Si el camino elegido es el de la independencia laboral, el programa Oportunidad —uno de los pilares de la institución— tiene como fin apoyar a mujeres jefas de familia para que puedan generar ingresos dignos a través de su propio emprendimiento productivo. Una vez aprendidas las técnicas, de la mano del profesor del taller comienzan a producir y vender. En este sentido, funciona allí una incubadora de microemprendimientos, en la que especialistas acompañan a las emprendedoras en la definición de un plan de negocios, incentivando la conformación de grupos asociativos y cooperativos. Este programa incluye asesoramiento técnico y capacitación en gestión empresarial, capital semilla, estudio de mercado y marketing, apoyo logístico (transporte, maquinarias, herramientas, materias primas), diseño; empaque y control de calidad; difusión del emprendimiento con capacitación en informática e internet, además de que el local de Ceprodih cuenta con espacio para desarrollar estos proyectos individuales abarcando las áreas de producción, exposición y venta.
Hace seis años, Miriam (50 años) decidió tomar ese camino. No estaba pasando por una urgencia económica, porque era laminadora en una imprenta, pero estaba sola con sus tres hijos y ellos estaban entrando en la adolescencia; necesitaban mayor presencia de su madre. “Vine buscando algo que me permitiera salir del ámbito de fábrica. Trabajaba de las 6 de la mañana a las 6 de la tarde. Estaba mucho tiempo fuera de casa y ya sabés lo que pasa cuando los gurises empiezan a agarrar calle. Esto fue la solución”. Miriam hizo el curso de serigrafía (impresión de imágenes sobre cualquier material) y podía trabajar en su casa. La casualidad hizo que siguiera en el rubro de imprenta, porque serigrafía era el único taller abierto en ese momento. Y fue una suerte porque se enamoró de esa actividad. “Esta parte es sensacional, es muy creativa, podés jugar con los colores, hacer diseño, no solo trabajás en la parte productiva, podés ser creativa, y eso te hace bien, te ayuda a desarrollarte. En la fábrica estás haciendo lo que el otro quiere que hagas, no te permiten pensar, sos un autómata, siempre lo mismo. Esto te cambia la vida, porque te libera”, reflexiona Miriam. Hoy es la profesora del taller de serigrafía y sublimación textil, donde se hacen grifas para una marca de jeans, bolsas para el Correo Uruguayo con el logo de la empresa, y se estampan remeras, almohadones, azulejos, etc. Ahora está tomando un curso de diseño. “Por supuesto que me anoté porque todo lo que pueda aprender, me favorece a mí y al taller”, cuenta Miriam, que ya tiene su propia empresa (monotributo).
Con el tiempo y el trabajo en Ceprodih fue ahorrando y comprando primero una computadora para empezar a practicar el Corel, luego la impresora, la plancha y así se fue armando de a poquito para hacer sublimación textil, que era lo que en su casa podía albergar, por una cuestión de espacio. Hace tres años que trabaja por su cuenta y tiene sus clientes. “Es de a poquito. Ninguna empresa se puede decir que se concreta como negocio antes de los tres años”, aclara Miriam, que cuando su hija Julieta de 18 años quedó embarazada la llevó a Ceprodih para que aprendiera el oficio y empezara a trabajar.Oriana, la bebé, ya tiene un año, y mientras su madre ahora trabaja de cajera en una ferretería, la niña va con la abuela a Ceprodih y se queda en la guardería que funciona allí. De todas maneras, la muchacha ayuda a su madre en el taller que tiene en la casa, y tal vez en un futuro ponga su empresa.
“El emprendimiento resultó ser el producto estrella de Ceprodih, porque a las mujeres les encanta y vienen todas entusiasmadas con llevar adelante su emprendimiento. Y esto se convirtió para cientos de mujeres en la fuente de ingresos clave en su vida”, dijo Abraham. Como resultado crearon el Club de Emprendedoras (en la sede de Tres Cruces, en Bulevar Artigas y Goes), un espacio de autogestión en el que las mujeres que ya tienen su negocio funcionando se organizan para generar nuevas formas de comercialización conjunta y apoyarse unas a otras. Además planifican y gestionan actividades colectivas como ferias y eventos. Tienen sus comités, como el de ventas o el de marketing, donde aprenden a subir sus productos a las redes o generar oportunidades de negocios.
Por otro lado, Ceprodih tiene su marca, Halo, con una serie de productos confeccionados con material reciclado y diseño moderno, que van desde bolsos, sobres y carpetas, hasta portadocumentos, identificadores de valijas, luncheras, estuches, necessaires, sobres para laptops y tablets.
En la misma línea se desarrolla el programa Negocios Inclusivos, en el que a través de la gestión institucional de Ceprodih se propician negocios a mayor escala. Estos negocios permiten a varias emprendedoras fabricar un mismo producto por encargo con un alto estándar de calidad y precio competitivo. La organización oficia de nexo con las empresas que tienen alto sentido de responsabilidad social, que con sus encargos permiten a las emprendedoras generar ingresos más estables y significativos, y contribuyen con la inclusión social y económica de muchas familias, con la protección del ambiente y con el desarrollo de la pequeña industria uruguaya. Así, empresas como Unilever, Pronto o el Correo Uruguayo, entre otras, mandan a hacer bolsos y otros artículos a Ceprodih para repartir entre empleados o clientes de acuerdo a la acción de marketing que estén desarrollando.
