Consciente de su corta edad y vertiginosa carrera, Juliano Nunes siente una enorme responsabilidad, pero no duda de lo que tiene para entregar al mundo del ballet.
Con su versión de Swan Lake, espera que el público “llore sus sentimientos”. “Solo quiero que se conecten con una fantasía, algo que los haga olvidarse del mundo exterior; que se inspiren, con lo que sea que signifique para ellos”, dijo sentado en el café del auditorio.
¿Qué busca expresar a través de esta nueva versión de Swan Lake?
Mi propia interpretación de la partitura, no del ballet en sí mismo, sino de la partitura. La música es fascinante. Es tan atemporal. Casi me puedo imaginar a la gente de antaño yendo al club y escuchando esa canción y simplemente usándola como ritmo, porque está tan integrada a los mundos clásicos que olvidamos que en realidad es puro ritmo. Es una canción pop. La gente no puede verlo porque la música está tan embellecida por el clasicismo y la estructura que realmente no permite una mayor comunicación que le hable al público hoy en día, porque conocemos la historia, la hemos visto mil veces en mil versiones que han sido versiones de aquella versión, y nunca como: dejame olvidar eso y guiarme solo por la música.
También quiero fantasear con el elemento animal, porque Swan Lake fue creado para eso. Cuando Chaikovski creó Swan Lake fue porque no podía ser abierto sobre su homosexualidad. Entonces, el hecho de pensar en que un hombre se enamoró de un cisne y que era una reina, es como si hubiera mucha fantasía en la mente de alguien que realmente no se siente autorizado a ser él mismo en la sociedad, entonces crea estas figuras mágicas para expresar sus sentimientos. Dio vueltas a todo eso, pero se imaginó el aspecto físico, y podés escucharlo en la música, en la libertad en los brazos del cisne, en la forma en que todo vuela. Al final, solo quise traer la música al día de hoy.
¿Cómo fue la experiencia?
Fue muy dura. Todavía tengo una carrera corta como coreógrafo y soy muy joven para la responsabilidad que siento ahora, aunque estoy completamente preparado y muy feliz de poder hacerlo. Pero es una partitura poderosa, una pieza poderosa que la gente ha visto tantas veces, con mucho lugar para los juicios. Cuando elegís algo tan perfecto, porque es una producción perfecta, te preparas un poco para el fracaso porque te preguntas: ¿cómo voy a superar eso? Pero la realidad es que no debería superarlo. Debería simplemente escuchar y hablar como hablo. Y luego ver qué pasa. Estoy tan inspirado por la sociedad de hoy que siento lo que la gente necesita ver en una partitura tan expresiva. Así que me digo esas cosas para ayudarme a no ceder ante pensamientos como: ‘¿cómo hacer un nuevo El lago de los cisnes? Es muy muy difícil’. Trato de encontrarme en lugares donde me convenza a mí mismo de no tener miedo, porque un par de veces tuve miedo de decir: ‘No creo que pueda hacer eso. No creo que pueda tener una idea que valga la pena el cambio. No lo hagas’. Fue un proceso con altibajos.
¿Qué espera generar en el público?
Sentimientos. Que la gente se balancee en su silla. Que sientan el derecho de subir y bajar según suena la música. Es un viaje que sube y baja y va de lado a lado y estoy tratando de captar esos ángulos para retratar sentimientos en la audiencia, porque eso es lo que necesitamos. Podemos escuchar palabras, pero si las palabras están vacías, si no tenés sentimientos conectados con tus palabras, no significan nada. Entonces, si son movimientos que no expresan ningún sentimiento, no permiten al público soñar. Balanchine solía decir mucho: ‘Ver la música y escuchar el baile’. Es activar la intuición de las personas. Quiero que olviden lo que han visto antes. Es un punto complicado llegar a la audiencia y a ese estado mental, pero la música ya lo hace, así que solo estoy tratando de descifrar el aspecto físico para que se convierta en la música.
¿Cómo surgió la posibilidad de crear este Swan Lake para el BNS?
