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La Universidad reconoce el “fracaso” de la TV educativa y se propone crear contenidos de “calidad” pero “dentro de las lógicas” televisivas
“Si la señal universitaria espera tener alguna llegada con el público deberá tener en cuenta que la audiencia (...) tiene como principal objetivo relajarse y conversar”, dice un informe académico
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Mirar la televisión es la actividad preferida para el tiempo libre: lo hace el 54,3% de los uruguayos, según la encuesta de consumo cultural del Ministerio de Educación y Cultura del 2009. En cambio, solo el 18,5% usa ese tiempo para leer.
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Aunque tiene un gran poder de penetración en la vida cotidiana, la televisión no cumple en Uruguay un papel educativo. La Universidad de la República quiere romper con esa lógica y crear una señal televisiva que ofrezca “entretenimiento” pero a su vez mantenga los estándares de “calidad” que identifican a esa casa de estudios.
Un informe elaborado por varios académicos reconoce que la televisión educativa en Uruguay “ha sido casi sin excepciones una experiencia fracasada” por el “desconocimiento por parte de las instituciones educativas del uso de la televisión como canal de transmisión”.
Por eso la Universidad se propone que su señal televisiva se enmarque “dentro de las lógicas generales de la televisión” y logre con los televidentes un vínculo “más emotivo que intelectual” pero a la vez mantenga su “marca de calidad” y genere una “nueva mirada televisiva” que se diferencie de la “chatura visual” que proponen los canales que operan en la actualidad.
Esas recomendaciones y conclusiones las formuló un grupo de trabajo formado por la Universidad, que en abril elevó el informe que recomienda presentarse al llamado para obtener una señal de televisión abierta pública y que está a consideración del Consejo Directivo Central de la Universidad.
El grupo de académicos que elaboró el informe fue integrado por la ex presidenta de Antel María Simon y Eduardo Grampín (Facultad de Ingeniería), Federico Beltramelli, Mario Handler, Facundo Franco y Gabriel Kaplún (Licenciatura en Ciencias de la Comunicación), Daniel Argente y Enrique Fernández (Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes), Laura Recalde (Comisión Coordinadora del Interior) y Juan Queijo (Rectorado).
TV universitaria.
Los canales de televisión universitarios existen, según el informe de la Universidad, desde que comenzaron las transmisiones televisivas en el mundo.
“En Chile, por ejemplo, el primer canal de TV, en 1959, fue el de la Universidad Católica de Valparaíso, al que le siguió en 1960 el de la Universidad de Chile, y por muchos años la televisión estuvo gestionada principalmente por universidades en ese país. En Brasil hay actualmente alrededor de 90 señales universitarias. En Argentina, a partir de 2011, las cuarenta universidades nacionales cuentan con un canal de televisión digital abierta y lideran el Programa Polos Audiovisuales Tecnológicos, para producir contenidos a nivel regional”, dice el texto.
La Universidad de la República tiene también un medio de comunicación audiovisual: la Uniradio, 89.1 FM, que programa música e información y está asociada a la Red de Radio Universitaria de Latinoamérica y el Caribe.
Los especialistas que redactaron el informe recomendaron que la Universidad tenga una señal televisiva. Consideran que debe “necesariamente vincularse con la población” porque “sus actores son los representantes intelectuales” de la ciudadanía.
Pero admiten que la gente no necesariamente está esperando que ellos tomen ese rol: “No parece tan claro que, aún dentro de la oferta televisiva en general pobre y machacona que hoy se nos ofrece, los telespectadores estén esperando y menos reclamando la aparición de una señal universitaria”.
“Por eso la señal universitaria se piensa como dirigiéndose al mundo de extramuros, al ciudadano y televidente común, tratando de contener en su programación lo popular como un ingrediente clave, capaz de llenar la brecha que históricamente ha separado a esas dos realidades. Y esto implica un paradigma esencialmente distinto”, dice el informe de la Universidad.
Cuando un programa sale al aire, un “complejo ritual” se desarrolla en los hogares frente a las pantallas, y hay que conocerlo para poder usar el medio con eficacia, dice el informe.
“El origen, género, franja etaria, clase social, vínculo, en definitiva las pautas culturales y sub-culturales de las personas que forman los nichos de telespectadores, se superpone con la actividad que a determinada hora del día ese público está desarrollando y con el humor o estado de ánimo que esa actividad les provoca. La televisión temprano en la mañana en el aula, al mediodía en un restaurante o a la noche en casa, tiene en cada caso una audiencia de muy diferente talante y estado de receptividad ante la emisión”, escribieron los autores.
El texto que elaboraron sostiene que “si la señal universitaria espera tener alguna llegada con el público deberá tener en cuenta que la audiencia televisiva de hoy tiene como principal objetivo relajarse y conversar”; ese vínculo “es emotivo más que intelectual, y el vehículo es la vivencia más que el contenido, la historia antes que el dato”.
La propuesta, dicen los académicos, además de abordar “un lado educativo” también debe orientarse al “entretenimiento, buscando nuevas formas y formatos televisivos de creación de contenidos”.
“Formar parte de los rituales de las personas en su cotidianidad es un objetivo ambicioso que nos hemos planteado (...). La TV constituye parte importante de aquello que naturalizamos o desnaturalizamos culturalmente, y ese rol debe estar bien claro en una propuesta como esta”, plantean.
Una “nueva mirada”.
¿Qué debe haber entonces en la señal televisiva universitaria? Según los académicos, tiene que distinguirse por “marcas de calidad” que la diferencien de la oferta actual, para generar una “nueva mirada televisiva” que sea “innovadora en materia de creación de contenidos” pero que a su vez “permita enmarcarse dentro de las lógicas generales de la televisión”.
El informe plantea varias posibilidades: un lugar donde “se escuchen diferentes actores y se intervenga en la conformación de la agenda mediática”, donde la Universidad tenga “una voz clara en ciertas temáticas sociales, participando así de forma más activa y asidua en ciertos acontecimientos de relevancia política y social”; un “espacio abierto para propuestas de productores independientes”; un “laboratorio audiovisual experimental”; “un espacio de referencia de la calidad audiovisual”.
También sugiere innovar en los formatos, y en ese sentido “intentar el periodismo literario en televisión”, trabajar la “noticia elaborada” en lugar de un informativo tradicional, hacer documentales, explorar la ficción con “historias mínimas en ambientes controlados” e incluso “alguna originalidad simple”, como dejar una cámara fija en un lugar y mostrar lo que filma.
“Resulta urgente el registro actual del país, pero con calidad artística y profundidad. Es una de las tareas básicas de esta TV universitaria. Lo elaborado hasta hoy por los canales comerciales es más bien un conjunto de actos y declaraciones de predominio verbal y chatura visual”, dice el informe.
La “ambición permanente” de la señal de la Universidad de la República “debería ser la perduración” de sus contenidos para que “superen el momento y se amorticen en años o décadas”. Para ello el informe sugiere varias vías, entre ellas acceso al archivo en Internet.
“Todo esto implica separarse de un valor actual del sistema televisivo hegemónico, que busca el éxito momentáneo”, sostiene el informe, que todavía no fue analizado por el CDC de la Universidad.