Objetivo: felicidad familiar. Además del espacio laboral, Ceprodih tiene un programa de atención integral a la familia en situación de riesgo que incluye atención a quienes sufren violencia doméstica, atención y promoción a la mujer embarazada, y niños y adolescentes, que promueve la educación en valores para una convivencia pacífica. Esto último se desprende de la necesidad de apoyar a las madres con hijos adolescentes que enfrentan adicciones, depresión, embarazo adolescente, o que sus hijos no quieren estudiar ni trabajar. “Nos planteamos cómo podemos ayudar y acompañar a la madre sola para que pueda sacar adelante a los adolescentes y se conviertan en hombres y mujeres de bien. Lo que intenta Ceprodih es que el programa sea integral, que incluya a toda su familia”, dijo Abraham. El programa Convivamos en Paz de Ceprodih ganó un premio de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) en prevención de drogas trabajando con más de 100 chicos. “Nuestra misión es ayudar a la familia a convivir y progresar en paz, a desarrollarse, a crecer como familia, no solamente como individuo aislado”, aseguró la directora.
María llegó hace dos meses a Ceprodih buscando ayuda para ella y sus hijas de 17 y 3 años. Mientras hace un curso de peluquería (oficio que ella ya sabía), las abogadas y asistentes sociales de Ceprodih la están asesorando en el tema de violencia doméstica, que no solo involucra a su ex pareja y padre de la niña menor que está preso, sino también a la familia de él que le hace la vida imposible, la acusa (con demandas judiciales) de maltratar a su hija y la amenaza con quitarle la tenencia. “Acá me escuchan, me dan consejos, me ayudan a salir adelante. Tengo miedo, a veces uno tiene ganas de bajar los brazos, pero una palabra, una sonrisa te da un empujón para salir adelante”, cuenta esta madre de 37 años. Hasta hace seis meses —y durante nueve años—, María trabajaba en la distribución de un diario de la capital. Al reintegrarse después de un tratamiento psiquiátrico por depresión y estrés crónico, le cambiaron la zona en la que trabajaba, lo que le bajó el sueldo y terminó en un despido. El seguro de paro se está terminando y en Ceprodih además de tomar el curso de peluquería, que tal vez en un futuro le permita trabajar de forma independiente en su propio negocio, recibe ayuda para armar su currículum e intentar insertarse laboralmente. “Acá me siento bien, son compañeros, es otra energía, no es lo mismo estar sola, sin hacer nada, mirando el techo, llorando y pensando”, confiesa.
“La mayoría llega con la urgencia inmediata de empezar a trabajar ya, pero traen muchas otras dificultades. Frente a eso el equipo técnico de la organización intenta dar apoyo y solución”, dice la directora de la institución. “El tema de la inclusión económica se hace fundamental para que salgan adelante, pero tampoco podemos ir derecho al tema laboral si la mujer está atravesando un montón de situaciones. Por ejemplo, nos preocupan muchísimo las embarazadas. Hasta los 18 años, el INAU tiene responsabilidad legal sobre las chicas, pero el gran vacío está a partir de los 18. Ceprodih propone que la chica que quiere tener al bebé pero está sin trabajo, sin apoyo familiar, sin pareja, tenga alternativas. Que pueda aprovechar los meses de embarazo para capacitarse y generar ingresos, de modo que cuando venga el niño tenga herramientas concretas para sacar adelante su familia”, afirma Abraham.
Claramente, la manera de ayudar a la mujer que es madre, es resolviendo en primer lugar las cuestiones relacionadas con sus hijos, porque sus mayores preocupaciones y problemas siempre son ellos. “La dificultad que se planteó fue cómo hacer para que ella pueda generar ingresos estando en su casa, cuidar a los chiquilines y tener el control”, explicó la directora. Para dar respuesta a este objetivo, Ceprodih dispone de un espacio infantil en el mismo local donde da atención a los hijos menores de 4 años mientras ellas se capacitan o trabajan. Esto se suma a que los horarios de talleres y las clases siempre son en horario escolar, para evitar que los niños queden solos en sus casas. “Lo que hace Ceprodih es ayudara la madre a poner orden, lograr un equilibrio que le permita generar ingresos dignos y ser feliz en lo que hace sin descuidar a los niños”, dijo Abraham.
“Invertir en la mujer, es sin duda rentable, pues trae como consecuencia niños más sanos, comunidades más prósperas y una convivencia más pacífica. Invertir en la mujer no es solo correcto, es inteligente”, declaró la ONU en 2011 y recoge Ceprodih en sus folletos.
Ceprodih (Centro de Promoción por la Dignidad Humana). Gral. Palleja 2590, tel. 2206 0074/78, [email protected], www.ceprodih.org