Los clásicos definieron

Y bien. En el paulatino desarrollo de nuestras habituales entregas semanales fuimos reseñando las cambiantes alternativas que se fueron dando a lo largo del año. Que, en lo que refiere al flamante campeón, fueron varias y muy marcadas. El comienzo de Nacional en el Torneo Apertura fue desolador, al punto que tras las primeras fechas se encontraba en el fondo de la tabla, muy lejos de su tradicional rival, que la comandaba. El crédito otorgado al argentino Domínguez (un técnico sin mayores antecedentes) se extinguió mucho antes de lo previsto. Y la por entonces novel directiva tricolor decidió la contratación de Álvaro Gutiérrez, un hombre muy consustanciado con el club, primero como jugador y muchos años después como técnico (en tales calidades había sido incluso campeón uruguayo, en los años 1992 y 2014.

Aunque superado por lo que pasó después, ese nuevo clásico quedó liquidado promediando el segundo tiempo y en un breve lapso de seis minutos, entre el certero remate de Castro y el cabezazo de Corujo. Con un hombre de menos, por la expulsión de Martínez, tras el segundo gol tricolor, a Peñarol le faltó tiempo, fútbol y hasta espíritu para impedir que Nacional se quedara esa noche con el título del Clausura, y a un solo partido de coronarse campeón uruguayo (con la tranquilidad de que su adversario solo podía lograrlo ganando tres finales consecutivas).

Con ese diverso panorama, el clásico del pasado domingo significaba para el tricolor la posibilidad de consolidar definitivamente su trabajosa y oscilante remontada de tantos meses, y para el aurinegro, la de subir el primer escalón de una cuesta muy empinada, que le llevara a ese “trienio” tan ambicionado. Jugándose el todo por el todo, Memo López sorprendió con ocho cambios, tratando de revertir la pobre imagen del duelo anterior. En una cancha muy rápida, y bajo una intensa lluvia, el partido se hizo movido desde el comienzo. Nacional malogró un par de oportunidades frente al arco de Dawson y, a su turno, los peligrosos embates ofensivos de Peñarol murieron en las atajadas de un Mejía muy activo. Cerca del final del primer tiempo, los zagueros centrales de Nacional hicieron sandwich a Estoyanoff, cuando se filtraba entre ambos dentro del área, y aunque el VAR alertó a Andrés Cunha de un probable penal, el juez —luego de ver la jugada— desestimó­ esa indicación, en su mayor error en el partido. La intensidad de juego bajó en el segundo tiempo, y el fútbol se fue haciendo cada vez más impreciso. Todo pintaba para un empate en los noventa minutos y el consiguiente alargue, pero ya cerca del final, en una ofensiva aislada, Zunino recogió un certero pase de Sebastián Fernández y con toque corto logró el que sería a la postre el gol de la victoria. Peñarol ya no tuvo respuesta, y terminó el partido con dos jugadores expulsados, y Guzmán Pereira como improvisado golero. Después, el festejo desenfrenado de los futbolistas tricolores, apenas terminado el partido, y una hinchada que se quedó durante varios minutos en el Estadio, disfrutando el título conseguido y la nueva victoria ante Peñarol, en apenas cinco días.

¿Fue Nacional el mejor equipo del año? Quizás ello pueda ser discutible, por los profundos altibajos mostrados en los diversos torneos. Pero tuvo una gran fortaleza anímica para remontar la enorme desventaja en puntos, desde que Álvaro Gutiérrez asumió como técnico. También el gran mérito de sacar debido provecho de un Peñarol notoriamente debilitado por la transferencia de varias de sus mejores figuras y una racha interminable de lesiones. Ya habrá tiempo, en alguna próxima nota, de abundar sobre el tema, pero no puede caber duda alguna de que la coronación de Nacional se explica y justifica por el dominio casi absoluto que impuso en los varios clásicos que se jugaron a lo largo del año. Terminó invicto en los seis oficiales (incluido el de la Supercopa), ganando tres y empatando los tres restantes. Con el aditamento de que venció a su tradicional adversario en las tres finales que se disputaron este año (por la Supercopa, Clausura y Uruguayo).

Lo que no quita —y ello podrá ser tema de una próxima columna— preguntarse si, en última instancia, este Campeonato Uruguayo lo ganó Nacional…¡o lo perdió Peñarol!