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    Denny Brechner: “La película es como un gran truco de magia”

    Dirige junto a Alfonso Guerrero y Marcos Hecht 'Misión no oficial', una comedia que narra el viaje a Estados Unidos de un hijo y su madre para abastecer de marihuana a Uruguay

    A la entrevista llegan cuatro personas: Denny Brechner y Talma Friedler, acompañados de la esposa del primero y la pareja de la segunda. “¿A quién se parece? Mirala con el sombrero”, me dice este último refiriéndose a Friedler. La miro y me viene alguien inmediatamente a la cabeza, pero no sé si es la misma persona que ellos tienen en mente. Arriesgo: “¿Barbra Streisand?”. La respuesta, afortunadamente, es un sí unánime. Talma Friedler, la Streisand uruguaya, debutó como actriz en Misión no oficial, la primera película que dirige su hijo Denny junto a Alfonso Guerrero y Marcos Hecht, y que también lo tiene a él como protagonista.

    Ambos interpretan a madre e hijo en esta comedia de ficción que tiene mucho de falso documental. El proyecto tuvo su génesis en aquella cámara oculta que Denny (hijo de Miguel Brechner, primo del cineasta Álvaro Brechner), con túnica blanca y asumiendo el rol de farmacéutico, se ponía detrás del mostrador ofreciendo muestras de brownies con marihuana. Ese video, que se compartió en las redes y se viralizó allá por fines de 2013, forma parte también de esta película, en la que, siguiendo con su lugar de “pioneros”, Alfredo Rodríguez, el farmacéutico, y su madre, la dueña del negocio, viajan a Estados Unidos en busca de 50 toneladas de marihuana para abastecer a Uruguay. La línea argumental de Misión no oficial podría resumirse también como un road trip que un hijo emprende junto a su exuberante madre y a un policía altamente adaptable (Tato Olmos) con un objetivo común. La improvisación está a la orden del día, pero también existe un hilván lo suficientemente fuerte como para unir todas las partes en una unidad que sostiene un argumento claro y coherente. José Mujica tiene una participación (voluntaria/involuntaria) importante en la película encarnando al jefe de la insólita misión y manteniendo aparentes charlas telefónicas con el protagonista.

    En la entrevista, Brechner y Friedler parecen una extensión de los personajes. Hay aspectos de la realización que no quieren dar a conocer hasta el estreno de la película, este jueves 7.

    ¿Cómo se le ocurrió filmar aquella primera cámara oculta en una farmacia?

    Brechner: En ese momento, Marcos (Hecht) tenía ganas de hacer algo para el día en que se aprobó la legalización de la marihuana en Uruguay. Hicimos el video de la farmacia, que explotó en las redes sociales y salió en varios diarios del mundo, en Le Monde, The Guardian, La Nación, Clarín, en todos lados. Dos meses después, yo estaba de viaje con mi hermano en Estados Unidos y vi que estaba el Cannabis Cup, una movida muy fuerte de la legalización, que en abril era el Día de la Marihuana en todo el país, y que había un festejo grande en Denver. A la vuelta, hablando con Marcos y Alfonso, vimos que se podía hacer algo allá, como viajar representando a la Cámara Uruguaya de la Marihuana Legal (un organismo inventado para el filme), para participar en todos esos eventos e ir creando todo lo que es la misión de la película.

    ¿Cómo se armó el guion para compaginar realidad y ficción? 

    B: La base del guion es la definición de los personajes, su universo: está el policía, está la madre, está el hijo.

    Friedler: Creo que también es una película que se fue construyendo mucho sobre la marcha. No era salir con un guion y cada uno sabía en cada escena qué iba a decir, ni con quién se iba a encontrar. Fue un trabajo conjunto de los actores y los directores, de ir aportando la chispa en cada momento.

    Hay mucho de improvisación entonces.

    B: Antes de cada situación íbamos con un objetivo alineado con la misión y el guion que teníamos en nuestras cabezas. Muchas piezas se fueron cayendo y otras las tuvimos que acomodar. Creo que el mayor logro es que conseguimos una película, no una suma de sketches o de improvisaciones.

    F: Había como un macro guion, pero la chiquita de cada diálogo eso sí fue mucha improvisación. 

    B: Estando delante de cámara yo trataba de ir dirigiendo desde el personaje las situaciones y trataba de llevarlas para un lado. Con mi mamá en particular me pasaba que le decía: “Mamá, vamos para allá”, y ella iba para el otro lado. Eso generaba las situaciones más cómicas también, y ahí está la frescura de la película. Pero también hubo un trabajo desde el montaje para terminar de construir ese guion. Del rodaje volvimos con todas las piezas, pero había que armar un puzzle para el que no teníamos referencias.

