¿De dónde viene el apellido Halty?
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLos que llegaron acá son del País Vasco, del lado de la frontera francesa, de una ciudad que se llama Ainhoa y que tuve la suerte de visitar. Vinieron tres, allá por 1880 aproximadamente, y de ahí salimos todos los Halty que estamos en Uruguay. Cuando llegaron fundaron una tienda de telas y de confección de ropa en la calle Ituzaingó entre 25 de mayo y Rincón. Cuentan que muchos políticos y presidentes se iban a hacer sus trajes ahí.
¿Sus hijos le prestan atención a su entusiasmo?
Sí, bastante. Mi viejo cumplió 80 hace poco y eso hizo que se pusieran a preguntar cuál era su historia. Hicimos un árbol genealógico entre todos.
¿Qué pasaba en su casa cuando era joven para que usted se abocara a la educación física como primera carrera?
Éramos tres varones. Mi madre no sabía qué hacer con nosotros. Y eso que vivimos un tiempo en Paso de los Toros y después en Lagomar. La cuestión es que nos pasábamos correteando y trepando árboles. Esa vida llevó a que desde chicos estuviéramos vinculados a la práctica activa del deporte. Yo pasé por varios deportes: fútbol infantil, básquetbol y handball, donde formé parte de la selección nacional juvenil. Mi hermano del medio, Álvaro, es, además, profesor de Educación Física. Creo que a la hora de decidir eso también influyó.
Con su mujer se conocieron en el Instituto de Educación Física, nunca más se separaron y además tienen cuatro hijos. Para muchos deben ser un ejemplo a seguir.
El año que viene cumplimos 30 años de casados. Récord. Sí, se puede. La pareja no la formás de primera, es una construcción. Tenés momentos críticos, sin duda. Todo está en cómo te dispongas a construir o a destruir. Destruir es muy fácil y hacer todo de vuelta y en cinco minutos, también. Sostener es lo difícil. Nuestra prioridad siempre fue hacer síntesis. Hoy, que nuestros hijos están en una etapa de autonomía, casi que nos permite reinventarnos y reciclarnos totalmente como pareja. En esa etapa estamos ahora y está buenísimo, porque te genera nuevas sensaciones dentro de la propia pareja.
Usted ocupaba el cargo de gerente general del Auditorio. ¿Cuántos minutos se tomó antes de aceptar la propuesta de ocupar el lugar de director que dejó Gerardo Grieco?
(Risas) Me tomé un rato. Por un lado, tengo la clara conciencia de que estas cosas pasan una sola vez y que hay que decir que sí. Pero por otro lado hay que pensarlo porque es un desafío enorme. Necesitaba ser consciente de si estaba preparado o no. Y a su vez conversarlo con mi familia, porque es un cambio radical en mi vida cotidiana. No demoré mucho. Un par de días.
Si tuviéramos una aguja de balanza que va desde el muy bajo perfil hasta el muy alto perfil. ¿Dónde se ubicaría la suya?
Yo generalmente me complico la vida y me pongo en el medio. Es parte de mi forma de ser. Hay momentos en los que es bueno tener un bajo perfil y hay veces en que ciertos cargos llevan una alta exposición. Hay que ser muy cuidadosos de hasta qué punto esa exposición corresponde al cargo o es que uno la busca porque hay intereses políticos o de otro tipo. Por eso voy por el camino del medio y soy muy cuidadoso con mi exposición. Como director del Auditorio he optado por el bajo perfil porque creo que es lo que corresponde.
Es poco pasional, entonces.
Trato de no serlo. Prefiero darme mis ratitos de pienso antes de actuar. Soy una persona pública, si salgo con determinadas opiniones o manejo algunas cuestiones de manera incorrecta puede generarme un problema y también a la institución.
¿Qué deporte sigue religiosamente sin ser fútbol?
Básquetbol.
¿De qué cuadro es?
Malvín.
¿Cuál es el deportista uruguayo que más lo hace vibrar?
Lo de Emiliano Lasa fue de altísimo impacto. De otras épocas puedo decirte Tato López y Marcelo Capalbo, dos fuera de serie. Ricardo Vera, con su participación en Barcelona 92, también.
¿Y algún espectáculo que lo haya hecho emocionar hasta las lágrimas?
Te lo divido en dos. El haber visto a Paul McCartney tuvo un gran significado. Pero, por otro lado, lagrimeo siempre cuando veo a una de mis hijas bailar y actuar. Una es bailarina de danza contemporánea y la otra es actriz. No hay vuelta, cada vez que las veo me aflojo.
¿No esconde las lágrimas?
No. Es parte de la vida trasladarle al otro lo que uno siente. Está bueno sentirlo y manifestarlo.
¿Qué palabras aparecen en su mente cuando piensa en vacaciones?
Que no haya teléfonos; irme lejos porque si estoy en Uruguay, la quedo; y últimamente hemos procurado irnos a lugares donde la presencia de la naturaleza sea muy fuerte.
El año pasado cumplió 50. ¿Tuvo algún significado particular?
No, son las etapas de la vida. Yo me siento con mucha capacidad de producir, activo, dinámico, con energía. El gran sacudón que tuve fue cuando visité el BPS y me dijeron: “A los 57 ya se puede jubilar”. Mi mujer me dijo: “Si te jubilás a los 57, te mato”. Pero fue ahí cuando pensé: “Upa, esto viene rápido”.
¿En qué cree?
En la bondad humana. Que existe, a pesar de todo. Siempre procuro ir por esa búsqueda.