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Cajas, cajas y más cajas de madera con equipamiento de laboratorio dentro viajaron en avión ida y vuelta de la Base Científica Antártica Artigas. Las primeras dos ediciones de la Escuela Antártica de la Facultad de Ciencias, que permitió a 64 estudiantes de grado viajar al continente helado, recibir capacitación y realizar trabajos de iniciación a la investigación, llevó aparejado un arduo trabajo de mudanza de equipamiento de laboratorio a la base uruguaya solo por unos días. Generó “problemas de carga y pérdida de tiempo”, comentó a Búsqueda Juan Cristina, decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República.
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Es que la base aún no tiene un laboratorio, sino salones vacíos que deben ser llenados con equipamientos que cada investigador o institución lleva consigo cada vez. Esto hace que muchas veces los científicos deban recolectar las muestras y guardarlas para poder procesarlas recién de regreso en Uruguay en sus laboratorios. La carencia es un reclamo de larga data entre la comunidad científica que realiza investigación antártica. Hasta ahora, porque la situación comenzó a cambiar.
En la última campaña antártica, entre diciembre de 2016 y abril de 2017, comenzó la reforma del edificio de la antigua enfermería para adaptarlo como sede del primer laboratorio fijo que tendrá la base uruguaya. De hecho, no será uno sino varios espacios de laboratorio con un total de 80 metros cuadrados, según el detalle del proyecto al que accedió Búsqueda.
El proyecto contempla la reutilización del esqueleto de la edificación de enfermería. En su interior tendrá un laboratorio húmedo (con tres puertas, calefacción, mesadas, una campana de extracción y un sistema de desagües independiente que permitirá la evacuación de sustancias contaminantes a pozo impermeable), un laboratorio seco con dos secciones (una para microbiología y una para ciencias varias) con mesadas y pileta simple, cámaras de incubación y equipamientos varios. Además, habrá un baño con dos boxes y un área de oficina multiuso. La antigua enfermería de la base se utilizará como depósito accesorio al área científica.
El barco, que viajó con materiales y provisiones para todo el año, no pudo cargar suficientes paneles de yeso para completar la obra y esto se hará cuando regrese a la base Artigas sobre fines de 2017.
“Están haciendo la infraestructura y nos queda equiparlo”, informó Cristina. Un costo estimado en equipamiento podría rondar los U$S 50.000.
Con un laboratorio permanente en la Antártida “los investigadores se van a poder quedar más tiempo” y trabajar más, destacó Cristina. De todos modos, aún no hay suficientes fondos para completar el proyecto. “Necesitamos convencer a los parlamentarios de que esto es importante”, indicó.