En la pared de fondo de la habitación desde donde habla Dante se exhiben todos sus premios, desde Carlos Gardel a Grammy. El último que ganó fue un Latin Grammy a la Mejor canción alternativa en 2023, por “El lado oscuro del corazón”, de su álbum Mesa Dulce. Si se quiere entender el universo de Dante, solamente basta con ver el video de esta canción, con un balance perfecto entre su actual estilo funk y el uso irónico de aires retro que lo hacen parecer un filme romántico con montaje de bajo presupuesto.
El músico de 47 años cuenta a Galería que ese álbum es su energía, dice que es un afortunado por vivir de lo que ama en un mundo tan hostil donde el que maneja un taxi en realidad está recibido de arquitecto, y que su sueño vuelve a cumplirse cada vez que se sube a un escenario.
Del 1 al 10, Dante dice que en su vida se divierte un 100; “la fortuna para mí es hacer lo que tenga ganas, mi música, y vivir la vida como quiero”.
¿Qué significó despegarte de Emmanuel y convertirte en solista?
Tuvo que ver con la búsqueda de la libertad total. Cuando uno tiene un grupo todo es consensuado entre dos personas; más en nuestro caso, que crecimos juntos, lo conozco desde que tengo uso de razón porque nuestros papás eran mejores amigos. Entonces, cuando tu mundo personal crece tanto que ya no querés que sea consensuado por alguien aparecen las discrepancias. Cada uno fue creciendo diferente, descubriendo sus propios sabores, marcando un estilo, una moda personal, armándose de amigos diferentes, y ya habían sido más de 10 años juntos. Yo tenía ganas de hacer una cosa, él otra, había diferencias musicales y ahí fue donde vimos que cada uno tenía que seguir por su lado. Lo que siempre prevaleció fue la amistad, era una forma de cuidarla también y no volvernos una sociedad comercial. La que teníamos era una banda muy exitosa, que sabemos que cuando queramos hacemos un show y va un montón de gente. Como en 2011, volvimos porque teníamos algo nuevo que decir. Ahora tenemos pendiente un documental, va a estar increíble porque tenemos todo filmado, íbamos con la camarita a todas las giras y filmábamos en cualquier momento. Lo más seguro es que lo acompañemos con un tour, no está dicho todavía ni tiene fecha, pero nos debemos un último tour para disfrutarlo con Emma. Siempre está esto de que juntos la pasamos bien.
Fueron indiscutiblemente los pioneros de un estilo musical en Argentina. ¿Cuánto ha cambiado la escena urbana desde aquel momento hasta ahora?
Fijate que cuando arrancamos, decir “rap” era mala palabra en un país tan rockero. ¿Rap? ¿Qué carajo es rap? Era todo una revolución hacerlo, que capaz nosotros con 14, 15 años no nos dábamos cuenta de que estábamos siendo las células del hip hop en Argentina. Nuestro primer disco fue todo un choque cultural, dos nenes que cantaban hablando, porque te decían eso… A la gente le costó un montón acostumbrarse. Hoy el mundo es urbano. Hasta te diría que quiero que vuelva un poco el rock (risas). Argentina se llenó de exponentes increíbles en lo urbano, y ser parte de su genética es un honor. De golpe ver pibes como Trueno, Duki, Nathy Peluso me recopa. Hay un montón de talento, cada uno aportando lo suyo. La gente me dice: “Boludo, ¿te das cuenta de que en el momento en que explota el rap vos te ponés a hacer funk? Y bueno, es cierto, ahora estoy con esto, yo no hago música por tendencia, hago lo que tengo ganas de hacer.
Igualmente supiste ser parte de esa ola del rock. La Rolling Stone te consideró en la posición 20 de los 100 mejores guitarristas de Argentina.
