Desde que aprendió a jugar, siempre quiso hacerlo con autitos o pelotas. Siempre quiso vestirse como varón y tenía solo dos años cuando comenzó a enojarse si le ponían ropa de mujer. Una de las peores pataletas ocurrió cuando los padres de la niña le pusieron un vestido para una fiesta. Lloró tanto que decidieron sacárselo. La pequeña se tranquilizó de inmediato. A los cuatro años ya decía que quería ser varón y que no le gustaba ser una niña. Los padres llegaron a la pediatra preocupados. La médica, Teresita Sabat, coordinadora de la Policlínica de Adolescentes del Hospital Británico, sintió que necesitaba capacitarse para abordar ese caso de la mejor manera posible.
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El tiempo pasó. Sabat se capacitó en Buenos Aires, volvió a Uruguay y formó un grupo de médicos tratantes para pacientes trans. Hoy el equipo incluye especialidades como ginecología, endocrinología, psiquiatría, urología, pediatría, cirugía plástica y psicología. También se contactó con el médico Daniel Márquez, quien lideraba el equipo especializado en atención a personas trans el Hospital Saint Bois de la Administración de Servicios de Saludos del Estado (ASSE). Este compartió su experiencia y forma de trabajo, que sirvió de guía para el grupo.
Aquella niña que ya a los cuatro manifestaba que quería ser varón hoy usa el pelo corto, se la llama por un diminutivo asexuado, y juega al fútbol con los niños. Sus padres respetan sus elecciones y asiste a un centro educativo donde no hay pantalón para los varones y pollera para las niñas, sino que todos van de equipo deportivo. Aún no ha llegado el momento de su pubertad, pero Sabat y su equipo ya llevan años formándose para acompañar ese camino.
Han llegado al centro médico varones que desean ser niñas y adolescentes que plantean cuestiones de identidad de género. Más avanzados en edad, incluso hay quienes han solicitado cirugías de cambio de sexo.
No ha sido el único caso. Han llegado al centro médico varones que desean ser niñas y adolescentes que plantean cuestiones de identidad de género. Más avanzados en edad, incluso hay quienes han solicitado cirugías de cambio de sexo.
En el Hospital Británico ya se operó un varón trans; primero recibió un tratamiento con hormonas y luego se hizo una mastectomía para quitarse las mamas, todo financiado por el seguro de salud. El mismo camino recorre actualmente otra persona, que se está hormonizando a la espera de la cirugía.
En ASSE las personas trans también pueden acceder a tratamientos y cirugías. No tienen costo, todo lo cubre la institución.
Pero entre las mutualistas la realidad es diferente. En octubre de 2018 se aprobó la Ley Integral Trans (Nº 19.684) que consagra el derecho a la “atención integral” de la salud que comprende prestaciones “incluidos los tratamientos médico quirúrgicos”, como la hormonización.
El problema es que si bien la ley está vigente, aun no hay reglamentación en lo referente a la salud. Las mutualistas no reciben dinero por tratar a estas personas. Según fuentes del sector consultadas por Búsqueda, en Montevideo hay mutualistas que rechazan tratar a personas trans bajo el argumento de que no hay “mecanismos de financiamiento” establecidos para ello. Nadie paga por la hormonización ni por las cirugías.
No solo el financiamiento es un cuello de botella, también lo es la formación de equipos que sepan abordar estos casos. Incluso en conversaciones entre las mutualistas y el gobierno se ha manejado que es tan bajo el número de personas trans que se debería pensar en una iniciativa de centralizar la atención en alguna institución o servicio en particular.
Las fuentes del mutualismo plantearon que “hay gran preocupación por el tema”. Consideran que el “proceso” está incompleto. Al aprobarse la ley, se generó “una cierta alarma” porque las personas reclaman su derecho, pero las instituciones se ven acorraladas al no contar con “mecanismos de financiamiento”. Por eso estudian caso a caso, y cubren (a veces mediante copagos) o rechazan tratamientos, según la mutualista.
