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La artista LP visitó Montevideo y dejó al público rendido a sus pies

El show de LP en el Auditorio del Sodre, el miércoles 15, fue una demostración de talento vocal que dejó boquiabierto a todos los que la escucharon
Editora Jefa de Galería

La primera vez que escuché a LP fue en un video que me llegó por un grupo de WhatsApp, un par de años atrás. En imágenes en blanco y negro, cantaba en una sala pequeña, con el público sentado en sillones, una versión del tema Halo, de Beyoncé. Quedé impactada. No conocía la canción. Por la voz aguda y sus facciones parecía una mujer, pero por sus movimientos y su aspecto podía ser un hombre. Además de la potencia vocal y de la energía con la que interpretaba el tema, su imagen era casi hipnótica: salvajes rulos negros que apenas dejaban ver sus ojos, también negros de mirada profunda, rasgos acentuados, boca prominente con dientes perfectos, que se movía en gestos divertidos, y que era la caja de resonancia de una voz de otro planeta. ¿Quién era ese ser extraño que me provocaba tanto con su música y su imagen?

LP es Laura Pergolizzi, una neoyorquina de 41 años y ascendencia italiana (padre abogado) e irlandesa (madre cantante de ópera), que empezó a cantar en 1998, sacó dos álbumes en 2001 y 2004 sin la repercusión deseada y siguió componiendo para otros artistas entre los que figuran Cher, Rihanna (Cheers (Drink to that)), Backstreet Boys (Love Will Keep You All Night), Christina Aguilera (Beautiful People), Noah Cyrus y Céline Dion. Varias de sus canciones fueron utilizadas en programas de televisión y campañas publicitarias. En 2011 firmó contrato con Warner Bros. Records, en 2012 editó un álbum de canciones en vivo, hizo una gira por importantes festivales y se convirtió en la Artista de la semana por la revista Vogue. Recién en 2014, 10 años después de su disco anterior, lanzó su tercer álbum de estudio, Forever for Now. Le siguieron Lost on You en 2016 y Heart to Mouth en 2018, ya con la discográfica BMG. A lo largo de todos esos años LP fue editando sencillos. En 2015 fue cuando golpeó con su gran hit, Lost on You (que escribió después de romper con la actriz inglesa Tamzin Brown; también estuvo en pareja con la cantante y compositora estadounidense Lauren Ruth Ward), alcanzando los primeros puestos en las listas de Europa y consiguiendo cuatro certificaciones de platino y una de diamante en el mismo continente. Nunca, ninguna de sus canciones llegó a figurar en las listas de su país, ni volvió a tener un éxito que impactara en Europa. Tal vez por eso su fama es relativa. Tal vez por eso es casi una artista de culto. Aunque la gira que viene realizando por Sudamérica está demostrando lo contrario.

EN MONTEVIDEO. Hacía más de un mes que las localidades del Auditorio Nacional del Sodre estaban agotadas, cuando el miércoles 15 LP dio su primer show en la ciudad. Quienes la conocíamos no imaginábamos que esta artista tan neoyorquina —que estando de visita por la ciudad uno se la podía encontrar sin planificar ni conocerla tocando en alguna pequeña sala y descubrirla en toda su inmensidad artística— un día iba a anunciar su show a pocas cuadras de casa. La emoción fue inmensa y quedó registrada desde el primer acorde que sonó en la sala montevideana.

A diferencia de los conciertos habituales en los que el desborde del público comienza pasada la mitad del show, esa noche el auditorio se vino abajo en el momento en que LP pisó el escenario. Ya en la primera canción el público empezó a cantar, gritar y saltar dando rienda suelta a la felicidad que le provocan sus canciones. Y lo que siguió fue una fiesta.