Siempre quise hacer Swan Lake. Tengo la suerte de trabajar en todo el mundo, pero esta es una esencia tan animal que los europeos o norteamericanos no podrían conectar con ella. Por suerte me buscaron de un país de Sudamérica para hacerlo. No quería hacerlo en algún lugar de Europa o de Estados Unidos, ni en ningún otro lugar. Soy de Sudamérica, así que conozco su naturaleza, la forma instintiva de moverse. Es parte de la cultura, y la cultura mueve las personalidades. Los europeos simplemente piensan diferente.
¿A qué se refiere? ¿Qué diferencias encuentra?
Son restringidos en cuanto al carácter protector de su país. Realmente protegen y apoyan, y crean un sistema que permite que la sociedad funcione de una manera muy fácil en comparación con Sudamérica. Sudamérica es gigantesca, es más confusa, hay mucha más corrupción. Hay muchas más cosas que andan mal. Y resiliencia. Porque todo esto hace que la gente tenga una piel más gruesa y cuando tenés la piel más gruesa, podés apreciar más los buenos momentos. Los europeos son personas geniales, increíbles, pero están muy acostumbrados a la protección, así que cuando pasa algo que no es realmente difícil, no saben cómo reaccionar, mientras que nosotros sí. Para mí, creativamente eso es mucho más rico.
¿Cómo encontrar la versión animalística de una pieza clásica tan elegante y delicada?
En la versión clásica, los cisnes siempre son hembras y se retratan de forma elegante. Pero el cisne es muy agresivo y no podés acercarte a él. Son muy territoriales, protectores. Bonitos para nosotros, pero son agresivos. Y ambos géneros son exactamente iguales, así que también quise hacer algo que reúna al hombre con las mujeres como una sola comunidad unificada, que es retratar a hombres y mujeres con esa agresividad y ese poder y esa naturaleza nativa que tienen. La versión clásica es muy anticuada en cierto modo. Tengo amigas que dirían que ante esa versión se sienten impotentes, o demasiado románticas, pero ellas también tienen fortaleza para dar.
¿Busca romper con viejas estructuras y traer nuevas perspectivas al mundo del ballet?
Como bailarín profesional me sentí muy frustrado, porque nunca pude ver a alguien que traspasara los límites. He visto a mucha gente reciclando métodos que se usaron hace 40 años, y ese dolor y esa mala energía y cosas destructivas. Directores que son despedidos, gente que se va de la nada, crisis mentales, porque la gente simplemente ha estado repitiendo la historia en lugar de hacer una reflexión. Los jóvenes tampoco tienen la oportunidad de estar en el poder. Tenés que tener cierta edad, y luego ese grupo de personas de esa misma edad contrata a personas de la misma edad que son sus amigos y piensan como ellos. Pero yo pienso que tengo mucho para decir y que para eso tengo que crear mi propio mundo. No puedo simplemente hablar de lo que se habla. Tengo que ponerlo en acción. Pero llegar a ese punto de mi carrera tan rápido nunca fue mi objetivo. Solo quería ser feliz conmigo mismo, darme una razón para soñar las cosas que sueño, para ser creativo y crear movimiento.
Corrió un gran riesgo al dejar su carrera estable en compañías para lanzarse como coreógrafo independiente.
Renuncié a mi trabajo. Prefería no tener trabajo para tratar de escuchar mi propia voz. Y era un camino de ida, porque una vez que empecé, lo hice desde lo que sentí que la gente anhelaba, y luego empecé a trabajar profesionalmente y la gente comenzó a entender el método. Empecé a decir lo que estaba imaginando para un mejor ambiente en una industria que muchos creen que es aburrida. El ballet si te encanta, te encanta. Si no te gusta, no te gusta. Pero en realidad, si ves una producción que te conmueve, no importa si te gusta o no te gusta el ballet. Sentirás algo, te irás pensando: eso fue algo. Quiero contribuir a que cambie eso, crear producciones que permitan pensar que así como a la gente le encanta ir a los musicales, o le encanta ir al cine, también le encanta ir al ballet. Es un entretenimiento que está tan bloqueado por el clasicismo que no invita. La gente necesita que los jóvenes sean vistos para sentirse vistos. Si solo ves a personas que están en el poder creando producciones que son del pasado y que no se dirigen a las generaciones más jóvenes de hoy en día, no habrá progreso ni continuación.
