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    El año de Nicole

    Nicole Kidman protagoniza dos de las películas que competirán por la Palma de Oro en Cannes, además de otra cinta y una serie que se exhibirán en el festival a modo de adelanto: una coincidencia que habla de un retorno de la actriz a las historias más valoradas por la crítica

    Se ha visto antes en la carrera de un actor/actriz. Cómo la fama tiene sus vaivenes, cómo el apoyo del público es variable: los focos se hacen más tenues por momentos y, cuando parece que la luz va a extinguirse, vuelven a brillar con más intensidad que nunca.

    Hasta hace poco tiempo, el mundo estaba demasiado ocupado analizando el efecto del Botox en las cejas de Nicole Kidman como para recordar alguno de sus hitos como actriz. En esa misma época, casualmente, ella había tomado decisiones poco sabias al elegir sus papeles, o el único material que llegaba a sus manos era realmente lamentable (“Una esposa de mentira”, “Invasión”, “Australia”).

    Unos años después, esta australiana de sangre nacida en Hawái y ganadora de un Oscar vuelve a estar en el candelero, y por los motivos correctos. Por un lado, protagoniza junto a Reese Witherspoon y Shailene Woodley “Big Little Lies”, una de las series fuerte de este año de HBO, y por otro, cuatro realizaciones que se exhibirán en el Festival de Cannes, dos de ellas en competencia por la Palma de Oro: “The Beguiled”, de Sofía Coppola, y “The Killing of a Sacred Deer”, de Yorgos Lanthimos.Hay quienes arriesgan que este será el año de Nicole Kidman.

    Hace casi 30 años, una jovencísima Nicole Kidman con melena enrulada y pelirroja compartía cartel por primera vez con quien la Nochebuena de ese mismo año (1990) se convertiría en su marido: Tom Cruise. Ambos se ponían bajo la dirección de Tony Scott en “Días de trueno”, una de esas películas que combinan velocidad y actores atractivos en dosis irresistibles para el público adolescente. “El primer año fue un poco abrumador, pero te acabas acostumbrando. Tuve suerte de casarme con un hombre que es increíblemente sensato y nunca permite que la fama se le suba a la cabeza”, decía, según cita la biografía de la actriz escrita por Lucy Ellis y Bryony Sutherland.

    Pero pronto, Nicole empezaría a experimentar lo que era la fama por mérito propio. Dos años más tarde, un proyecto de Ron Howard, “Un horizonte lejano”, volvía a unirlos. El próximo y último rodaje conjunto sería varios años después, nada menos que el de “Ojos bien cerrados”, el último filme de Stanley Kubrick. Para entonces (1999), la carrera de Nicole ya había despegado, con protagónicos en películas como “Daños corporales”, de Harold Becker, junto a Alec Baldwin; “Todo por un sueño”, de Gus van Sant, junto a Matt Dillon y Joaquin Phoenix; “Retrato de una dama”, de Jane Campion, junto a John Malkovich, y “El pacificador”, de Mimi Leder, con George Clooney.

    La carrera iba en ascenso y el matrimonio en caída. Para 2001, a 11 años de su casamiento, él dejó de un día para el otro la casa en la que vivían juntos. Al tiempo Nicole se hizo a la idea; ella también se había hartado del fanatismo de su marido por la cienciología. En esa época circuló una foto tomada en lo que parece un estacionamiento en la que se la ve estirando los brazos eufórica al salir de la firma de su divorcio. Ambos habían adoptado dos hijos: Isabella (25) y Connor (22). “No te estás viendo a ti misma duplicada”, dijo sobre la adopción de Isabella. “La miras y piensas: ‘Vaya, será atlética o tendrá inclinación por la música o lo que sea’. El destino está en juego”, reflexionó. También declaraba: “Me gusta ser una madre joven. De repente esa cosa de la maternidad te asalta y ya está. Isabella sonríe o la ves durmiendo y te derrites. Quiero tener más niños”. Hoy dice que casarse a los 23 años fue una locura.

    Ese mismo año se estrenaron tres películas suyas: “Moulin Rouge”, de Baz Luhrmann, junto a Ewan McGregor, por la que tuvo su primera nominación al Oscar; “Los otros”, de Alejandro Amenábar, y “Ruleta rusa”, de Jez Butterworth, junto a Ben Chaplin.

    Al año siguiente, su actuación y una prótesis de nariz que la volvía un poco menos atractiva y algo más humana le valieron a Nicole su primer Oscar. Fue en “Las horas”, el filme de Stephen Daldry, por su interpretación de Virginia Woolf. Poco después trabajaría con Lars von Trier en “Dogville” y con Sydney Pollack en “La intérprete”.

    Es a partir de entonces cuando la sólida filmografía de la actriz empieza a hacer agua, con una seguidilla de películas como “Hechizada”, “Invasores”, “La brújula dorada”, “Australia” y “Nine. Una vida de pasión”. Ella, recién casada con el cantante de música country Keith Urban (2006), con una vida privada totalmente falta de escándalos, parecía haberse entregado a las bondades de un matrimonio tranquilo y una carrera sin demasiados bajos ni altos.

    En esos años también tuvo otros dos hijos: Sunday Rose, una hija biológica nacida en 2008, y Faith Margaret, que nació en 2010 fruto de un vientre de alquiler. Hoy, a poco de cumplir 50 años (el 20 de junio), ha dicho a la prensa internacional que quiere tener más hijos. “Todos los meses me digo a mí misma: ¡Ojalá me haya quedado embarazada! Según mi agente, esta es información confidencial... ¿Por qué? ¡No me importa! (…) Mi abuela lo logró con 49 años”, dijo en una entrevista a la revista “Elle”.

