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    El director técnico de la selección se siente a veces “como un florero” de “flores lindas” al que “usan” políticamente

    Estar vinculado al fútbol no da derecho a los periodistas deportivos a “discutir de tú a tú con un entrenador” y cuando pretenden hacerlo “me rechina”, dice Oscar Washington Tabárez

    “Cuando no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina. Cuando no puedas caminar, usa el bastón, pero nunca te detengas”. Con estas palabras cierra uno de los poemas escritos por la madre Teresa de Calcuta. La idea giraba hace tiempo en la cabeza de Oscar Washington Tabárez, pero al leerlo por recomendación de un amigo, esas líneas se convirtieron en su forma de vivir.

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    A sus 70 años, el entrenador de la selección uruguaya de fútbol se prepara para su cuarta Copa del Mundo. Es consciente de que, como dice él, “está más cerca del final que del comienzo”, pero enfrentar los últimos años una neuropatía que lo lleva a apoyarse en bastones para no perder el equilibrio le ha dejado “una fortaleza que hace crecer”.

    Cuando habla de fútbol se apasiona. Le brillan los ojos al contar que Matías Vecino es el mayor recuperador de pelotas de la selección o al repasar cómo crecieron las condiciones defensivas de Rodrigo Bentancur. Pero el lado oscuro son los periodistas. Cuando quieren discutir, le rechinan. La cara se le transforma. “Hay una anécdota de un dirigente de básquetbol que quería hacerle sugerencias técnicas al entrenador, que era su amigo. El entrenador no lo dejaba y el dirigente le decía que hacía 20 años miraba básquetbol. ‘Yo tengo un hermano que va a pescar todos los días y no sabe nada de biología marina’, le respondió el entrenador. Y esto es un poco así. Derecho a opinar sí, pero derecho a discutir de tú a tú con un entrenador, me parece que no”, dice.

    Ese fútbol de élite que sigue de cerca y del que supo ser parte le mostró lo que tarde o temprano llegaría a Uruguay. La pelea por los derechos de imagen que dan los jugadores es una de ellas y no titubea al afirmar que es evidente el vínculo entre la empresa Tenfield y la Mutual de Jugadores Profesionales, que al expresidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), Sebastián Bauzá, “lo sacaron”, y que de a poco ve que las cosas se van encaminando. Aunque se sigue haciendo algunas preguntas. ¿Por qué ahora se paga más por los derechos televisivos? ¿Por qué los clubes antes no reclamaban?

    En su opinión, esa evolución puede tener a los jugadores como la nueva dirigencia del fútbol uruguayo. Al estilo alemán, como con Franz BeckenbauerKarl-Heiz Rummenigge, porque vivieron un sinfín de experiencias que solo ellos conocen.

    ¿Después del fútbol? La política no es opción. Le molesta hablar de eso. Tabárez siente que el interés en él no es genuino. “A veces me siento como un florero que circunstancialmente tiene flores lindas. Y me siento así, que me usan porque no tienen interés por la pasión de uno, que es en este momento la selección”, dice. Escribir es una alternativa. Siempre lo hace porque le ayuda a encausar las ideas, pero no piensa en que sea algo para publicar.

    Lo que sigue es un resumen de la entrevista de una hora que el entrenador de Uruguay mantuvo con Búsqueda  una mañana de diciembre en el Complejo Celeste.

    —¿Cómo se encuentra la selección de cara al Mundial de Rusia?

    —No lo sé, porque todavía no nos hemos preparado. Y los antecedentes son muy relativos: en 2010 fuimos los últimos en clasificar al Mundial y al final llegamos a estar entre los cuatro mejores. Es todo muy relativo. El Mundial se juega cuando empiezan los partidos. Lo de ahora entra más en el terreno de la especulación, porque faltan como siete meses para que comience el Mundial. Yo no te puedo decir en este momento si vamos a llegar bien o vamos a llegar mal.

    El rendimiento de futbolistas jóvenes como Federico Valverde o Rodrigo Bentancur ha entusiasmado a muchos aficionados. ¿Cómo evalúa su desarrollo?

    —Llegan porque han demostrado en este tiempo en Europa, jugando en sus clubes, que han incorporado cosas que no tenían, ni en la selección sub-20 ni antes en sus clubes. Como el aspecto defensivo. Rodrigo Bentancur es mucho mejor en eso. No solo se lo hemos visto sino que lo ha declarado en entrevistas. En el fútbol de élite, en el de Europa y no el que está en la cancha de Fénix o en la cancha de Danubio, hay jugadores dotados físicamente, dotados técnicamente y que están dotados para enfrentar las dos situaciones básicas que se enfrentan en un partido: la defensa y el ataque. Siempre hay que estar en una de esas dos situaciones y el pasaje de una a otra tiene que ser inmediato, por lo que hay que estar muy preparado. Estos jugadores tenían una gran técnica pero les han incorporado cosas, si no no serían jugadores completos.