Crecí en una familia rockera, viendo cosas que capaz otros chicos no vieron, o cosas que no son para que vea un chico. Conocer el rock de tan cerca trae ritmo, magia y actitud, pero también cosas relacionadas con los excesos, que es gran parte de ese mundo. Por suerte fui criado ahí pero desde otro lado. A mí no me atraía andar quemado, no tomo ni alcohol, nunca tomé, no me gusta. Y con las drogas tampoco, puedo fumar un porro muy de vez en cuando pero no es mi energía, sin ánimos de juzgar. Lo que pasa es que si no estás bien parado del bocho, te metés en ese circo y dejás que te manipule el cuento de que tenés que volarte la cabeza para ser parte de la movida. Si te creíste eso, estás en el horno. Yo cuando empecé a hacer giras tenía menos de 15 años, convivía con un montón de bandas, tipos más grandes que yo que de golpe te ofrecían cocaína. ¿Cómo le vas a ofrecer eso a un pibe? Se llega a enganchar y lo mataste, un par de años y no sirve más. Todo ese circo a mí de una no me gustó, y en mi casa obviamente con mi viejo, que era un soldier de la música, no era ningún quemado, me hablaban mucho del tema. Todo este cuento es gilada, me decían, atravesá el humo tranquilo que el dragón sos vos. No hay que dejarse maravillar por estas boludeces.
¿Cómo conectás con la música, con tu instrumento?
La guitarra es como mi espada y la música la vivo como algo superespiritual. Cuando vos te subís al escenario es una congregación con la gente, una especie de misa funkera. Hay algo de ritual ahí. Hay algo tribal en la música, en la unión de las almas, es histórico eso. Pero con el funk se da celebración también. Hay algo de lo sexual en el cuerpo, de proyectar mi energía sexual y ponerla en la música. La misma adrenalina, la misma descarga química que produce el sexo está en hacer música. Es excitación, me transpira el cuerpo, siento cómo funciona.
¿Hay algún género que te falta o te gustaría explorar?
Hay, hay, hay. Hay géneros que no necesito explorarlos porque ya sé que no sería bueno en ellos ni son mi movida, pero debo hacer unas buenas salsas. Es la música que más escucho en realidad. Fania All-Stars, Willie Colón, Roberto Roena, Ray Barretto, ¡Celia (Cruz)! Adquirí una colección de discos en Perú, que es un país muy salsero, en una feria de vinilos ahora cuando fui. No sabés, me gasté todo lo del toque en discos.
¿Cómo vive alguien como Dante Spinetta la paternidad?
Mis hijos son lo número uno en mi vida, no me imagino la vida sin ellos. Me acuerdo que cuando estaba de gira y los chicos eran chicos (hoy Brando tiene 21 y Vida, 18) decidí no irme por largos períodos de tiempo porque quería estar presente, esa era mi regla. El manager ya sabía que no importaban las fechas, que las partieran en dos porque había que volver a casa, con la familia. Me di el gusto de ser un padre muy presente, es superimportante para mí, hasta para la música, para todo, para mi bienestar mental, psicológico. Llevo como bandera cuando mi papá produjo mi primer disco. Tu viejo ve que te estás metiendo, que estás conectando con la música y te deja seguir a tu tiempo, confía, hasta que te dice: “Che, vengan, vamos a hacer algo, los ayudo”, y te produce un disco. Eso está buenísimo. Vos en ese momento nada más estás haciendo canciones pero de golpe estás encaminado en la vida. Ese empuje, esa fe ciega que tienen los padres cuando ven algo, una chispa, yo quiero hacerlo también para con mis hijos. Ahora estoy produciendo las primeras canciones de Vida; es como volver a vivir aquello con el mismo amor, respetando su movida, que es diferente a la mía, que era diferente a la de mi viejo. Aprendo de su energía; cuando se sube a cantar conmigo algunas canciones, es una locura. Y con mi hijo, que juega al fútbol, llegó a primera, estoy muy orgulloso de él, y también tenemos una conexión musical gigantesca. ¡Hasta salimos a bailar juntos!
¿Te considerás heredero de algo?
De esta conexión con la música, que es muy grande y está en toda la familia. Mi hija, mis sobrinos, mis hermanos, es una cuestión natural de cómo fuimos criados, crecimos con la música, y se convirtió en una fuerza familiar muy linda. Eso es lo que más me gustaría que se siga transmitiendo de generación en generación. Por más que pasemos tormentas, todos tratamos de mantenernos unidos y tirar para adelante, para eso la música es clave, para hacer que todo funcione con amor. Que el motor sea el amor.