¿Fue muy desafiante lanzarse como coreógrafo independiente siendo tan joven?
Sí, porque no estás entrenado para que te pregunten. Como bailarín no te hacen preguntas, aunque sentís que ser un bailarín es un arte, que sos puramente un artista y estás hablando en el escenario. Pero no te preguntan porque estás tan enmudecido por el movimiento, que no reconoces lo artístico de una forma más profunda. Entonces, cuando me pregunté qué iba a hacer, pensé que tenía que ser responsable de mi visión; no ser el que simplemente recibe información, sino la fuente. Para eso tenía que organizarme. ¿Qué quería decir? Fue todo muy nuevo para mí. Un shock. Pero estaba muy concentrado en descubrir lo que quería decir y hacerle frente para no perderme. Cuando empecé, estuve dos años y medio sin parar. Iba de país en país y sentí que no tenía nada más que decir, que estaba exhausto. Pero solo tenía que concentrarme. A veces entraba en piloto automático.
¿Se necesitan más jóvenes coreógrafos en el mundo del ballet?
Sí. Debe haber mucha más confianza en la generación más joven. Por ejemplo, si hablas con los niños, ellos son los seres más honestos sobre el mundo. Y siento que los jóvenes todavía tienen mucha inocencia al intentar generar cambios, porque vienen a veces de un lugar de dolor, de no sentirse comprendidos, frustrados muchas veces, porque la diferencia de edad es tan grande en la industria que sienten que no pueden decir quiénes son. Entonces, dar oportunidades a los jóvenes permite que las compañías sean vistas por otras personas con otro nivel de conocimientos.
Es un efecto dominó que les ocurre a muchas industrias, no solo a la de ballet, y es necesario que suceda. Especialmente ahora, la sociedad está evolucionando y cambiando, y hay que decir ciertas cosas. A veces se percibe como si la multitud joven estuviera pidiendo demasiado por ser demasiado sensible. Pero es que hay ciertas cosas que no ayudan. ¿Se puede aprender a ser mejor persona, a ser más respetuoso con el entorno que te rodea? Es esta lucha la que está haciendo que los poderosos les den poder a los menos poderosos para decir lo que están diciendo.
¿Cómo cree que logró tan rápido ganarse el respeto de las compañías de danza más importantes del mundo?
Hubo un poco de todo, pero fue sobre todo por encontrar la forma de decir cosas que la gente vería y pensaría: ¿Qué fue eso? ¿Quién es este? Confié en que lo que necesitaban era lo que yo les estaba dando, y nunca lo dudé, así que obtuve la respuesta de la gente de inmediato. El éxito se obtiene puramente de los intereses de las personas. Si aprendes a despertar su interés, ya está. Puedes ser supertalentoso, tener una mente brillante, pero si no sabes cómo invitar a la gente, no vas a tener éxito. Así que tuve que negociar entre lo que yo quería hacer y lo que despertaría interés. Tuve que pensar en la idea artística como un negocio. A fin de cuentas es eso.
Probablemente nadie le haya enseñado a pensar en la danza como un negocio.
Todo ha sido a pura intuición. Creo que es algo que también los sudamericanos tenemos. Intuición y presentimiento. No podés simplemente dar siempre; tenés que ser fiel a ti mismo, pero respetuoso con las personas que están interesadas en ti, porque de lo contrario no puedes hablar y solo escuchas. Así que fue más una impronta de negocios lo que hizo que mi nombre fuera respetado. Pero luego me puse a trabajar y trabajo con gente, y cuando trabajas la gente habla de ti, y yo siempre trato de dar el ejemplo de cómo trabajar mejor y mucho más duro, pero de forma más saludable y más conectada, sintiendo que estamos haciendo algo grandioso. Ese despertar es todo eso que resuena de gente a gente y crea respeto. Después también me encargué de compartir cosas en las redes sociales para que la gente viera lo que estaba pasando y eso simplemente invitó a más personas a entrar, y mi cuenta comenzó a convertirse en un símbolo de inspiración, lo cual es asombroso. Es un honor que esto suceda, pero el éxito no es lo que me motiva, lo que me motiva es solo mi curiosidad.
