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Empantanado en la arena: Hugo Gargiulo y ‘Los caracoles’, su primera novela
Hugo Gargiulo, reconocido escenógrafo uruguayo de la Compagnia Finzi Pasca, desgrana la historia de un hombre estancado que busca desatar sus nudos mientras pasa un verano trabajando en un hostal oceánico
El protagonista se llama Astor. Cualquier vínculo simbólico con Piazzolla no es mera coincidencia. Astor atraviesa una larga crisis que lo hace regresar, después de mucho tiempo, al pueblo oceánico que da nombre a la novela. Allí trabaja como ayudante en el hostal de su hermano mayor. Allí, durante un verano entero limpia no solo las habitaciones del hospedaje, sino también su interior, su vínculo con su hija y con sus amigos, y también intenta volver a construirse un futuro.
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La novela se llama Los caracoles, fue publicada en agosto por la editorial Yaugurú, y es la primera de Hugo Gargiulo, diseñador escénico uruguayo que desde hace 30 años vive en Lugano, Suiza, como miembro estable de la compañía teatral de Daniele Finzi Pasca. Gargiulo creó las escenografías de Donka, La verità y otras obras de la Compagnia Finzi Pasca, de la cual es cofundador, junto con su esposa, la música Maria Bonzanigo, compositora estable del grupo.
Así como en su primer libro, Recuerdos robados (Gato Blanco, 2015), que compila varios cuentos, Gargiulo se adentra en territorios íntimos de la existencia, con un protagonista que vive un intenso conflicto interior. Allí, en sus monólogos interiores, late Los caracoles.
Como buen escenógrafo, Gargiulo construye un escenario con los elementos esenciales. La playa, el hostal, un parador, una taza de café, una libreta, un lápiz, un perro compañero y un balde de playa donde los niños recogen cangrejos, mojarritas y... caracoles. Con estos pocos trazos, la novela sugiere y enseña el camino para que el lector complete el recorrido.
De visita en Montevideo para la presentación del libro, Gargiulo conversó con Búsqueda y comenzó contando cómo se conectan su carrera como creador escénico y su camino como escritor. “Está todo muy conectado. Escribo desde hace mucho y escribo con constancia desde 2020, desde que la pandemia me permitió tener tiempo y me abrió la incertidumbre sobre el futuro en las artes escénicas. La pandemia fue especialmente dura para el teatro. Se rompieron redes que venían de mucho tiempo y que ha costado mucho reconstruir, especialmente las de la distribución internacional de los espectáculos”.
HUGO-GARGIULO - Chantal Dervey
Hugo Gargiulo vive en Lugano, Suiza.
Chantal Dervey
Algunos dicen que la patria es donde se conserva la biblioteca, otros que está donde se ha crecido. En el caso de Gargiulo, la patria parece ser esa playa oceánica uruguaya donde suele ir de vacaciones, cuando puede, y donde transcurre esta historia. “Quería hablar de este sur. Como el escenario de la novela no es un lugar concreto, es un sur bastante onírico, un poco mezclado, inventado. Pero siempre es un sur. Es mi lazo con lo que siento que es mi patria, mi lugar. Y también siento que la escritura es para mí un ejercicio que me parmite conservar mi español del mejor modo posible”.
Gargiulo sostiene que el escenario de la novela es a la vez “un espacio real y simbólico”. Así lo explica: “En estos días me estoy quedando en Palermo. Camino por la rambla y veo gente sentada mirando el mar, con la vista perdida en el horizonte. Los miro y me imagino en qué piensan, desde que lo están disfrutando al máximo hasta que alguno se va a tirar al agua. No sé qué piensan, pero esto de mirar al infinito no sucede siempre. En los lugares de montaña el horizonte está más cerca (ríe). El paisaje siempre genera un estado de ánimo. Eso de mirar el mar en ese estado de contemplación es muy uruguayo. Por eso mi novela se desarrolla en la costa, en esa especie de limbo que es ese lugar y que también es el estado en el que está el protagonista. En ese limbo se puede caminar sin querer llegar a ningún lado. Simplemente caminar”.
Ese estado de introspección en el que está el personaje es, para el escritor, el corazón de su relato. “Es una novela sobre un estancamiento, sobre algo que tiene que cambiar. A este hombre a veces dan ganas de darle un empujón para que se mueva. Es un hombre que tiene sus logros pero que está bloqueado, está trancado por algo que pasó en ese lugar. Hay una ausencia, un trauma que lo paraliza y que no ha superado. Y vuelve a ese sitio que conocía muy bien pero al que nunca había querido volver”.
Hugo Gargiulo
Hugo Gargiulo.
Viviana Cangialosi
El título de la novela también está comprendido en esa dimensión metafórica, en ese concepto que se concentra entre lo geográfico y lo existencial. “Los caminos nunca son rectos, siempre se bifurcan y se vuelven a encontrar. Como el trazo de los caracoles que está en la portada”.
El nombre del personaje, Astor, está irremediablemente asociado a Piazzolla. “Sí”, responde. “Y el hermano es Alfredo por Zitarrosa”, añade. “No sé por qué surgen las cosas. Me cuesta encontrarles nombre a los personajes. Cuando escribí la novela justo venía de trabajar en la ópera María de Buenos Aires, de Piazzolla, en Ginebra. Todo tiene que ver”.
Los personajes de Los caracoles fueron concebidos como clowns: “Son héroes perdedores, filósofos tragicómicos que luchan contra la adversidad cotidiana”, dice el autor. El clown, lenguaje teatral protagonista en su trabajo durante los últimos 30 años, es una fuerza gravitatoria para él, tanto en el escenario como en la escritura. “Hay mucho de tragicomedia en esta historia. El personaje lucha contra una adversidad que es un poco inventada por su propia incapacidad de decidirse a salir de ese pozo. Todos luchamos contra esta adversidad cotidiana que a veces nos envuelve y nos paraliza. Es un conflicto identitario”.
Así como es moneda corriente en el teatro, Gargiulo confía en que cada lector pueda completar este relato con sus propias vivencias: “No hay un gran nivel de detalle, sino que está todo ahí puesto para evocar en el lector sus propios recuerdos. Eso es lo que más me interesa. Vas a poder imaginarte determinado tipo de playa o determinado tipo de arena. No hacen falta descripciones minuciosas. Todos o casi todos tenemos vivencias similares. Es un escenario muy reconocible para los uruguayos”.
La figura de Daniele Finzi Pasca es un antes y un después en la vida del escritor. Así lo expresa: “Ir al teatro es peligroso porque te pueden pasar cosas. Yo fui a ver una obra de teatro llamada Ícaro en el Notariado, hecha por un actor suizo (Finzi Pasca), y me cambió la vida. Me terminé yendo a vivir a Lugano y dedicándome a ser diseñador en una compañía teatral internacional. En cualquier biografía encontrás esos puntos de inflexión. A mí, Daniele me cambió la vida. Si no hubiera ido al teatro ese día, capaz que hoy era un Astor, dando quién sabe qué vueltas”.