La ciudad del amor y los dragones

La amplia transformación urbana en cuanto a sustentabilidad que se ha desarrollado en los últimos años permite que sus 280.000 ciudadanos disfruten de un transporte público con redes peatonales y de ciclovías, que se hayan preservado sus áreas verdes y también que se hayan revitalizado antiguos espacios industriales.

“Liubliana” deriva de “ljuba” que en lengua eslava significa “amada”, y el río que la recorre se llama Ljubljanica, conocido como “el río del amor”. Precisamente a sus orillas se encuentra, rodeado de árboles y superficies de césped, el Jardín Botánico de Liubliana, el Tivoli, uno de los más antiguos de Europa. Enorme y majestuoso, el jardín, fundado en 1810, es el establecimiento cultural, científico y educativo más antiguo de la nación.

Desde cualquier punto de Liubliana puede contemplarse un majestuoso castillo, el Ljubljanski grad, otro rasgo distintivo de la ciudad. Situado sobre una verde colina que corona el casco histórico, este fuerte fue constituido en el siglo IX. Aparece mencionado por primera vez en un documento escrito entre 1112 y 1125, y fue sede de los soberanos provinciales, la familia Spannheim, hasta 1335, cuando formó parte del patrimonio heredado de los Habsburgo.

Remodelado por el duque Federico III de Habsburgo, más tarde coronado como emperador del Sacro Imperio Romano, el castillo debe su actual aspecto a las obras de los siglos XVI y XVII. La fortaleza fue depósito de armas y prisión provincial hasta 1814. En 1848 se construyó la Torre del Mirador, donde residía un vigilante que, a base de cañonazos, advertía de posibles incendios o anunciaba visitas importantes, aunque también señalaba los acontecimientos trascendentes de la ciudad. Desde 1905 es propiedad municipal y, a partir de 2000 la dirección de Festival Liubliana se ocupa de su administración.

El castillo es un auténtico centro turístico y punto de encuentro cultural con celebraciones de conciertos, obras de teatro, exposiciones, congresos y recepciones protocolarias.

Existe otro monumento que despierta especial interés. Es el Puente de los Dragones, construido sobre el río Ljubljanica en 1901. Es, en la actualidad, el símbolo de la ciudad. Este es uno de los primeros puentes fabricados con hormigón armado de Europa. Se ubica en el punto exacto donde hubo otro de madera denominado Puente de los Carniceros, construido en 1820, muy deteriorado tras el terremoto que asoló la urbe en 1895. Una de las curiosidades de esta construcción conduce a la leyenda del héroe mitológico griego Jasón y los Argonautas. Según se cuenta, Jasón mató en estas tierras a un dragón que tenía a una virgen secuestrada y, en su honor, se construyó el puente, que tiene cuatro de estos seres en sus columnas. También cuenta la tradición que, ahora, cuando una virgen cruza el puente, los dragones “menean la cola”.

Sabores liublianeses. Otros atractivos de Liubliana son la plaza Preseren, al pie del castillo, que es el centro de la población por su ubicación en el corazón histórico y a la que se accede por el precioso Puente Triple que, tal como indica su nombre, combina tres puentes en uno. Dos los utilizan los peatones y por la vía del medio circulan los vehículos.

Otro de los edificios emblemáticos es la Casa de la Ópera, que alberga el Teatro Nacional, la Ópera y el Ballet de la ciudad, construido en un estilo neorrenacentista. Es de destacar su precioso frontón triangular, que descansa en columnas adosadas, rematadas por capiteles jónicos.

La Catedral de San Nicolás es otra de las joyas arquitectónicas con las que los liublianeses sorprenden a los visitantes. Inicialmente en estilo gótico, donde ya existía una iglesia románica anterior de tres naves, la construcción se terminó en el período barroco. Destaca su magnífica cúpula verde y sus torres gemelas, cerca del Mercado Central y del Ayuntamiento, en la plaza de San Cirilo y San Metodio.

Para disfrutar de la visita es necesario reponer fuerzas y lo más conveniente es visitar alguno de sus típicos restaurantes para probar algunas de las especialidades locales. Entre ellas se destacan el struklji, un pastel de harina relleno de requesón o crema de nueces que se sirve caliente; el ricet, una sopa consistente a base de judías; su famoso bograc, que es un estofado de carne; y de postre, los pasteles rellenos de pasas o miel, denominados potica.

En base a EFE