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    Una dama con dos corazones

    Fruto de un proceso que duró más de dos décadas, hace 130 años se inauguraba la Estatua de la Libertad

    El tiempo era pe´simo en Nueva York. Llovi´a y una espesa niebla difuminaba el perfil de la ciudad. Pese a ello, miles de personas habi´an salido a las calles porque se vivi´a un di´a de fiesta. En la vecina isla Bedloe's se inauguraba la Estatua de la Libertad. Culminaba asi´, el 28 de octubre de 1886, hace 130 an~os, una iniciativa que habi´a tardado ma´s de dos decenios en concretarse. La gigantesca dama con una antorcha en la mano derecha y una tablilla con la fecha de la Independencia de EEUU en la otra, simbolizaba la amistad entre Francia, que la donaba, y Estados Unidos, donde habri´a de convertirse en uno de los monumentos ma´s visitados del mundo.

    “Enviadme a estos, los desamparados sacudidos por las tempestades, a mi´/ Yo elevo mi faro detra´s de la puerta dorada”. Estos versos, de un soneto escrito por la poeta Emma­ Lazarus en 1883, esta´n grabados en una placa de bronce en la base de Libertad. Con acierto suele decirse que resumen el espi´ritu de la acogida recibida por los inmigrantes llegados a EEUU a trave´s del puerto neoyorquino en el tiempo.

    El largo proceso que condujo a la inauguracio´n tuvo momentos de entusiasmo, principalmente por parte de los franceses, pero tambie´n de incertidumbre sobre la suerte del proyecto e incluso cierto desde´n en la opinio´n pu´blica estadounidense. No fue fa´cil a las partes ponerse de acuerdo en materia pecuniaria, pero detra´s de la idea, impulsa´ndola, hubo hombres convencidos de estar esforza´ndose por una buena causa.  

    En 1865, apenas terminada la guerra civil entre el Norte y el Sur, fue asesinado el presidente Abraham Lincoln. Del otro lado del Atla´ntico, el constitucionalista y presidente de la Sociedad Francesa contra la Esclavitud, E´douard de Laboulaye, abri´a su salo´n en Glatigny a dirigentes liberales e intelectuales que se oponi´an al gobierno despo´tico de Napoleo´n III. Uno de los concurrentes era el joven escultor alsaciano Fre´de´ric Auguste Bartholdi, a quien Laboulaye encargo´ hacerle un busto. Durante las sesiones, Laboulaye dijo al artista que quería hacer un regalo a EEUU como testimonio de su admiracio´n por el sistema de libertades de aquel pai´s. La fecha debi´a ser 1876, cuando se cumpliera el centenario de la Independencia de EEUU.

    El regalo serviri´a para recordar el aporte hecho por Francia, en su momento, a las colonias americanas que se liberaron del dominio brita´nico. En ese sentido, evocari´a, discretamente, la memoria del marque´s de Lafayette, figura militar destacada en aquella gesta. Pero, ¿en que´ debi´a consistir el obsequio?

    Bartholdi le propuso donar a EEUU una estatua gigantesca, de un taman~o acorde con el del pai´s al que estari´a destinada. Segu´n el historiador Claude Pasteur, Bartholdi habi´a “contrai´do la obsesio´n de lo colosal” despue´s de visitar Egipto y extasiarse ante los enormes monumentos de Tebas. Planteada la idea, al cena´culo de Glatigny le parecio´ excelente.  

    EL ESCULTOR EN EEUU. En 1867, Bartholdi conocio´ en la exposicio´n de Pari´s al virrey de Egipto, Ismael Pacha´, y le presento´ un proyecto para construir un gran faro en la entrada del canal de Suez, pro´ximo a inaugurarse. Esta obra, fruto de la inspiracio´n del ingeniero france´s Ferdinand de Lesseps —el mismo que ma´s tarde terminó el canal de Panama´—, une el Mediterra´neo con el mar Rojo; por eso, sen~alaba el escultor, el faro debi´a tener la figura de una mujer sosteniendo una potente la´mpara, emblema del “progreso” o el de “Egipto irradiando su luz al Asia”.

    El virrey aprobo´ la idea y Bartholdi comenzo´ a trazar el disen~o. Ferdinand de Lesseps le advirtio´ que Ismael Pacha´ no podi´a financiar la obra. En 1869, cuando el primer barco cruzo´ el canal, el escultor asistio´ al acto como simple invitado.