Se ve que tenés temple.
En momentos de estrés emocional iba a terapia, ahora no estoy haciendo pero trato de estar siempre muy en contacto con mis emociones. La música es una gran terapia, me ha salvado la vida más de una vez, el hecho de poder expresarme, de decir las cosas a través de las canciones o liberar emociones, tensiones. Todos tenemos tormentas, momentos oscuros, lo importante es atravesarlos. ¿Cómo? Sabiendo que no es más que eso, un momento, y sin perder de vista que detrás de todas esas nubes hay un sol que está esperando salir. Suena cursi pero es la fucking verdad. Vos pensás: ¿cómo mierda voy a sobrevivir a esta rotura de corazón? ¿Cómo voy a hacer para vivir sin estos proyectos? Y después te das cuenta de que el cuerpo y el alma se adaptan y pasa algo mejor. Hay que mantener la fe, bajarse del poni del ego y mantener siempre los pies en la tierra. Hay que sabernos frágiles.
Hablame de tus tatuajes.
¡Opa!, hasta donde pueda (risas). Tengo varios. “Alma” y “amor”, dice en los nudillos, en las manos, porque uno amasa la vida con las manos y hay que poner alma y amor en las cosas que uno hace. También están las notas musicales. Un ojo que llora, de alegría y de tristeza al mismo tiempo, justamente por esto de que hay que hacerse cargo de las emociones del corazón, de todas. Tengo una frase del viejo: “Hay que aprender a volar entre tanta gente de pie”. Es de una canción que después de tatuarme me enteré por comentarios de YouTube que la había escrito para mí. Le pregunté a mi vieja y me lo confirmó. Fue increíble. Después tengo los nombres de mis hijos, mis chinos.
¿Y cómo fuiste descubriendo tu estilo en la manera de vestir?
No sé si lo pensé tanto. Todos mis ídolos artísticos eran muy drásticos con la ropa y yo creo que de alguna manera eso lo tomé. Siento que hay algo de superhéroe en subirse a un escenario, y vos no te imaginás a Superman sin su capa. Bueno, tampoco te imaginás a los Beatles sin su corte taza, o a Hendrix sin sus boas de colores. Tiene que ver con eso. Empecé a jugar un poco, siempre quiero verme como sueno. Hoy estoy un poco más tranqui, será porque estoy más grande. Tampoco puedo esconder mi conexión con la ciencia ficción, desde Star Wars, Los caballeros del Zodíaco, es un mundo que me sigue cautivando y cuando veo los vestuarios en esos juguetes me inspira a hacer cosas.
Una vez dijiste que si no eras músico, hubieses sido chef. ¿Cuál es tu plato de cabecera? ¡Todo! (Se ríe) Me gusta mucho la cocina fusión. No podría dejar las raíces italianas afuera, pero también me encanta la comida asiática, coreana, me encanta la comida mexicana, y tiene que haber comida tradicional argentina. Cómo me gusta comer. El hecho de comer es algo espirituoso, me genera un bienestar comer algo rico, lo disfruto muchísimo. Me acuerdo de que en un momento salía con una chica que le daba vergüenza ir a comer conmigo, porque, claro, yo festejaba cada bocado como si fuera un gol.
Siempre decís que la música de tu padre es para siempre, ¿y la tuya? Algunas canciones calculo que sí, otras no. Hay más inspiradoras que otras, pero bueno, no lo decido yo tampoco y la verdad que no me desvela eso. Yo vivo muy en el presente, no soy una persona nostálgica. Hay que mantenerse siempre aprendiendo del hoy, soy un eterno alumno y el tiempo dirá eso que me preguntás. Yo estoy muy contento con donde estoy, ser parte de la genética de la música urbana latinoamericana, pero sigo estando fresh.
Dante Spinetta se presenta en Sala del Museo el jueves 15 de agosto a las 20 h, acompañado de Matías Rada. Entradas a 1.070 pesos por RedTickets.