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Sebastián Manito: "Si querés que algo pase, trabajalo, remangate"

Nombre: Sebastián Manito • Edad: 44 • Ocupación: asador profesional y arquitecto • Señas particulares: ya no siente el olor a asado, fue deportista del año, practica arquería, quiere tocar la guitarra y no le sale

Redactora de Galería

¿Cuando se recibió de arquitecto, pensaba dedicarse a eso toda la vida? Sí. Aunque cuando me apunté a hacer arquitectura, mi vocación era la educación física. Durante muchísimos años competí en el exterior en lucha y judo. A nivel nacional, gané el premio Charrúa­, gané Promesa Olímpica varios años y fui deportista del año. Cuando estaba en el liceo, mi vocación era hacer deporte profesionalmente. Para cuando terminé, ya había conocido la otra cara del deporte amateur y me había dado cuenta de que no había una perspectiva clara a futuro. Entonces, como me gustaba dibujar, entré a la Facultad de Arquitectura y me encantó.

¿Le gusta proyectarse? Sí, y en ciertas cosas al hacerlo se veía el final cerca. Eso me pasó con los asados. Está buenísimo hacer eventos, pero en un horizonte no muy lejano, no es viable físicamente por el cansancio que implica y de alguna manera se fue transformando el tema de los talleres, lo educativo y la comunicación.

¿Si no hubiese sido por el éxito de su libro Manual de parrilla, quizá este nuevo camino no se hubiera abierto? Seguro que no. Previo al libro gané una consultoría de Inefop­ que me clarificó muchísimo qué era lo que yo tenía entre manos y hacia dónde apuntar. En paralelo, el libro fue la forma perfecta de ordenar toda la información que tenía en mi cabeza, lo cual me dio una paz tremenda. Al estar ordenado es mucho más fácil comunicar, que es algo que siempre me gustó.

Su vínculo actual con los medios le da un lugar para comunicar. Hacer radio es una escuela divina porque te hace aprender a comunicar en otros tiempos. En la primera columna que hice en Del Sol, quise meter 70 temas en tres minutos. Me dijeron: “Hoy hasta acá”, y me tacharon más de la mitad.

¿Sigue teniendo un vínculo con la arquitectura? El principal vínculo­ es que estoy casado con una arquitecta, pero sigo trabajando como consultor de patologías edilicias. Hago poca obra, si bien tengo todavía algunas cosas.

¿Qué lo ayudó a validarse como asador profesional sin haber recorrido el camino tradicional? Bajar todos los conocimientos en el libro Manual de parrilla me permitió demostrar lo que sabía. Eso me hizo disfrutar mucho más de las invitaciones para hablar de asado en el exterior y las charlas.

Practica arquería, ¿cómo llegó a ese deporte? Me encontré con un amigo que ya estaba practicando y comencé a ir al Club Uruguayo de Arquería. Como me suele pasar, no sé llevarlo a poco y terminé siendo campeón nacional dos años, gané una medalla panamericana y la semana pasada una medalla de plata en el torneo de ranking mundial.

No es usual que a alguien le vaya bien en tantas cosas distintas…
Mucha gente me hace bromas con eso, me dicen: “¿Tenés 100 años?”. Yo contesto que si mañana me muero, se queden tranquilos que estoy haciendo todo lo que puedo. Hay cosas que se me dan y otras no. Soy dúctil para el deporte, pero hace 40 años que quiero tocar la guitarra y no me sale, quiero cantar y no puedo.

¿Tiene otros hobbies? Soy pescador de costa, como mi padre. Me encanta pescar y bucear. Me gusta mucho el mountain bike, competí durante muchos años. Otra de mis pasiones, que comparto con mis hijos, es acampar.

¿Es obsesivo? Me gusta decir apasionado, porque obsesivo tiene una connotación negativa. Tomo las cosas con responsabilidad y me gusta hacerlas bien. Me frustra ver emprendedores que arrancan con buenas ideas, pero piensan que todo es obra divina y el éxito les va a caer en la falda. Si algo me enseñó la arquitectura es que no existe una musa que te ilumine, tenés alguna idea como una velita brillando y después hay que picar la piedra hasta que salga. Si vos querés que algo pase, trabajalo, remangate. Algunos piensan que me fue fácil, pero nada me llegó de regalo, es el resultado de mucho trabajo.

Los rioplatenses son famosos por su pasión por el asado y el fútbol. Está claro que con el asado se lleva bien, ¿y con el fútbol? Soy hincha de Nacional. Me gusta el fútbol y ahora más todavía porque mi hija se apasionó por el fútbol. La tengo al lado como una radio, contándome todo lo que pasa. Soy bastante patadura, pero tengo un grupo de amigos de facultad con los que hace unos 18 años que jugamos fútbol 5 los domingos.

¿Cómo combina la paternidad con sus actividades? Tengo un hijo, Juan Martín, de 5, y una hija, Francisca, de 10, que extrañan y se dan cuenta cuando no estoy mucho en casa. Entonces tuvimos que hacer ajustes familiares. Hoy, por suerte, puedo elegir cuándo trabajo y con quién, de esta forma dedico mucho más tiempo a la familia.

Si pudiera revivir algún momento de su vida, ¿cuál sería? Tuve la mala suerte de que mi papá falleció cuando mi hija tenía seis meses y uno resignifica mucha cosa a partir de la vivencia de la paternidad. Me hubiese gustado tener más instancias con mi viejo para poder tener ese intercambio que, cuando lo viví, no entendía el valor que le daba él a los momentos compartidos.

¿Tiene algún ritual? En eventos importantes suelo probar cosas que nunca hice antes. A mi alrededor lo sufren pero en mi cabeza ya salió.

¿Qué es lo que más disfruta de su trabajo? La complicidad que el asado uruguayo genera, es capaz de romper la verticalidad que separa a personas muy distintas.