    El an~o siguiente estallo´ el conflicto franco-prusiano. Francia perdio´ una parte de Alsacia. El Segundo Imperio se derrumbo´.

    En 1871, instalada ya la III Repu´blica, Bartholdi hizo un viaje de estudios a EEUU pagado por su mentor Laboulaye. Si bien no le agrado´ el tren de vida estadounidense, por “tanta agitacio´n”, quedo´ impresionado al arribar al puerto de Nueva York. Un islote en la bahi´a, frente a Manhattan, llamo´ su atencio´n y supo que alli´ debi´a erigirse la estatua. “Encontre´ un emplazamiento formidable”, escribio´ a Laboulaye, haciendo mencio´n de la isla Bedloe's. En la carta adjuntaba un dibujo mostrando a una mujer vestida con una tu´nica y levantando una antorcha. El parecido con lo propuesto a Ismael Pacha´ era evidente. De ahi´ que Bartholdi debiera defenderse toda la vida contra sus detractores, que le reprochaban haber copiado su primer modelo, y afirmara: “La imagen surgio´ de una ra´faga de inspiracio´n, motivada por mi amor a la democracia americana”.

    MARCHAS Y CONTRAMARCHAS. En abril de 1875 se fundo´ en Pari´s la Unio´n Francoamericana, bajo la presidencia de Laboulaye. La entidad inicio´ de inmediato una colecta para recabar fondos mientras Bartholdi apuraba su tarea en la mesa de dibujo.

    La estatua, se habi´a resuelto, no iba a ser de piedra ni de bronce, sino de cobre repujado. Al ir concibiendo la figura de la libertad, Bartholdi disen~ó un rostro grave y sereno y le cubrió la cabeza con una corona de siete picos. En la mano derecha, en alto, situó la antorcha. En la izquierda pensaba poner eslabones de una cadena rota, pero Laboulaye le sugirió colocar una tablilla, la de la ley, donde se inscribiría la fecha de independencia en números romanos.

    En diciembre de 1875, Laboulaye escribio´ al presidente estadounidense Ulysses Grant ofreciendo la estatua y proponiéndole que construyera el pedestal para el monumento. La perspectiva de gastar 100.000 do´lares (unos 2.180.000 de hoy) en eso no entusiasmo´ a Grant, que además necesitaba la autorizacio´n del Congreso para situar la estatua en la isla Bedloe's.

    A esa altura, aunque Bartholdi se esmerara en su labor, con la colaboracio´n del ingeniero E´ugene Viollet-le-Duc —que se ocupó de la estructura interior de la estatua, en hierro, y del armado de la obra—, no llegari´a a tiempo para los festejos del centenario.

    Entretanto, la Unio´n Francoamericana no bajaba los brazos. Charles Gounaud compuso un tema musical sobre la “libertad iluminando el mundo” que se estreno´ en una gala de la O´pera de Pari´s para recabar fondos. Bartholdi, por su parte, viajo´ nuevamente a EEUU llevando un lienzo con la pintura de la estatua en taman~o real. En otro barco, el Labrador, se transportaba un brazo del monumento, a modo de muestra.

    El escultor llego´ a tiempo para los festejos del 4 de julio y se presento´ con el lienzo en el Club de la Prensa neoyorquino. Aquella instancia dio renovado impulso al proyecto: toda la prensa divulgo´ sus detalles y muchos medios lo elogiaron.

    El brazo arribo´ el mes siguiente y fue exhibido en la exposicio´n de Filadelfia, donde causo´ sensacio´n. Pero Filadelfia no quiso pagar por e´l, como pretendi´an los franceses, lo despacho´ a Nueva York y desde esta ciudad volvio´ a Rouen para terminar en Pari´s.

    Un paso importante se dio en marzo de 1877, cuando Grant firmo´ el acta legislativa que permiti´a emprender los trabajos. Sin embargo, aún pasari´an varios an~os hasta su terminacio´n.

    EL COSTOSO ENVIO´N FINAL. En 1879 murio´ Viollet-le-Duc, mientras en los talleres Gaget Gauthier, en Pari´s, segui´an fabrica´ndose las piezas de cobre de la gran dama. Bartholdi recurrió entonces a Gustav Eiffel para ocuparse del armazo´n de hierro.

