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    Entrevista: Silvia Pérez

    Edad: 64 • Ocupación: Periodista • Señas particulares: Hablaba de fútbol con sus compañeros de clase; la crio su abuela; practica yoga.

    ¿A qué se hubiera dedicado si no hiciera periodismo deportivo? Sería profesora de gimnasia o veterinaria. Era muy buena en los deportes y siempre quería ayudar a los animales. Pero me casé cuando terminé cuarto de liceo, era una niña, y tuve un hijo enseguida. Hice quinto y sexto cuando mis dos hijos grandes estaban en la escuela.

    ¿Cómo llegó al periodismo? Soy hija de Marcelino Pérez (exfutbolista y extécnico), que fue jefe de Deportes del diario Mundocolor. Mamé fútbol desde chica, tengo fotos con tres años en las prácticas con mi padre. Un día, Rosario Castillo me propuso trabajar en el programa de Ignacio Suárez en emisora Alfa. Empecé dos veces por semana con comentarios de fútbol.

    ¿Con su padre hablaba de fútbol? Cuando empecé a trabajar papá había fallecido. Nunca supe si le hubiera gustado que siguiera sus pasos o no. A mí me gustaba mucho el fútbol, los lunes en el colegio hablaba con los varones. Respetaban mi opinión porque era la hija de mi papá. Pero con él no hablaba. Mi madre murió cuando nací. Para él fue muy difícil quedarse viudo con una niña de veinte días y otra de cuatro años. Él viajaba mucho, siempre trabajando. No teníamos un gran diálogo. Hoy me entero de cosas suyas porque acá en el diario (El País) hay gente que trabajó con él.

    ¿Quién la crio? Mi abuela paterna, que tenía 65 años. A los 11 años vino sola de España en un barco. No sabía leer ni escribir, no nos podía ayudar con los deberes. Yo tenía a mi hermana que era más grande y me podía ayudar; a ella, nadie. Fue muy importante en mi vida.

    ¿Le costó abrirse camino en un mundo tan masculino como el del periodismo deportivo? Todo el mundo cree que soy la pionera porque fui la primera en televisión. A los pocos meses de estar en Alfa empecé en Canal 5. La gente decía: “Hay una mujer que en el 5 habla de fútbol”. Y otros decían: “Sí, pero es la hija de Marcelino”. Si no hubiera tenido eso habría sido más difícil. Hubo mujeres en las décadas de los 50 y los 60, pero nadie se acordaba de ellas porque habían trabajado en diarios.

    ¿Se relaciona distinto con los futbolistas de como lo hacen sus colegas hombres? Cada uno tiene su fuerte en el periodismo, yo creo que soy buena entrevistando. Establezco relaciones de afecto con los jugadores. Si vas todos los días sos parte de la cosa, les tenés cariño, sabés cuándo nace un hijo. A veces una mujer logra hablar de cosas que no son las que se hablan habitualmente.

    Su hija menor tiene 22 años. ¿Cómo compatibilizó su crianza teniendo en cuenta que los fines de semana son sus días de más trabajo? Deberías preguntárselo a ella, pero fue difícil. A veces estábamos de vacaciones en la playa y cuando la gente me venía a preguntar cosas se enojaba. “No me gusta que estés hablando de fútbol todo el día”, decía.

    ¿Se trabaja igual cubriendo a Nacional o a Peñarol? Es más o menos lo mismo. Ahora estoy cubriendo a Defensor porque tuve un problema con el oficialismo de Peñarol y me bajé. He tenido tantas gratificaciones cubriendo a Defensor... Es distinto a un equipo grande. Los jugadores te agradecen una notita chica, te escriben para decirte que su padre los leyó. Nunca me pasó en un equipo grande.

    ¿Qué le pasó con Peñarol? Juan Pedro Damiani se molestó con una nota que decía que (el dirigente Ignacio) Ruglio desayunaba con (el entrenador Leonardo) Ramos, y que comían galletitas con miel, una cábala que tenía. Fue antes de las elecciones. Amenazó con llamar (al diario) para que me hicieran echar. No me bajé porque me diera miedo que me echaran, me bajé porque me dolió mucho. A Juan Pedro lo conozco desde que éramos niños. Su padre era amigo de mi padre. Me dolió mucho, me amargué mucho y dije “ta”.

    Su hermana Cecilia fue pareja de Ruben Castillo, una referencia de la cultura uruguaya. ¿Cómo era en su casa? Un genio, adorado. Mi hija lo adoraba, eran muy compinches. Mi hermana le hacía comidas estrictas porque había cosas que le hacían mal, y él se iba con mi hija al boliche a comer papas fritas.

    ¿Tiene mascotas? Dos perros, un gato y un loro. Considero que los animales son en muchas cosas mejores que la gente. No matan a sus hijos, no violan a sus hijos, no hacen las cosas horribles que hace el ser humano. Deberíamos aprender bastante de ellos.

    ¿Qué le gusta hacer cuando no trabaja? Hago yoga, es muy importante para mí. Cuando no lo hago lo extraño, no solo en lo físico sino en los espiritual. También camino por la rambla.

    ¿Cocina? Sí, soy buena. Fui al Crandon, alguna cosa aprendí. Una de mis imágenes de la felicidad es haciendo con mi hija la cena de Nochebuena. Me gusta mucho cocinar pero cuando lo tenés que hacer todos los días, a fin de mes cuando no tenés mucha plata, se complica. Por eso me gusta cuando los hombres dicen “me encanta cocinar”. Es cuando tienen ganas, tomando un vinito, y dejando la cocina sucia. Así es una papa.

    Hace pocas semanas terminó Estadio Uno. ¿Cómo lo tomó? Fue una tristeza muy grande. Primero, porque es una fuente laboral. Por más que mi verdadero trabajo es El País, eso era un complemento. También por no ver más a los compañeros, nos divertíamos mucho. Me da mucha pena por (Julio) Sánchez (Padilla). Por más que no lo diga es una decisión que termina tomando su familia, y creo que le están quitando lo único que le quedaba. Es verdad que no era el mismo de antes, no se levantaba y golpeaba la mesa, más bien nos escuchaba a nosotros, pero no estaba mal ni nada, creo que podría haber seguido.

    Ahí no había periodistas de Tenfield; ¿Cómo es su relación con la empresa? No tengo problemas. Tengo gente conocida. Con Pedrito Abuchalja (gerente de Tenfield) trabajé cuando era un niño, lo llamo para Navidad, él me llama. No siempre la culpa de todo la tiene Tenfield, a veces en Estadio Uno volaba una mosca y la culpa era de Tenfield. Yo he dicho cosas positivas de Tenfield y eso es lo que más le reconozco a Sánchez: podías no pensar como él pero tenías la libertad absoluta de decirlo, cosa que no tiene la gente de Tenfield. Se me ocurre que hay cosas que no pueden decir, o capaz son más realistas que el rey y capaz podrían decirlo. Con Paco (Casal) las veces que hemos estado hablamos sin ningún problema. Me ha prometido programas de televisión (risas). No dudo que diga la verdad, pero cuando se sube al avión se olvida.