    —En general, los periodistas deportivos reclamaban que se los incluyera antes en la selección. ¿Qué piensa al respecto?

    —No voy a citar al jugador que piden los periodistas. Yo tengo un andamiaje de criterios para todo. Un periodista la otra vez cuando jugó Valverde contra Paraguay dijo “suerte que Tabárez nos hizo caso”. Ahora otros dicen que me estoy demorando en citar a Lucas Torreira. A mí me da un poco de risa. Hay de todo bajo la viña del señor, como dicen los religiosos. A Torreira lo seguimos desde hace tiempo y, como ha pasado con muchos otros futbolistas que también pueden ser citados, le vemos cambios y eso es lo que queremos, cuando le vemos alguna cosa. El solo hecho de estar jugando hace tres años en Italia y tener solo 21 años es importante, pero no es suficiente para venir a la selección, porque hay otros jugadores que ya han dado prueba de rendimiento, de importancia. Hay que venir cuando yo estoy convencido de las cosas que puede aportar. Hasta que yo no esté convencido de que las ha demostrado, no. La selección no es traerlo, lo probamos un ratito y si juega mal se va.

    —¿Qué elementos analiza para tomar esas decisiones?

    —Un entrenador maneja cosas que no maneja ningún aficionado y posiblemente ningún periodista, por ejemplo, aportes tecnológicos que nos permiten saber todo lo que está pasando durante el esfuerzo del partido en la fisiología del jugador. Saber las cantidades que recorrió, la calidad de esas cantidades, los esfuerzos veloces que tienen que ver con la intensidad. Por ejemplo, Matías Vecino es el mejor recuperador de pelotas que tenemos jugando de titular en la selección. Y en la consideración de la gente yo sé que no tienen el mismo concepto sobre Vecino. Entonces hay que respetar los roles de cada uno.

    —Usted suele enfadarse con los planteos de los periodistas deportivos. ¿Cree que no saben de fútbol?

    —El derecho a la opinión es algo inherente a la función periodística. Ahora, hay muchos periodistas que tienen prejuicios, clichés, sobre la forma de juego, por ejemplo. Hay conceptos que acá ni se conocen porque no hay información. Y el hecho de estar vinculado al fútbol no da garantía de ser idóneo. Hay una anécdota de un dirigente de básquetbol que quería hacerle sugerencias técnicas al entrenador, que era su amigo. El entrenador no lo dejaba y el dirigente le decía que hacía 20 años miraba básquetbol. “Yo tengo un hermano que va a pescar todos los días y no sabe nada de biología marina”, le respondió el entrenador. Y esto es un poco así. Derecho a opinar sí, pero derecho a discutir de tú a tú con un entrenador, me parece que no. Porque los entrenadores tienen vivencias futbolísticas y los periodistas no. El entrenador sabe lo que es entrar a una cancha, lo que se siente en una derrota, equivocarse, revaluarse. Cuando pretenden ponerse a discutir me rechina. No es para cualquiera conocer la realidad del fútbol, su evolución, lo que hacen los grandes equipos.

    ¿ Qué equipos actuales admira?

    —El Manchester City, que tiene para mí al mejor entrenador del mundo, Pep Guardiola. Guardiola se va del Barcelona al Bayern Múnich y aclara de antemano que allí no iba a hacer otro Barcelona. Y no lo hizo. En el Bayern Múnich puso a prueba todo lo que había ganado en el Barcelona. Y ahora veo que en Inglaterra, donde hay mucha paridad entre todos los equipos, rompe récords con el Manchester City. Y veo el equilibrio del equipo y el rendimiento defensivo que tiene y es superior al que yo veía del Barcelona de Guardiola que ganó todo. Esa es la evolución del fútbol, ese es el tipo de jugador que se necesita. Un club como ese puede económicamente llevar ese tipo de jugador, pero el equipo tiene una fisionomía colectiva que solo se la da un súper entrenador.

    ¿La manera de jugar de un equipo depende exclusivamente del entrenador?

    —Para nada. Fundamentalmente depende de los perfiles técnicos, físicos y tácticos que tengan los jugadores del equipo. El primer factor de rendimiento para cualquier equipo es la capacidad individual de los once futbolistas, después está en ellos incorporar el aspecto colectivo y la manera de jugar del equipo, donde sí tiene un papel protagónico el entrenador.

    —¿Intercambia ideas con entrenadores del fútbol de élite?

    —A veces sí me he cruzado con ellos pero no hablamos demasiado de esas cosas. Por ejemplo, con Marcello Lippi tengo una buena relación, nos enfrentamos cuando yo estaba en Italia. Un gran entrenador, de lo mejor que ha dado Italia, fue campeón del mundo. Pero nos cruzamos y hablamos de otras cosas. Hay un respeto mutuo, pero él me habla de Paolo Montero, de su admiración por él, por ejemplo. También con Vicente del Bosque, una persona exquisita, conversamos de otras cosas. Para hablar de fútbol están los congresos, los seminarios, las charlas.

