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El hacker experto en ciberseguridad Chema Alonso, chief data officer de Telefónica, advierte que se puede ganar una elección presidencial manipulando información elaborada a partir de los datos de los usuarios. El ejemplo de Cambridge Analytica en Estados Unidos, que quedó en evidencia tras el triunfo de Donald Trump, está más vigente que nunca, ya que “todavía no se ha tomado ningún control”, le aseguró a Búsqueda.
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Las llamadas fake news (noticias falsas) se han transformado en un poderoso instrumento para desinformar de manera intencionada en el entorno político, y sobre todo en época electoral. “Las redes sociales son un canal que se utiliza para contactar con los objetivos de las fake news para llegar a determinadas personas porque va recogiendo información sobre ellas”, explicó Alonso, quien participó vía videoconferencia del Campus Party de Movistar realizado en Punta del Este, donde presentó Aura, el asistente de voz para hogares de Telefónica basado en la inteligencia artificial.
Social media, aplicaciones gratuitas, servicios de localización, videollamadas... “Es un poco lo de los espejitos de colores. Le están dando una aplicación que es un jueguito y se están llevando la privacidad de esa persona”, añadió.
Y para todo eso hacen falta datos.
—¿Cuándo fue que la gente empezó a regalar sus datos?
—Hace muchos años ya. Desde que los servicios empezaron a parecer gratuitos. Servicios gratuitos a cambio de que tú participaras en su canal. La primera impresión que tenía la gente era: “bueno, yo estoy en el canal y este canal aprovecha para ponerme anuncios”. Pero de repente esos anuncios empezaron a ser cada vez más relevantes para los usuarios y esos servicios comenzaron a necesitar capturar nuestros datos para saber más y más...
—Y a decidir sobre sus vidas…
—Hoy en día competir con los sistemas de big data en eficiencia es imposible, así que todos los servicios gratuitos se basan en recoger grandes cantidades de datos que les permiten desarrollar nuevos modelos de negocio que serían impensables en la época anterior. Hemos pasado de un negocio de canal para ponerte anuncios a uno de canal para recoger datos con los que se va a comercializar con terceros.
—Pero, ¿a la gente realmente le importa la seguridad de sus datos personales?
—La gente se preocupa, pero no se ocupa. Es difícil cuando la tendencia global es que todo funcione así. Tenemos que empezar a darnos cuenta de que si no recuperamos la privacidad, si no recuperamos el control de nuestros datos nos está afectando a extremos que no somos conscientes. Estamos llegando a puntos donde una empresa que detecte que una persona tiene una ludopatía o una adicción al alcohol, en vez de tener un control con esa persona, como existe en el mundo físico, donde a los individuos con una enfermedad de ludopatía no se les permite entrar a centros de juego, donde en la televisión controlamos los anuncios de juegos, de tabaco o alcohol para que los jóvenes no se vean contaminados con esa avalancha de ofertas, en el mundo de Internet es justo lo contrario. Un sistema que está pensado para que si detecta que a una persona le gusta el juego, le lleguen muchas ofertas de juego, bonos y que le sea mucho más fácil apostar. Por eso, debemos recuperar el control de nuestros datos. Esos datos tienen valor, pero también son parte de la dignidad humana.
— Un ejemplo de que esos datos persuaden al mundo es el de Cambridge Analytica.
—Los datos están perfilando a cada una de las personas a partir de información en Internet que no sabemos en manos de quién está y muchas veces se utilizan en cosas que no tienen que ver con nuestro bienestar. El escándalo de las fake news y de Cambridge Analytica en Estados Unidos es un ejemplo, donde esa empresa disponía de entre cuatro y cinco mil datos individuales, de 230 millones de ciudadanos estadounidenses, para atacar con noticias manipuladas que movieran la intención de voto de cada uno de ellos.
—Esta masificación de datos en la que estamos inmersos ha creado falsas realidades para manipular a la sociedad. ¿Qué se puede hacer para evitar algo así?
—Va a ser un trabajo largo. Primero, debemos ser conscientes de no regalar nuestra privacidad a cualquier aplicación que pretende ser gratuita. También, como sociedad, debemos empezar a reclamar que se regule la dignidad de las personas por medio de los datos. Que los países empiecen a controlar, de alguna manera, la expropiación de datos de los ciudadanos para que cada persona reciba un precio justo por el valor de sus datos. Hoy en día hay una economía enorme de servicios por Internet y de empresas que están haciendo grandes cantidades de dinero basadas en los datos que generan las personas y no está siendo justo el comercio. Es un poco lo de los espejitos de colores. Le están dando una aplicación que es un jueguito y se están llevando la privacidad de esa persona.
—En los próximos meses habrá dos procesos electorales en Uruguay. Siendo un país con una fuerte difusión tanto de Facebook, como de WhatsApp, ¿debería preocuparse el sistema porque vuelva a pasar algo como lo de Estados Unidos?
—Sí, claro. Todavía no se ha tomado ningún control. Se sabe lo de Cambridge Analytica y que se ha focalizado mucho en Facebook, pero los data brokers, empresas que están vendiendo datos, son mucho mayores que eso. Empresas que por medio de pequeñas librerías que van instaladas en las aplicaciones gratuitas están recolectando la localización de todos los ciudadanos. Y esos ciudadanos, por donde se mueven, implica saber a qué restaurantes van, donde viven, donde duermen, si la casa es suya o no, si van a conciertos, a partidos de fútbol o a templos religiosos, si tienen una enfermedad crónica porque visitan regularmente un hospital, si van a tiendas de armas… La localización de una persona dice mucho de ella.
—O sea, hoy se puede volver a ganar una elección a partir de manipulaciones.
—Depende del nivel cultural de las personas y de cuán fácil creen que son de manipulables en función de la información falsa que les llega, pero por supuesto que se puede. El que una empresa tenga bien segmentada a toda la población de un determinado país y decidiera manipularla con mensajes falsos a cada uno de esos grupos de opinión, y tuviera un éxito razonable a la hora de conseguir que esa gente diera por buena esas mentiras, por supuesto que le daría una ventaja en las elecciones. La gente está acostumbrada a consumir información muy rápidamente, a no verificar las fuentes, a no verificar que la información sea correcta. Los ataques de fake news están hechos de tal manera que a cada personas le llega la noticia que es propensa a querer creer.
—Se acusa a las redes, y sobre todo a Facebook, de la manipulación de procesos electorales que llevaron a los triunfos de Donald Trump o Jair Bolsonaro. ¿Tan dramático es nuestro presente como usuarios de estas aplicaciones?
—Hay que diferenciar dos cosas. Un partido político puede hacer una buena campaña en redes sociales y tener éxito porque está llegando a mucha gente y comunica bien su programa, y otra es que aparezcan campañas de noticias falsas y manipulación que utilizan las redes sociales. No me atrevería a decir que Bolsonaro o Trump hicieron uso de noticias falsas, pero sí que las redes sociales son un canal que se utiliza para contactar con los objetivos de las fake news para llegar a determinadas personas porque va recogiendo información sobre ellas, información pública, otras veces es información que se compra a data brokers y otras veces es información conseguida por fallos de seguridad en las webs.
—El negocio de los datos es lo que hoy hace la diferencia en una tecnología como la inteligencia artificial.
—La inteligencia artificial está en todos los rincones. Hoy en día, cuando vas a tu celular y buscas una fotografía utilizas en el buscador visión artificial para reconocerla. El mismo Skype cuando hacés una call tiene una opción de difuminar el fondo y es porque hay una inteligencia artificial que está reconociendo en todo momento donde estás. En pequeños detalles de la vida la encuentras.