Llegó a Uruguay un ritual que celebra el paso de la mujer a la maternidad con el énfasis puesto en lo espiritual
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl concepto de blessingway, este ritual espiritual orientado a bendecir a la madre en los días previos al nacimiento de su hijo, es algo nuevo en Uruguay, pero su origen se remonta a la tradición de los nativos navajos en América del Norte. La traducción literal de la palabra se relaciona con su significado: blessing, “bendición” en inglés, y way, ‘camino’. “Es el nombre de una antigua ceremonia proveniente de los indios navajos americanos, que celebra el rito de paso de la mujer hacia la maternidad”, explica la terapeuta transformacional femenina Catalina Miggone, quien junto a su amiga Florencia Bracco se encarga de ayudar a organizarlos. “Es una hermosa manera de darle la bienvenida a un bebé y de preparar a la madre. Una celebración de la vida, del amor, del embarazo y de la maternidad. Un espacio 100 por ciento dedicado a la mujer y al empoderamiento femenino en el que el propósito es nutrir, bendecir, apoyar y alentar a la mamá en un ambiente tranquilo”, agrega.
El ritual, que está relacionado con la curación, la armonía, la creación y la paz, se realiza en honor a la madre. Esta ceremonia, que es más conocida en Estados Unidos y Australia, poco a poco se ha trasladado a distintas partes del mundo y llegó a Uruguay de la mano del trabajo de Miggone, quien se dedica desde hace unos meses a organizarla.
Las etapas del rito. Hasta ahora, como empezó a trabajar en una época del año climáticamente favorable, Miggone ha realizado los blessingway al aire libre en lugares como la playa, jardines o el bosque, pero ya tiene programados rituales para los meses de invierno que planea realizar bajo techo, porque lo importante es lograr conectar y generar un ambiente tranquilo. La organizadora cuenta que todo se planifica en función de la madre, porque no hay una manera, un plan estricto a seguir, pero sí hay algunas actividades que se suelen hacer y algunas reglas sobre cómo proceder para obtener los mejores resultados. Entre esas normas se encuentran asistir de pollera o vestido para lograr una mejor conexión con la tierra, no usar zapatos y desprenderse del celular durante la ceremonia.
El blessingway tiene distintas partes, primero el ritual o ceremonia, instancia en que las invitadas arman una corona de flores que luego le regalan a la madre. También hay un espacio para que dialoguen con ella. Algunas veces le pintan la panza entre todas y suelen coser juntas una “almohadilla de los sueños” a la que todas le dan puntadas y que luego será un regalo para el bebé. Se sientan en el piso en un circulo para crear un espacio sagrado y siempre hay un altar que está conteniendo ese círculo. “Le pido a la mamá que lleve algo de ella y algo para el altar del bebé”, explica. Durante la ceremonia se puede también meditar.
Después pasan al banquete, en el que comparten comida y bebida. Miggone lo prepara y lleva una torta, una fuente con frutas, aguas saborizadas y parte de la comida, pero les pide a las invitadas que cada una lleve algo, “lo que sea, dulce o salado, pero si es hecho por ellas, mejor”. Luego hay un momento en el que se pueden sacar las fotos y se le entregan a la madre los regalos. Se le suelen entregar dos blessing boxes, una para ella y otra para el bebé. La caja de la madre contiene aceites esenciales, velas y piedras, y la del bebé un conjunto de ropa y la almohadilla de los sueños. En ese momento, si las invitadas decidieron llevarle algo más a la madre, se lo pueden entregar, cuenta la organizadora, pero ese no es el objetivo del encuentro, como sí sucede en festejos como el baby shower, donde “el foco está puesto más en el bebé que en la madre” y que “muchas veces resultan encuentros vacíos”, explica.
La organización. La función de Miggone durante el blessingway es facilitar y contener el proceso. Ella ofrece su servicio en dos modalidades. Una de ellas es organizar todo, la ambientación, el lugar, las actividades, llevar la comida y las flores, entre otras cosas, para luego acompañar la ceremonia desde su lugar de facilitadora. La otra modalidad es organizar todo de acuerdo a los deseos de la madre, dejarlo pronto y explicarle a alguien los principios de esta tradición para que luego esa persona tome la posta y guíe el encuentro.
El caso de Pilar Gómez, Paula Ponce de León, Florencia Lecueder y Alexia Berthelemy fue especial porque se dio que cuatro de un mismo grupo de amigas estaban embarazadas al mismo tiempo y tuvieron la idea de hacer algo diferente, veraniego, colorido, fresco y relajado. Querían que el foco no estuviera puesto tanto en los regalos para el bebé, sino más bien en pasar un momento divertido y distinto en el que las madres fueran las verdaderas homenajeadas. “Habíamos visto los tributos que hace Catalina Miggone en la playa y nos encantaron”, explicó a galería Agustina Pereira. “Pusimos muchas frutas, velas, jugos de diferentes gustos, frutos secos, tortas, quesos y vino y nos inspiramos en su decoración”.
Miggone prefiere no hacer blessingways para muchas mamás a la vez, ni tampoco para grupos de más de 20 personas, porque considera que es importante que cada una de las madres tenga su espacio y su momento especial y que es más difícil conseguir esto cuando el foco es compartido.
Sin embargo, dado que el ritual forma parte del proceso creador que termina en el nacimiento, cualquier cosa puede suceder, explica la terapeuta. Durante el encuentro se forma una comunidad de mujeres que saluda a la nueva persona que pronto llegará al mundo y confirma el apoyo que está dispuesta a ofrecerle a la madre cuando su hijo nazca. Miggone motiva a quienes la contratan a que inviten a los hombres cercanos —padres, amigos y familiares— a formar parte de este ritual, porque considera que los ayudará a sumarse a la atmósfera de respeto y amor que se intenta crear.
Las formas de agasajar a las madres son infinitas, lo que importa es que se haga para nutrirla y apoyarla. La diferencia del blessingway con los baby showers, o incluso los papi showers (baby shower para los padres), que hace poco tiempo se instalaron en Uruguay, es evidente y, al parecer, esta nueva forma de celebración ha llegado a nuestro país para quedarse.