Algo que la gente no suele saber sobre usted, pero considera importante que lo sepan? Tienen una visión mía de estrella de rock, de tipo conocido, que es sanata. A veces en la rambla ni me conocen. Sufro los problemas de cualquier ciudadano, soy desempleado, me echaron (de Canal 10), estuve en seguro de paro. No hay nada mágico en esto. Lo que yo hago como músico no es mejor que lo que hace un tipo que hace un mueble. Por eso, salvo Joey Ramone, no tengo ídolos. Me interesan los humanos. Me gusta andar por la calle para que alguna cosa me dispare una canción. Entre luces y humedad la hice porque vi a un limpiavidrios que bailaba y me parecía el tipo más feliz del mundo, un miércoles, mucho más que todos nosotros que íbamos en auto. Su realidad era diferente a la nuestra, ¿pero quién está loco? ¿Nosotros somos los cuerdos?
¿Algún pendiente? Tocar la batería, eso de manejarles el tiempo a todos desde atrás y tener un perfil bajo.
El perfil bajo siempre lo tuvo. En algún momento debo haber sido un idiota, te podés comer la pastilla sobre todo más de joven. A nosotros con La Trampa el éxito nos agarró medio grandes. Ahora que estoy más viejo, puedo repasar y darme cuenta de la cantidad de pelotudeces que hice. Trato de no hacerlas más pero soy humano.