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    Los novios como huéspedes

    Cada vez es más común que los jóvenes se queden a dormir en casa de sus parejas aun cuando viven con sus padres; la demora en dejar el hogar familiar incide en ese fenómeno

    La situación en la publicidad es la siguiente: el padre, la madre y el hijo adolescente están desayunando en la cocina. De repente se suma la hija veinteañera acompañada de un joven al que presenta como Felipe. Todos los indicios revelan que Felipe se quedó a dormir la noche anterior, en especial, uno: la camisa que lleva puesta es del padre de su novia. Ella, muy relajada y sentada sobre las rodillas del novio, le dice que se la prestó porque la de Felipe se arrugó durante la noche.

    La situación es exagerada, casi caricaturesca de lo que ocurre cuando el novio de la nena se queda a dormir en su casa, pero esta publicidad retrata una situación que es cada vez más frecuente: que adolescentes o jóvenes se queden a dormir en casa de sus novios mientras estos siguen viviendo con sus padres. Esta situación, que quizás era impensada para muchos padres o jóvenes hace 15 años, hoy es una práctica cada vez más extendida.

    Muchos de quienes tienen alrededor de 20 años —a veces menos, a veces más— ven con total naturalidad esa situación que era casi que una rareza para quienes superan los 30 o rondan los 40. Para esa generación, esto solo ocurría durante el verano, cuando el novio o la novia en cuestión pasaba parte de las vacaciones con la familia política, aunque siempre compartiendo habitación con primos o hermanos.

    ¿Y qué refleja este cambio? ¿Se modificó la forma en que los padres viven la sexualidad de sus hijos? ¿Hay más libertad que antes? ¿Es preferible que estén en casa a que busquen intimidad en otros lugares?¿Cómo se debe abordar el tema en la familia? ¿Tiene algo que ver en todo esto el aumento de padres separados? ¿Deben dormir en el mismo cuarto o con un hermano?Las interrogantes acerca de por qué sucede o cómo enfrentar la situación son muchísimas, y hay padres que buscan el asesoramiento de especialistas. Ante la consulta, los expertos aconsejan, por ejemplo, conversar sobre el tema previamente con los hijos, y establecer cuándo y quién puede quedarse a dormir, entre otros aspectos.

    UN MAYOR CONTROL. Hace ocho o diez años, la médica especializada en adolescentes y temas familiares Laura Batalla empezó a notar que este asunto estaba cada vez más presente en las consultas que le hacían sus pacientes. Batalla considera que los padres han ido “flexibilizando” su posición frente al tema y que por eso es cada vez más común que los novios duerman en las casas de sus hijos. Pero “algunas veces las autorizaciones se dan precozmente”, dijo Batalla a galería, y contó, por ejemplo, que ha tenido casos de padres de adolescentes de 14 o 15 años que van con esa inquietud.

    Para la especialista, el primer elemento a tomar en cuenta es ver qué se entiende por pareja a esas edades: no es lo mismo hablar de una relación que lleva un par de años a que alguien lleve a dormir a distintas parejas con las que tal vez solo lleva algunas semanas o meses. “No se puede convertir la casa en un hotel de alta rotatividad”, indicó.

    Por su parte, el psicólogo Álvaro Alcuri dijo a galería que esta situación tiene que ver con los “cambios en los paradigmas educativos, culturales y de convivencia”. “Los padres no creen que el encuentro sexual de sus hijos deba ser prohibido o perseguido como hace unos 50 años. Llegar vírgenes a la noche de bodas, el valor del matrimonio, el de las relaciones sexuales, hasta la idea de salud o enfermedad al respecto, han cambiado. ‘Que sea feliz’ es lo que los padres sienten que deben asegurarles a los muchachos, aunque no está muy claro qué signifique eso”, explicó Alcuri, que es terapeuta gestáltico.

    A eso se suma, dijo Alcuri, que los padres se niegan a ser la autoridad. “La palabra misma los asusta. Creen que son algo así como villanos, los malos de la película si ponen límites. Quieren ser el padre simpático que no pone esos límites, que sobregratifica, y así abunda el ‘amigo’ o ‘confidente”, dijo el experto. En el consultorio tratamos de ayudarlos a que puedan poner límites, a que se elimine la idea de que la autoridad no debe ejercerse, y no confundirse con autoritarismo, su patología”, explicó.

    Con respecto al padre autoritario/padre amigo, otro elemento que incide es que los padres estén separados o divorciados. En ese sentido, indicó Batalla, muchas veces existe una “competencia de permisos” y eso determina que uno de los dos sí permite que los jóvenes duerman con sus novios en su casa como forma de mostrarse más flexible que el otro, algo que tampoco es lo ideal.

    ¿MEJOR EN CASA? Permitir que los novios de los adolescentes se queden a dormir en el hogar implica asumir que los hijos tienen relaciones sexuales con sus parejas de turno. Eso para algunos padres es natural, aunque otros prefieren ni siquiera pensar en esa posibilidad. A esa altura, es importante que el joven ya haya conversado —con sus padres o con otros referentes— sobre la importancia del uso de métodos anticonceptivos, tanto para prevenir embarazos como para evitar enfermedades de transmisión sexual.

    Los que asumen esa realidad con naturalidad suelen ser los que dejan que sus hijos compartan habitación con sus parejas. Incluso hay algunos que son tan flexibles que hasta permiten que sus hijos tengan camas matrimoniales en su habitación. Otros prefieren variantes, como ser que el novio en cuestión duerma en el cuarto de la hermana o hermano del mismo sexo. Esa situación, por ejemplo, se da a veces cuando el novio o novia vive muy lejos de la casa del adolescente.