    Cannes por cuatro. Pero un pequeño giro en los acontecimientos la devolvió a donde una vez perteneció. La buena racha comenzó en 2016, con su cuarta nominación al Oscar por “Un camino a casa” (“Lion”, ahora en cartel), y sigue con varias películas que prometen pero aún están por estrenarse. Dos de ellas integran la selección oficial del Festival de Cannes de este año, que tendrá lugar entre el 17 y el 28 de mayo, y otras dos se exhibirán fuera de competencia. Es la primera vez que un actor o actriz participa en cuatro realizaciones que se estrenan en el marco del festival francés.

    “The Beguiled”, de Sofía Coppola, y “The Killing of a Sacred Deer”, de Yorgos Lanthimos, son las dos películas que competirán por la Palma de Oro. La primera es una remake de la cinta de Don Siegel, una adaptación de la novela “A Painted Devil”, de Thomas P. Cullinan, que retrata a una mujer estricta (Kidman) al cuidado de un grupo de muchachas (entre ellas Kirsten Dunst y Elle Fanning) que viven en una escuela de Virginia en plena guerra civil estadounidense. Un soldado herido (Colin Farrell) al que auxilian altera las rutinas y el clima de la casa, generando enamoramientos, rivalidades y la ruptura de varias reglas no escritas.

    La segunda, “The Killing of a Sacred Deer”, es un thriller psicológico en el que Kidman también comparte cartel con Farrell, sobre un cirujano que crea un vínculo de protección con un adolescente que deriva en resultados siniestros.

    Fuera de competencia se podrá ver a la actriz en “How to Talk to Girls at Parties”, una película romántica de ciencia ficción dirigida por John Cameron Mitchell, protagonizada también por Elle Fanning y Alex Sharp.

    Por último, Nicole protagoniza la segunda temporada de la serie de la BBC “Top of the Lake”, en la que vuelve a ponerse a las órdenes de Jane Campion.

    Nunca es tarde para volver a tomar riesgos y demostrar que el talento puede adormecerse, pero no morir.

    VIDAS IMPERFECTAS

    Algo tan fortuito como la elección casi aleatoria de un par de zapatos desencadena, cual pieza de dominó, una sucesión de hechos que terminan en un asesinato. De haber tenido otros zapatos, Madeline (Reese Witherspoon) no se habría torcido el tobillo al bajarse del auto, antes de llegar al colegio de su hijo el primer día de clases. Si ese accidente menor no hubiera existido, Jane (Shailene Woodley), la madre de Ziggy, un nuevo alumno de la escuela, no se habría acercado a ayudarla, y probablemente ambas no habrían congeniado como lo hicieron. Madeline no le habría presentado a su mejor amiga, Celeste (Nicole Kidman), ni se habría puesto de su lado cuando Ziggy es acusado de apretarle el cuello a la hija de Renata (Laura Dern).

    Así empieza “Big Little Lies”, la nueva serie de HBO, basada en la novela de la australiana Liane Moriarty, que se centra en la intimidad de cada una de estas mujeres; en lo que comparten con el afuera, y en lo que solo ellas saben. En sus secretos. Una de ellas está vinculada a ese asesinato del que se habla al comienzo, pero es necesario remontarse al origen del vínculo entre las tres para empezar a desenmarañar la madeja.

    Kidman había leído el libro de Moriarty en una noche y estuvo de acuerdo con su amiga Bruna Papandrea, socia de Reese Witherspoon en la productora Pacific Standard, en que el material era perfecto para una serie. Se reunió con la autora —compatriota suya— y consiguió los derechos, con la condición de Moriarty de que ella, Nicole, interpretara a Celeste.

    Es así que en la serie (un formato de siete episodios que llaman limited series), la actriz interpreta a esta mujer con un matrimonio en apariencia perfecto, con dos hijos maravillosos. Solo ella sabe que esa imagen no es tan real puertas adentro. Ese marido atractivo y apasionado es, también, un hombre irascible y violento.

    Dirigidos por el canadiense Jean-Marc Vallée (“Dallas Buyers Club”, “Alma salvaje”), con un método de realización bastante cercano al documental, Kidman y Alexander Skarsgård alcanzaban tal realismo en sus actuaciones que a la actriz le tocó llegar a su casa con moretones después de algunas jornadas de trabajo. La actriz, que también es productora de la serie junto a Witherspoon, adhirió a este método de trabajo, según ha dicho, también porque quería acercarse a lo que viven las mujeres involucradas en este tipo de relaciones. “Hay otros personajes a los que te aproximas de manera más intelectual, pero el acercamiento a este fue visceral”. Su marido en la ficción, Skarsgård, admitió que después de filmar esas escenas, era difícil quitarse de encima la tensión.

    “Me encantó interpretarla”, dijo Nicole sobre Celeste, “porque era una personaje hermosamente escrito con un director que estaba dispuesto a llegar hasta el final, y tener un actor como Alex para interpretar a mi marido, fue maravilloso. Eso es lo que todos buscamos como actores. Pero al mismo tiempo, cuando me alejaba de eso, recuerdo pensar que fue lo más lejos que fui en términos de encontrar y perder cosas”.