    —El año pasado se instaló el tema de los derechos de imagen, impulsado por los futbolistas. ¿Dónde se posiciona?

    –Yo soy entrenador, no soy futbolista, entonces no me puedo meter en el conflicto gremial que hubo. Lo hice, lo quise comunicar a través de un espacio que yo hacía luego de cada partido en la Eliminatoria, pero no me lo permitieron. Quería decir por qué estaba ahí, que estar ahí no quería decir estar en contra de los jugadores, porque la empresa Tenfield tenía una relación con la Mutual evidente. A esta altura no vamos a estar sin decir estas cosas. No entendí por qué no lo permitieron y no fui. Y luego lo dije en una conferencia de prensa. Ya lo había visto en otros lugares del mundo y era cuestión de tiempo que llegara acá. En el fútbol de élite los mayores ingresos son los de los derechos televisivos y el merchandising, que sostienen toda su infraestructura. Como estamos muy alejados de la información, parece que es una cosa nueva. Pero los uruguayos que juegan en esos lugares, que saben lo que es ser respetados, cobrando al día, con contratos sin engaños, son los que lideran esto acá. Esto se lo dije a los jugadores, una vez vino Lugano a visitarme y le toqué el tema. Los organismos estatales intervinieron para atender este tipo de conflictos, no es la primera vez que ocurre, aunque no es frecuente en el fútbol. Eso lleva a que las cosas estén más encaminadas, pero queda mucho camino por recorrer y eso también tiene que ver con una estimación de cuánto habría que pagar por los derechos televisivos. Porque yo me pregunto, ¿por qué se paga ahora mucho más por los derechos televisivos? ¿Por qué los clubes no exigían nada? ¿Por qué sí lo hizo en determinado momento la AUF, sobre todo con Bauzá, y se continúa ahora? ¿Por qué?

    —Bauzá justamente fue mencionado por Eugenio Figueredo en la investigación judicial por el pago de coimas y al final era inocente...

    —Sí, y también antes lo sacaron. Porque esa fue la consecuencia de un montón de cosas en las que no me quiero explayar. Lo que quiero decir es que esto es parte de la evolución.

    —¿Cree que sería bueno en el futuro una clase dirigencial formada por futbolistas?

    —Volvemos al tema de las vivencias. Tienen cosas que un dirigente no puede tener para comprender más cabalmente al futbolista. No hace mucho me leí en dos noches un libro que es una especie de biografía de Alex Ferguson. Tenía una manera muy especial de hacer las cosas, que era como un gerente del club, y él tenía una gran admiración por los alemanes por ser pioneros en poner a exfutbolistas como dirigentes: por ejemplo (Franz) Beckenbauer, (Karl-Heiz) Rummenigge, un montón. Esto hoy es una tendencia. Pero en Uruguay no hemos llegado a eso. Son dirigentes del fútbol alemán. Acá no hay ningún jugador que llegue a ser dirigente del fútbol uruguayo.

    —En relación con los dirigentes, muchos políticos habitualmente se refieren a usted. ¿Piensa involucrarse en la política?

    —No, y me he apartado de esa posibilidad.

    —¿Y quiere seguir apartado?

    —Sí, sin dudas. Aunque uno a veces se siente obligado a tomar ciertas posturas. Por ejemplo, cuando se dio la discusión por la baja de la edad de imputabilidad me pareció que del punto de vista práctico y cultural era un paso que por lo menos no merecía ahora una decisión tan drástica. Pero después me cuido mucho. Cuando algunos medios vienen con intenciones de ponerme a hablar de temas que tienen que ver con decisiones políticas y me lo preguntan en una entrevista que se supone que es para hablar de la selección, a mí me molesta. Y lo hago saber y si tengo que suspender una entrevista la suspendo. No voy a programas que no sean de fútbol porque no me agrega nada, no me conviene porque me van a preguntar cosas que me agarran desprevenido. Y me cuido mucho de no hablar de política, de a quién voy a votar en las próximas elecciones, aunque muchos lo intuyen porque tampoco estoy aislado del mundo. Pero no le doy espacio para no ser usado.

    —¿Siente que lo han usado políticamente?

    —A veces me siento como un florero que circunstancialmente tiene flores lindas, que están en buen momento, en buen estado. Y me siento así, que me usan porque no tienen interés por lo que es la pasión de uno, que en este momento es la selección y lo que hemos hecho. No lo veo como posible hacer política. Pero tampoco cuando se me termine el fútbol me voy a echar en la cama a mirar televisión. Voy a hacer lo que no pude hacer antes, siempre que el físico y la mente me permita hacer.

    —¿Le gustaría escribir?

    —Yo de hecho escribo. Pero publicar no. Soy de la generación del lápiz y papel, tengo una computadora pero la uso poco. Tengo esa formación de lápiz y papel, escribir, tachar y planificar.

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