    ¿Les avisaban algo a los entrevistados al abordarlos en la calle, en Estados Unidos? 

    B: El cómo se hizo la película es algo que nos estamos guardando. Es como un gran truco de magia y creemos que el público la tiene que ver sin saber cómo se hizo ese truco.

    F: La idea es no eliminar el factor sorpresa. ¿Y a esto cómo llegaron, con qué herramientas? ¿Cuánto era planeado y cuánto no? Creo que la gente se va a preguntar eso, y va a estar divertido que se queden charlando y opinando. 

    B: Ponemos al público como nuestro cómplice durante toda la película. Ese es el lugar que le queremos dar.

    ¿Cómo fue el vínculo madre-hijo llevado a la ficción?

    F: Hay muchos momentos en que es muy parecido al real, en especial cuando los directores dicen “corten”. Ahí él cambia automáticamente del rol de actor a director y me critica. Me criticó siempre. Los otros dos directores fueron mucho más benevolentes conmigo. Claro, la confianza que él tiene hace que fuera bastante duro en muchas escenas. Pero también supo empujarme y decirme: “Vamo’ arriba, estás actuando bien”.

    ¿Para usted era la primera vez que actuaba?

    F: La primera vez, y agradezco la confianza que estos tres jóvenes me dieron. Ojalá, a pesar de que no soy una chiquilina, tenga más oportunidades porque me encantó. Me sentí supercómoda en el personaje y me fascinó la experiencia de rodar; compartir un montón de días, de experiencias, desde el desayuno hasta almorzar a las cinco de la tarde, algo que para mí fue cruel.

    ¿Antes de la película había pensado en actuar?

    F: Siempre que pude actuar en algún evento escolar, liceal o familiar, lo hice. Pero nunca a nivel profesional.

    B: Cuando se casó mi hermano hice un video en el que iba filmando cosas de la familia, y yo veía que cuando se prendía la cámara, ella se agrandaba… En vez de achicarse, como mucha gente que es divertida pero le prendes la cámara y se achica, ella era al revés. Y después, cuando mostramos el video en la fiesta, siempre sus apariciones eran las que se robaban el video, y ahora se robó la película. Lo digo con el mayor orgullo y el cariño; a mí nada me pone más contento que ver a mi madre brillar en el cine y como actriz.

    ¿Cómo se hace para no pensar en las consecuencias de algunos chistes o comentarios que aparecen en la película?

    B: Creo que hay una línea que no cruzamos, y el humor es bastante sano y divertido. No creemos en la corrección política que hoy rige el mundo, pero tampoco el humor de la película rompe con eso; no hay chistes desubicados. Hemos visto que todavía hay gente a la que le resulta muy sensible el tema; la que se lo puede llegar a tomar mal es gente que está radicalizada para cualquiera de los dos lados.

    ¿Por qué no se presentaron a fondos estatales para financiar la película?

    B: Ahora sí nos presentamos a uno que es para apoyar en la distribución, pero ya con la película terminada. Lo que no pudimos fue presentarlo como proyecto porque era muy disparatado; sabíamos exactamente dónde arrancaba pero no dónde iba a terminar. Y había algo de presentarlo sin que estuviera hecho que podía atentar contra el propio proyecto. Por nuestra forma de hacer las cosas y por lo que fue la película hicimos todo en secreto. En Estados Unidos estuvimos en lugares muy importantes, y presentarlo podía llegar a prender alertas y que nos dijeran: “No, esto no se puede”. Encontramos que la forma de evitar el “no se puede” era tirarnos a la piscina.

    ¿Y en el círculo cercano también la mantuvieron en secreto?

    B: Sí, a mi mamá la tenía amordazada.

    F: Mis propios padres hasta hoy dicen: “No puede ser que no nos hayan contado nada”. Y están ansiosos por ir al estreno.

    B: Obviamente, la familia sabía que estábamos haciendo una película, pero ella quería postear en Facebook, y avisarles a las amigas: “Ay, estoy de rodaje”. No, mamá, esta película no existe, como la misión, hasta el día que salga a la luz. 

    Por la temática y por tener a Mujica en el reparto, el filme parece tener proyección internacional. ¿Tienen algo conversado?

    B: Nos están contactando de varios países. Se la mostramos a Rodo Sayagués —coguionista y coproductor de Fede Álvarez en No respires— y le encantó y entró como productor ejecutivo. Tenemos fe de que es una historia internacional, y a la vez tiene un componente uruguayo.