N° 1957 - 15 al 21 de Febrero de 2018
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáUnos años atrás, el entonces presidente José Mujica dijo para referirse a un prestigioso economista del medio: “Nunca se subió a un arado ni en pedo”. En estos días mucho se habla y se escribe sobre la supuesta dicotomía campo-ciudad,sobre si está perimida o no, y sobre un movimiento surgido espontáneamente en grupos de WhatsApp y en redes sociales y que tuvo su explosión con una gran concentración en Durazno, el movimiento de los autoconvocados.
Mientras algunos, como Ignacio de Posadas, les aconseja desde El País “acudir a los carriles formales por los que funciona una democracia” para que no quede en una “revuelta”, se observa un fenómeno particular: analistas y periodistas que no suelen hablar de campo, lo hacen. Hoenir Sarthou, por ejemplo, dedicó su última columna al tema, donde empieza diciendo que, como la mayoría de los uruguayos, conoce “poco de campo”. Dice Sarthou, con acierto, que los niveles de agresividad que el tema despierta en las redes sociales “confirman que la convocatoria metió el dedo en alguna clase de llaga colectiva”, habla de los 11 mil pequeños establecimientos rurales que se han perdido en los últimos años y los 36 mil puestos de trabajo: “No hay dudas de que un sector de la sociedad, al que no estamos acostumbrados a oír, nos está hablando”.
En este número publicamos una entrevista al escritor y académico Aldo Mazzuchelli, que plantea una arista interesante y es que hay mucha gente que no vive en el campo y que no trabaja en la producción rural pero igual se identifica con muchas de las cosas que se dijeron. En la misma linea opinó Luis Nieto en Voces; dijo que las reivindicaciones de los autoconvocados tienen más puntos de contacto con las “pesadas cargas que deben soportar todos los uruguayos” que con las propias de la actividad agropecuaria.
También Mazzuchelli se refiere a la supuesta dicotomía campo-ciudad, y a ese elitismo aristocrático que surge cuando hablamos de trabajar con las manos. “Se desvaloriza el trabajo manual y se valoriza el trabajo intelectual. Es una oposición muy desagradable y está en parte atrás de esto. Hay un desprecio al mismo tiempo que hay una envidia”, dice.
Mientras, los autoconvocados intentan cuidar lo que se dice en nombre de ellos y no perder fuerza. “No es fácil, pero si se logra construir una agenda de corto, mediano y largo plazo que mejore los ánimos y a la vez no se desvíe del objetivo de bajar el déficit fiscal, los autoconvocados seguirán escribiendo páginas memorables para los libros de historia de las generaciones que vendrán. Para eso serán necesarias correcciones, en la caja militar, en el subsidio a la cerveza, en Alur, en el ingreso de empleados públicos que en vez de dos por cada tres que se van, podría ser uno por tres y abarcar a las intendencias”, escribió días atrás Eduardo Blasina, el orador de Durazno que tuvo más llegada a ese público más duro, aquel que no es afín al campo. A Blasina ahora lo describen como “el gurú del agro” y en algunas reuniones gente del público le ha preguntado si podía tener un futuro dentro de la política. “Algunos incluso lo quieren presidente”, escribió un cronista de El Observador. Pero Blasina dice estar lejos, al menos por ahora, de esa realidad. “Ni siquiera sé qué partido voy a votar en las próximas elecciones”, dijo.
Nieto, en su columna Un conflicto del futuro plantea que este no es un conflicto del pasado —como escribió Hebert Gatto— sino que lo plantea como algo tan “nuevo y sentido” como en su momento fue el acto del Obelisco en 1983 en el sentido de que “estaban todos”. Y puso el foco en eso que todos los uruguayos vemos: que el campo se va vaciando. “A las familias que siguen viviendo en extensiones medianas, donde 50 años atrás era posible vivir, no las desaloja el latifundio, las corre del campo la ausencia de políticas de fomento, y de planes sociales que les hagan la vida menos incierta y más rentable”, reflexionó. Agregó que esa “imparable migración” no solo genera una “pérdida de identidad” sino que agrega problemas en zonas donde no hay soluciones: “De lo mucho que el Estado podría hacer por afincar familias jóvenes en nuestros campos, solo aplica algunas mínimas medidas, como aspirinas en un entorno de extranjerización y asfixia económica por la vía de un dólar barato, costos altos para la producción agropecuaria, y un Instituto de Colonización que desde hace décadas hace la plancha”.
El lunes los autoconvocados tienen reunión con parte del Poder Ejecutivo. En estas semanas consiguieron asesoramiento de profesionales y se preparan para negociar, sabiendo que no es su fuerte. No la tienen fácil. Como una expresión de deseo, como un mantra, cada tuit lo rematan con un “esto recién comienza”.