    Para Alcuri, también hay ocasiones en que los padres autorizan a que los novios de sus hijos se queden en el hogar como forma de “controlar” lo que ellos hacen, pues les permite saber con quién están y cuándo salen. Y, además, tiene que ver con la seguridad, pues entienden que “los peligros de la calle” son mayores al hecho de que tengan relaciones sexuales en el hogar.

    Sobre ese punto, Batalla hizo un paralelismo con lo que ocurre con el consumo de alcohol. Según la médica, muchos padres consideran que es preferible que los jóvenes beban en su casa para no hacerlo en la calle, y ese mismo criterio aplica para el tema de las relaciones sexuales, porque entienden que es mejor que estén en su casa y no en un motel. “Los adolescentes transgreden y tienen que rebelarse. Si les permitimos todo, siempre van a buscar algo más contra lo que quieran rebelarse”, explicó Batalla, que no comparte la idea de “mejor en casa” para reducir riesgos.

    GENERACIÓN PETER PAN. Alrededor de este fenómeno hay un elemento que tiene que ver con qué se entiende por adolescente o joven, y de cómo los padres se relacionan con ellos. En estos tiempos es bastante habitual que personas de casi 30 años sigan viviendo en el hogar paterno, y en muchos casos sin la menor intención de abandonarlo. A esa altura prácticamente a nadie se le puede ocurrir que un hijo de esa edad no tenga relaciones sexuales, pero las interrogantes surgen al momento de que eso ocurra bajo el techo familiar.

    “La ‘adolescencia’ no es una etapa biológica, es una construcción cultural, propia de la modernidad, como decía José Pedro Barrán. Los pueblos primitivos, y en general las distintas culturas hasta más o menos la mitad del siglo XIX, consideraban que el desarrollo sexual (12 años en niñas, 13 en varones, más o menos) alcanzaba para considerarlos adultos, y sin anestesia mandarlos a cumplir las funciones de tales. Esto cambia en el entorno del 900, cuando decidimos que los muchachos deben permanecer con sus padres más y más tiempo, para estudiar, para formarse. A lo largo del siglo XX nos acostumbramos a considerar ‘adolescentes’, es decir ‘no adultos’ a esos ‘mutantes’ que siguen conviviendo con sus padres más y más años, pero no son chicos ni grandes”, dijo Alcuri.

    El especialista recordó que los jóvenes retardan cada vez más la partida del hogar paterno y por eso sus padres no saben cómo tratarlos. “No son grandes, pero tampoco son tan chicos ‘¿Qué hacemos?’ En ese despiste estamos”, indicó Alcuri. “Algunos jóvenes son muy maduros, otros son más niños a la misma edad. La receta que funciona con uno no funciona con otros. Ojo con estandarizar. Pero, claramente, la adolescencia no puede durar hasta los 30, como muchos padres creen”, agregó.

    Batalla es de los que consideran que no debe fomentarse que los jóvenes duerman con sus novios en su casa porque cuando eso ocurre se dilata aún más la partida del hogar. “Hay una prolongación de la adolescencia”, dijo la especialista, algo con lo que ella no está de acuerdo. “Los jóvenes de 20 y pico ya deberían irse de su casa. En eso también inciden los padres, que les facilitan las cosas y entonces ellos no se mudan. ¿Para qué mudarse si tienen lavandería, hotel, restaurante? Usan la casa y muchas veces sin hacer aportes. Pero habitualmente son los padres los que no quieren que se vayan”, dijo Batalla.

    La especialista indicó que cuando se dice que los jóvenes dilatan la partida del hogar por razones económicas es necesario que se les incentive a buscar alternativas para dejarlo al pasar los 20 años. En ese sentido, indicó, es preferible que los padres colaboren con ellos económicamente o que los chicos busquen vivir con amigos, como forma de independizarse.Si se les permite llevar a sus parejas a la casa, explicó Batalla, sentirán aún menos necesidad de independizarse, cuando eso es algo que a su modo de ver se debe “fomentar”.

    A buena parte de los veinteañeros les resulta increíble pensar que el novio o novia no pueda quedarse a dormir en su casa. Pero no hay unanimidad, y todo depende de la forma de pensar de esos padres. Mientras que algunos son liberales y dejan sin problemas que sus hijos compartan habitación con su novio juvenil, otros aún no quieren ni pensarlo. Por eso, hay ocasiones en que esos hijos tienen que mentir para disfrazar la situación. Son muchas las chicas que dicen que se quedan a dormir en lo de una amiga, porque saben que sus padres no tolerarían que se quedaran en lo del novio.

    Como ocurre en este tipo de situaciones, están también los que hacen de esto una distinción de sexos. Hay quienes no tienen problema en que la novia del hijo duerma en el hogar, pero no son tan abiertos al momento de imaginar que el novio de la hija sea el que se quede en la noche del sábado.

    No hay fórmulas ni definiciones claras acerca de qué es lo que hay que hacer. Como dicen los especialistas, hay que conversar del tema y dejar las reglas establecidas de antemano. Hay que apelar a la tolerancia y a la capacidad de adaptarse a los cambios, y pensar que pueden surgir situaciones imprevistas, como les ocurrió a aquellos padres que salieron del baño en la noche y se encontraron con la somnolienta novia de su hijo esperando su turno del otro lado de la puerta.