    En 1883 falleció Laboulaye sin ver la coronacio´n de su afa´n. Un an~o despue´s, la Unio´n Francoamericana donó la estatua a EEUU. Acto seguida se desmontaron las piezas que integraban la estatua (225 toneladas de peso), se numeraron y acondicionaron en 210 cajas de madera. Transportadas en carretones hasta la estacio´n Saint Lazare, un tren las llevó luego hasta Rouen, donde se subieron al buque I'Isere, el 21 de mayo de 1884. Despue´s de 25 di´as, la nave llegó al puerto de Nueva York donde la esperaban autoridades locales y una fiesta de bienvenida en el lujoso City Hotel. Pero segui´a faltando el pedestal. La gente no vei´a con buenos ojos invertir dinero en e´l, mientras había otros gastos más importantes. Ello determino´ que cundiera el malestar en Francia, donde se hablo´ de “sublime grado de ingratitud” y de “insolvencia flagrante” por parte de los estadounidenses.

    Ante esta situacio´n, el director del diario neoyorquino “The World”, Joseph Pulitzer, escribio´ un editorial en el que expreso´ su decepcio´n ante esa apati´a, llamo´ a todo ciudadano amante de la democracia a que diera su aporte y prometio´ publicar el nombre de cada contribuyente en su perio´dico. A partir de ese momento, entre marzo y agosto de 1885 se recabaron 101.000 do´lares. Con el dinero, la alcaldi´a encargo´ al arquitecto Richard Morris Hunt el disen~o del pedestal, de 27 metros de alto, que se termino´ de construir en mayo de 1886.

    La estructura de hierro de Eiffel se anclo´ en el interior del basamento y las la´minas de cobre repujado la recubrieron totalmente. En el oton~o boreal de 1886, veintiu´n an~os despue´s de surgida, la iniciativa de Laboulaye y su ci´rculo de Glatigny era una realidad. Por fin, el 28 de octubre de 1886 Bartholdi corto´ la cinta que ataba la bandera de Francia —puesta en la cabeza del monumento—, durante una ceremonia a la que asistio´ el presidente de EEUU Grover Cleveland.

    El tiempo se presento´ tan malo ese di´a, que debio´ suspenderse el especta´culo de fuegos artificiales anunciado en el programa.

    CIERRES Y REPARACIONES. Desde que la estatua esta´ en la isla Bedloe's —denominada Liberty Island en 1956— fue preciso hacer costosos trabajos para reparar los dan~os ocasionados en su revestimiento por efecto de la intemperie. Asimismo, debieron arreglarse partes de la estructura interna.

    Las obras de mayor importancia comenzaron en 1982, bajo la presidencia de Ronald Reagan. Aquel an~o se constituyo´ una comisio´n del Centenario de la Estatua de la Libertad y de la Isla Ellis (punto oficial de entrada de los inmigrantes por Nueva York entre 1892 y 1954) para planificar las tareas de restauracio´n. Se confio´ la presidencia de esta comisio´n especial al empresario Lee Iaccoca, en tanto los trabajos estuvieron a cargo de una firma estadounidense y de expertos franceses especializados en la antigua te´cnica del repujado en cobre.

    Los fondos necesarios fueron recabados mediante suscripcio´n popular. Iaccoca, entonces presidente de la Chrysler Corporation, se puso al frente de la campan~a recaudadora. Los trabajos duraron cuatro an~os; la corona y la antorcha eran los sectores ma´s dan~ados. En 1986, al cumplirse un siglo de su inauguracio´n, la remozada estatua estuvo nuevamente abierta al pu´blico.

    Cuando el terrorismo golpeo´ Nueva York, el 11-S, una de las primeras medidas que tomaron las autoridades fue ordenar el cierre inmediato de la Estatua de la Libertad y disponer en torno suyo recaudos extraordinarios de vigilancia. La clausura fue larga: se prolongo´ hasta el 3 de agosto de 2004.

    Posteriormente, en previsio´n de posibles atentados se instalaron en la base detectores de metales y de explosivos.

    El an~o en que Libertad cumplio´ un siglo, dos autores franceses, Bertrand Dard y Christian Blanchet, escribieron un a´lbum conmemorativo en uno de cuyos pasajes expresan: “Al presente, la estatua ha alcanzado su plena madurez. No hay acontecimiento poli´tico al que no se la asocie. Su imagen se ha convertido en casi cotidiana en la prensa, la publicidad, el co´mic, etc. A cada instante magnificada, interpretada, estilizada, degradada, travestida, subvertida, suscita tanto la ternura y la pasio´n como el desprecio y el odio: nunca la indiferencia”.