El género de LP es el rock, y lo dejó claro desde su vestuario hasta la formación de su banda. Con look noventoso, al mejor estilo Bruce Springsteen, la artista salió al escenario con un jean negro de tiro ultra bajo, camisa blanca, chaleco de cuero negro, pañuelo atado en la frente como vincha, collares y pulseras. Su estatura baja y complexión delgada le daban gracia a sus movimientos, que recorrían todo el escenario. Con esa increíble sonrisa que ocupa toda su cara, cantó varias canciones antes de hablarle al público (siempre en inglés) que ya estaba feliz solo con verla y escucharla en vivo. No dijo mucho a lo largo del concierto, saludó, agradeció, halagó el país—que le pareció muy lindo— y habló directamente con personas que sobresalían de la multitud agolpada contra el escenario. Porque el show de LP en Montevideo se recordará por el constante acercamiento que la cantante tuvo con sus fanáticos con total naturalidad. Todo empezó con algún celular que voló a las manos de LP con la cámara prendida en video y ella, con toda la cancha, lo agarró, se filmó cantando y lo devolvió.

A lo largo de todo el concierto LP bajó varias veces del escenario para saludar, besar, abrazar a su público y, cómo no, sacarse selfies. Además de celulares —en un momento hizo parar la música para escuchar lo que le decía una chica que le gritaba, y se agachó para buscar el celular que había caído debajo de una tarima— tiraron remeras, sacos, cartas y, por supuesto, la bandera de Uruguay, que colgó extendida sobre una especie de mesa alta que tenía detrás del micrófono.

En una entrevista reciente con el medio argentino Infobae, LP asegura que con su música busca conexión. “Trato de lograr que una persona, un alma, esté en el mismo lugar. No pienso mucho en el ‘porqué’, simplemente sentirlo, y tratar de conectar con las personas y no con cualquier otra cosa. Es una forma de vida, no importa el país, la ascendencia, el sistema. Donde sea que esté, a quien sea que me coja, lo que sea que haga, no importa (risas). Estamos para discutir denominadores comunes de sentimientos de las personas. Mi corazón está abierto a lo que tu corazón quiere y siente, y yo respeto eso en un nivel base, y yo solo quiero estar en comunión con vos. Eso es todo lo que estoy buscando en la música”. Y aclara que lo mismo busca cuando está componiendo. “Es casi como un desafío intentar escribir algo de tres o cuatro minutos de duración que pueda cambiar la química entre nosotros en la misma sala. (...) Romper con toda esa mierda armada que tenemos, las divisiones que nos mantienen separados. Por ese momento y tiempo que estás en la sala conmigo, por un par de horas, simplemente rompemos esas paredes y pretendemos que ese tipo de mierda no existe. Eso es lo que me gusta”.

Toda la excitación y entusiasmo del público es el resultado de lo que despierta esta mujer declarada no binaria, que prefiere que se refieran a ella con lenguaje inclusivo, pero que tampoco le molesta que la llamen por el pronombre ella. En un registro mezzosoprano, su canto, que por momentos llega a lo lírico, conmueve, eriza la piel. Y ese canto, junto con una música potente y rockera, transmite una energía poderosa, que hace levantarse de la silla al más apático de los asistentes.

Se anunciaba como un show prometedor y cumplió las expectativas con creces. Aunque vino a presentar su último disco, Churches (2021), hizo un gran repaso de casi dos horas por sus principales temas, acompañada de una banda con formación clásica rockera: batería, bajo, guitarra y teclados, que la tuvo a ella también en la guitarra, la armónica y nuevamente con su principal instrumento, la voz, pero en formato de silbido. Dicen que le gusta mucho silbar y lo deja claro en buena parte de sus canciones, una expresión bien particular que le da cierto carácter a sus composiciones.

Sonaron Strange, Muddy Waters, Recovery, Churches, Lost on You, Girls Go Wild, When We’re High, The One That You Love, de una larga lista de temas de amor y desamor. No tocó Halo, se entiende, porque no es suya, pero igual, una pena para este corazón admirador.