Uno de los proyectos estratégicos del gobierno a mediano plazo es la construcción junto a Argentina de una planta regasificadora de gas natural licuado para asegurar la independencia y sustentabilidad energética del país.
Uno de los proyectos estratégicos del gobierno a mediano plazo es la construcción junto a Argentina de una planta regasificadora de gas natural licuado para asegurar la independencia y sustentabilidad energética del país.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáAunque el proyecto se definió en 2007 entre los entonces presidentes Tabaré Vázquez y Néstor Kirchner, lo cierto es que hasta hoy la iniciativa no ha salido de las declaraciones y de la firma de varios acuerdos de intención. El llamado a ofertas internacionales para su construcción se sigue demorando.
La importancia del proyecto para el gobierno de José Mujica es tal que en marzo de este año, considerando las persistentes demoras del lado argentino, tomó la decisión de hacer la planta regasificadora por cuenta propia. La decisión se basa en el entendido de que Argentina igual comprará gas uruguayo en el caso que no sea socia del proyecto.
La sustentabilidad del proyecto depende de si el gobierno argentino participa aunque sea como comprador, dado que los niveles de producción anunciados (10 millones de metros cúbicos) son muy superiores a los que consumiría Uruguay, aun sustituyendo todo el consumo hidrocarburífero de UTE a gas.
Pero para el secretario de Energía del gobierno argentino, Daniel Cameron, “no es seguro” que su país le compre gas a Uruguay en el caso de que este instale la regasificadora.
“Hay que verlo, no es seguro. Hay que ver la velocidad de desarrollo de los no convencionales”, dijo el jerarca a Búsqueda.
Cameron, un funcionario muy cercano a Néstor y Cristina Kirchner que fue representante de Santa Cruz e integra el gobierno desde el año 2003, vino a Uruguay el 25 de julio a disertar en el II Seminario Latinoamericano y del Caribe de Gas y Petróleo, cuya temática eran los yacimientos “no convencionales” de hidrocarburos.
Estos yacimientos son pozos de gas y petróleo que antes eran descartados por no contar con la tecnología ni herramientas apropiadas para su uso. Hoy en día son la estrella indiscutida y gran esperanza en la industria petrolera.
Según los nuevos relevamientos de Estados Unidos sobre estos yacimientos en Latinoamérica, Uruguay tendría más gas natural que las reservas bolivianas y Argentina sería el tercer país con más gas en el mundo.
“Es una pregunta difícil de contestar porque todo ello está condicionado al éxito que pueda tener el desarrollo del gas no convencional propio que tenemos”, dijo el secretario de Estado.
Aunque advirtió que desde el lado argentino “no se buscó ni complicar ni ser un mal socio” en el proyecto binacional, Cameron —que está en el puesto desde el 2003– sostuvo que si la obra hubiese salido en menos tiempo “seguramente se hubiera hecho”, pero que ahora la entrada de los no convencionales “pone en duda” incluso proyectos propios de construcción de nuevas plantas.
—Usted está al frente de la estatizada YPF, que tiene varios negocios con la petrolera uruguaya Ancap, entre ellos la exploración en tierra uruguaya en busca de petróleo. ¿Qué sucederá con esos acuerdos?
—Lo que ha hecho Argentina fue nacionalizar la empresa, convirtiéndose en el mayor accionista de la compañía. Esta mayoría la comparte con las provincias productoras de hidrocarburos. El objetivo de YPF es explorar y desarrollar la extracción de hidrocarburos, con lo cual todos aquellos prospectos que resulten interesantes van a tener la misma relevancia que tenían el día anterior (a la estatización).
La realidad de la presencia del Estado en YPF obedece no solo a tener en claro que se trata de una empresa que funciona bajo el Derecho privado sino que eso lo debe hacer con un sentido de racionalidad y de lo nacional. Lo que implica que sin dejar de ganar y tener beneficios, emparente esos beneficios con el desarrollo del país.
—¿Cómo ve el panorama energético de la región? Las perspectivas del sector privado son bastante sombrías con respecto a Argentina.
—Nuestros países tienen todos los recursos naturales que puede aspirar otro país en el mundo. Hay hidrocarburos, renovables y la capacidad de producir alimentos.
Argentina y Uruguay tienen los recursos como para aspirar en un mediano tiempo a vivir sustentablemente bien y con dignidad. Cuando uno recorre nuestros países no entiende cómo hay desequilibrios, porque las cualidades están. Será producto de la madurez de los que vivimos sobre el territorio; a lo largo del tiempo iremos ajustando nuestros comportamientos y generando distribuciones mejores de los recursos.