¿Cómo fueron sus primeros vínculos con la danza?
Tenía 16 años. Primero tomé clases de jazz. El director me preguntó de qué escuela venía. Le dije que no sabía de qué hablaba, que era mi primera clase de baile. Me dijo que debería quedarme y hacer una clase de ballet. Hice la clase de ballet y no sé, mi mundo de alguna manera se ajustó, como si de repente sintiera un propósito; sentí que había algo con lo que de repente me había conectado. Siempre fui muy callado, entonces el hecho de no usar palabras, por muy cliché que parezca, me dio toda la libertad para hablar en voz alta sin tener que usar mi voz de una manera que me hiciera sentir incómodo.
¿Cómo terminó bailando en Alemania?
Fui entrenado durante casi dos años. Estuve a punto de dejar de bailar porque pensé: no voy a seguir bailando en Brasil porque no hay fondos y no hay respeto. Quería tener una profesión que me diera vida. Estaba haciendo diseño industrial y pensando en ir a la universidad a estudiar eso, tenía 18 años. Hasta que fui a una competencia en Brasilia. Era un workshop de una semana, donde había solo tres plazas para los 300 bailarines que estuvieron allí para ganarse una beca para ir a Alemania. A esa competencia llegué tres días tarde porque no tenía dinero para ir a Brasilia ni lugar donde quedarme. El mismo día que empezaba el workshop tuve una audición para un comercial. La pasé, el comercial se hizo ese mismo día y me pagaron 600 reales en efectivo. El vuelo costaba 599. Llegué a Brasilia y conseguí amigos con quienes quedarme. Empecé a tomar clases el tercer día y todos estaban enojados, porque ¿quién era este chico? Todos sabían a esa altura quiénes iban a obtener esa beca, y se mostraron muy competitivos, al punto que los bailarines me golpearon muchas veces, hacían ejercicios y me empujaban. Pero luego terminé obteniendo esa beca, así que dejé el curso de diseño que estaba haciendo antes de entrar a la universidad y me mudé a Alemania. Ese fue realmente mi último intento con la danza. Si lo de la beca no sucedía, hubiera dejado de intentar. Probablemente sería diseñador industrial.
¿Cuándo se dio cuenta de que quería ser coreógrafo?
Cuando supe que tenía algo que decir. Siempre sentí eso, pero no sabía quién era. No sabía con qué estaba lidiando. Necesitaba ver qué pasaba en las compañías, entender cómo funciona la gente y cómo se siente estar en ese lugar antes de pensar en estar al frente como responsable. De lo contrario, sería frío al respecto. Siempre fui muy creativo, pero siempre escuché mi propio ritmo. No permití que la gente me dijera qué hacer, cuando me decían que tenía talento y me presionaban diciendo que era muy creativo. No tenía nada que decir y todavía necesitaba aprender. Hasta que un día pensé que había aprendido y entendido lo suficiente para seguir adelante. Siempre supe que esa sería la dirección que quería tomar, y no podés ser ingenuo cuando sentís que tenés talento. No podés simplemente tener sed.
¿Dónde o de qué forma encuentra inspiración?
Simplemente vivo mi vida. En cada momento, ya sea leyendo un libro, caminando por la calle, hablando con gente, viajando, estando con mi familia, estando con mi pareja. Una vida normal. Si no vivís, no podés decir nada. Es tan simple como eso. Uno podría pensar que para eso hay que tener mil amigos, o una vida de fiesta, o tener esto o aquello que me inspire, o querer sufrir para crear arte. Pero si no pensás, ya estás permitiendo que lleguen cosas nuevas a tu vida. Día a día obtenés nueva información. Todo es nuevo. Eso es lo que te ayuda a decir lo que querés decir como artista.
¿Espera que su Swan Lake se replique en otras partes del mundo?
Es una pieza que quiero regalar a diferentes partes del mundo. La fórmula puede ser inspiradora para personas que no sienten de esa manera, pero ya tienen la fuente. Ahora que tengo la fórmula, se la daré a otros países. Quizás sea el comienzo de lo que probablemente un día sea un Swan Lake completo.