¿Cómo es un día en su vida?
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáMe levanto entre siete y media, ocho. Desayuno dos tostadas con mermelada, café con leche y un vaso de jugo de naranja. Vivo a seis cuadras, vengo caminando o en auto. Estoy en reuniones desde las nueve hasta las seis, a veces un poco más. Los lunes termino cerca de las once porque tengo Departamental del Frente Amplio. Intento hacer algún día una caminata. Mis noches se dividen entre estar en casa con algún proyecto, otras con mi hijo; otras para ver amigos o, si estoy saliendo con alguien, para salir. Los fines de semana juego papi fútbol con los padres del colegio de mi hijo. Empecé siendo el más chico. Aprendí mucho de la amistad intergeneracional, tengo amigos de 60 y pico de años.
¿Qué tipo de jugador es?
Este año fui goleador. Es la primera vez que se me da, aunque jugué baby fútbol e hice inferiores en Liverpool y Bella Vista. En tercero de liceo, cuando llegó el momento de elegir entre el fútbol y los amigos, preferí quedarme con mis amigos. También jugué en la liga universitaria. Siempre fui bastante lento, ahora por la diferencia de edad parezco rápido.
Salvador, su hijo, tiene 11 años. ¿Qué le gusta hacer con él?
Es un compañero de la vida. Estoy separado de la mamá desde que tiene ocho meses y con ella seguimos siendo grandes amigos. Crecimos juntos, fui padre muy joven. Vamos a ver a Nacional, nos vamos de vacaciones juntos. A él le gustan mucho las casas viejas, entonces salimos a caminar por Isla de Flores, Barrio Sur, Ciudad Vieja. Tenemos una relación muy honesta. Una de las militancias más fuertes que podemos hacer es tener una paternidad sincera y sin hipocresías. Con él hablo de drogas, de relaciones, de todo. Con criterio, por supuesto.
¿Usted le dio muchos dolores de cabeza a sus padres?
Muchísimos. Mis papás iban mucho a la Dirección. Era excelente académicamente pero en conducta no. Como adolescente fui transgresor. En sexto de escuela conocí esa palabra porque Cristina, la maestra, me dijo: “sos un transgresor”. Y llegué a mi casa a preguntarle a mi padre qué era eso. No me gustan las estructuras, ni siquiera bailar en círculos.
Como habitante de Montevideo, ¿qué es lo peor de la ciudad?
Es difícil responder sin pensar en el cargo. Pero me parece que tiene una extensión innecesaria, hay zonas muy vacías y una extensión territorial hacia la periferia que ayuda muy poco a la construcción de ciudad, al transporte, a la limpieza. Obviamente esto lo digo desde acá, si lo viera desde mi casa, creo que la limpieza es el problema mayor.
¿A qué rincón de la ciudad no se cansa nunca de volver?
Al Prado. Viví hasta los 20 años ahí. Después cada dos años me mudé. Viví en Jacinto Vera, un barrio que me apasionó. También en Atahualpa, Pocitos, y ahora estoy en Palermo que me encanta.
Después de tantas mudanzas, ¿se maneja bien con los arreglos del hogar?
Me revuelvo bien, pero tengo a mi viejo que siempre me da una mano. Es el clásico “40 oficios”, todo lo soluciona a lo MacGyver.
¿Y con las tareas domésticas?
Las hago yo. Recién este año tengo ayuda una vez por semana. Me encanta cocinar y lo hago muy bien. Hago la limpieza sin drama. A veces me olvido de poner a lavar la ropa. Pero estoy muy acostumbrado a hacerlo todo. Tuve dos convivencias, pero ahora hace cuatro años que vivo solo y estoy muy bien así.
Dicen que tiene mucho éxito con las mujeres. ¿Ayuda en eso la función pública?
Fue raro, porque así como esto te abre muchas oportunidades para conocer gente, también cierra otras. No a todo el mundo le gusta salir con una persona pública o estar en un bar, en momento de intimidad tomando algo, y que venga alguien a saludar, o que te diga cómo está el contenedor del barrio o que la línea tal no llega a tal esquina. Me pasó que me digan: “no sé si me cuelga mucho esto de tu vida pública”.
Es consumidor de marihuana. ¿La cultiva o pertenece a un club?
Pertenezco al Totus Cannabis Club, un club cooperativo en el que plantamos y cosechamos. Tenemos dos cultivadores que son los que saben. No me defino tanto como consumidor sino como un militante de la causa. Es parte de las hipocresías que la sociedad tiene que encarar. El consumo de sustancias es antropológico, no es un invento de la modernidad. Que sea legal o ilegal es una definición política. Existe un consumo de un montón de estupefacientes que son complejos, pero que no se analizan como el de cannabis, que no tiene un solo muerto en el mundo. Así como lo hablo contigo lo hablo con mi hijo. Sabe que el analgésico que él toma es una droga, al igual que el cannabis. Sabe que hay drogas legales e ilegales y lo maneja con absoluta responsabilidad para su edad.
¿En qué etapa está su carrera de licenciado en Ciencias Políticas?
Ahora en el freezer por un tema de tiempo. Me quedan cuatro materias desde 2005. La voy a terminar, tengo que ver cómo manejar los tiempos.
¿Cómo fue la experiencia de vender libros casa por casa?
Aprendí muchísimo. Fue en 2000, en la huelga universitaria. Estaba en la Facultad de Economía y mis viejos estaban mal de laburo. Nos pasaban a buscar en una camioneta y nos llevaban a un pueblo del interior. Aprendí mucho de hablar con la gente, y eso te ayuda al momento de hacer política. Después fui gestor de una empresa forestal, y trabajé en una imprenta haciendo presupuestos. En 2005 empecé a trabajar en el Palacio Legislativo, con Enrique Pintado. En 2007 me fui de Asamblea Uruguay y fundamos Magnolia, y en 2013 armamos Casa Grande. Y en 2007 entré por concurso en la Junta Departamental.