—¿Esa falta de mejor distribución de los recursos fue lo que generó la grave crisis energética que tiene hoy Argentina? El país falló en la entrega de gas para Chile y Uruguay y modificó los contratos de suministro de esos energéticos...
—Hablando desde la honestidad, Argentina tomó una decisión demasiado apurada en el momento en que decidió exportar gas. Argentina es exportador de alimentos por décadas. Se puso a exportar hidrocarburos pero en el sector gas tomó una decisión apurada, influida por unas condiciones de borde del empresariado que estaba explotando ese recurso.
En la década de los 90 tomó decisiones apuradas y en el tiempo eso le generó complicaciones en la relación con sus vecinos.
La expectativa que hay con los nuevos recursos no convencionales es muy grande y la certeza también es muy grande. A los precios que estamos importando hoy los hidrocarburos convencionales hace que su precio les dé una capacidad altísima de convertirse en recursos en reserva.
Cuando haya una certeza de que esos volúmenes van a 60 o 70 años de reserva seguramente habrá una parte que se podrá compartir, pero se hará desde la sustentabilidad y desde la no vulneración de las ventajas económicas o de competitividad que le dan al país esas reservas.
—Entonces la prioridad argentina es asegurar el mercado interno antes que exportarle a la región.
—Es lo que haría cualquier país en el mundo.
—En el tema del gas, su país y Uruguay están embarcados desde hace años en instalar una regasificadora conjunta ¿Cuáles son las perspectivas argentinas sobre este proyecto? ¿Se mantiene la asociación binacional?
—Acá le hablo hasta donde sé, ya que ese proyecto se lo encargaron a Enarsa, que depende del ministro de Planificación (Julio de Vido). Hasta donde sé, se sigue conversando el plan.
Argentina tiene la idea de que está actuando como un posibilitador porque un módulo para Uruguay quedaría como muy grande y la verdad que existen dos gasoductos que vinculan a los dos países y sería una forma razonable de ocuparlos. Es una alternativa válida, aunque no le puedo decir a la velocidad que va.
—Desde el gobierno uruguayo se planteó hacer la regasificadora “sí o sí”, aunque ello signifique no contar con el apoyo argentino. De suceder esto, ¿Argentina sería un comprador natural de gas del proyecto uruguayo?
—Habría que verlo. Si la decisión y la velocidad con que se hubiera podido desarrollar el emprendimiento común que tiene Argentina y Uruguay... si se hubiera dado en los plazos que necesitábamos... en ese tiempo hicimos dos regasificadoras, así que cumplir con una o cumplir con otra habría sido lo mismo.
Si uno mira que hay dos gasoductos ya instalados y que en este tiempo hicimos una planta en Escobar que fue una operación muy compleja. Si los tiempos hubiesen coincidido seguramente se hubiera hecho, porque lo que se necesitaba era el gas.
Los tiempos de cada país son propios y a lo mejor no se dio la instancia en que se vectorizaran las intenciones y se hiciera la planta. La última regasificadora nuestra entró hace un año y medio; si hubiera sido ese el plazo para ejecutarla en conjunto seguramente se hubiera hecho.
Lo que pasa es que originalmente la planta estaba prevista para hacerse como planta fija, después hubo que variar las obligaciones de cómo declarar la planta dentro del territorio uruguayo. Hubo una serie de cuestiones que lo atrasaron.
Desde el punto de vista de la intencionalidad no se buscó ni complicar ni ser un mal socio. Tenemos obviamente necesidades que tenemos que cubrir y se buscó hacerlo en los momentos oportunos.
—¿Pero en esas necesidades que tiene Argentina entra la posibilidad de importar gas uruguayo?
—Hay que verlo, no es seguro. Hay que ver la velocidad de desarrollo de los no convencionales, una serie de cuestiones... Ahora mismo estamos analizando si hacemos la tercera planta propia o no, y eso depende de los no convencionales.
—Entonces no es seguro que Argentina compre sí o sí gas uruguayo, como lo estiman los analistas uruguayos.
—Es una alternativa más. Esto ocurrirá si esta alternativa se da en la práctica. Nosotros estamos dudando de hacer una tercera, eso implicaría un mayor costo de importación por dos o tres años. Es una pregunta difícil de contestar, porque todo ello está condicionado al éxito que pueda tener el desarrollo del gas no convencional propio que tenemos.
Hablamos de volúmenes importantes según los análisis, pero si realmente vamos por la construcción de una tercera planta propia, una cuarta es muy difícil que haya.