No solo el financiamiento es un cuello de botella, también lo es la formación de equipos que sepan abordar estos casos. Incluso en conversaciones entre las mutualistas y el gobierno se ha manejado que es tan bajo el número de personas trans que se debería pensar en una iniciativa de centralizar la atención en alguna institución o servicio en particular.
Fuentes del Ministerio de Salud Pública (MSP) informaron a Búsqueda que es un tema que “se está analizando en el ámbito de la Junta Nacional de Salud” (Junasa) pero que está “en proceso de trabajo”. Las fuentes indicaron que desde el ministerio son conscientes que la financiación es “un tema” a resolver y dijeron que por eso la Junasa solicitó recientemente nombrar delegados en las instituciones para trabajar con ellos “directamente”. De todos modos, desde el MSP aclararon que no hay plazos establecidos para este trabajo.
“Tenemos las dos puntas, al sector más pobre abordado por la Unidad Docente Asistencial Saint Bois (integrada por la Facultad de Medicina estatal y ASSE) y el sector más rico abordado por un seguro, el Hospital Británico. Los dos extremos tienen equipos bien formados con abordajes e instrumentos”, dijo a Búsqueda el médico y referente en atención a personas trans, Daniel Márquez, y enfatizó que hay una carencia “en el medio”. “Solo con votar la ley no alcanza”, agregó.
Márquez recibe mensajes en su celular de colegas con dudas o planteando la necesidad de formar equipos. Le consta que hay personas trans que se atienden en el mutualismo a las que se les ha negado tratamiento e indicó que muchas veces terminan cambiándose a ASSE por ese motivo, algo que considera es un punto más de “inequidad” para este colectivo.
De hecho Márquez trabaja en una mutualista, es médico de familia en Casmu. Su sala de espera dice mucho: revela que hay un sesgo. Si bien no hay un abordaje institucional en equipo para la atención a personas trans allí, individualmente lo identifican a él y acuden a su consulta. Lo mismo le ocurre a otros médicos del equipo de UDA Sain Bois que trabajan en el sector privado.
A sala llena.
Durante la IX Semana del Hospital Británico la sala de conferencias se llenó como nunca, más de 100 personas (incluso de mutualistas y sector público) asistieron para escuchar a la argentina Fabriana Reino hablar sobre abordaje para personas trans. Es que el tema interesa y preocupa.
En 2019 el Sindicato Médico del Uruguay (SMU) abrió un curso para médicos sobre el abordaje a personas trans y convocó a 230 inscriptos cuando en cursos acostumbran no más de 40.
Márquez es excoordinador del programa de atención integral a la salud de las personas trans en ASSE y ahora es consultor tanto en Uruguay como en el exterior. Le preocupa la falta de formación de los equipos de salud en el tema, aunque asegura que hay interés; las convocatorias a instancias de capacitación este año así lo demuestran. Le inquieta el abordaje de los menores de edad y de los más pequeños, incluso menores de diez. “Los niños lo expresan claramente. Si las madres quieren vestirlos como nena o varón se enojan, lloran, algunos llegan a tener una depresión. Tengo pacientes en muchos puntos del país” del sector público y privado, contó Márquez, que formó a un equipo de ASSE en Paysandú que ahora es referencia para la zona norte.
Cambio de parecer.
A veces el cambio de opinión ocurre porque los “adolescentes están en fase exploratoria” y el rol del equipo de salud en este proceso es “acompañar”, destacó Márquez. Los instrumentos creados por el equipo de la UDA Saint Bois (que se aplican en ASSE, en el Británico, y en Chile, Argentina, Brasil y España) sirven para evaluar cuestiones como la manera en que se autopercibe el adolescente. Ha sido una manera de aterrizar “al terreno científico” este tema, destacó Márquez.
“Hay que acompañar a los adolescentes y quitarle el peso que la sociedad les pone en que no se puede dar marcha atrás. Nosotros no estamos frenando la pubertad” de manera definitiva y “nunca en Uruguay se hizo hormonización en menores de 16 años”, aseguró Márquez. Solo hubo un caso hace dos años en que se frenó la pubertad. Fue en el Hospital Pereira Rossell e incluyó un trabajo muy intenso con el paciente, la familia y el equipo de salud, algo excepcional.
Sabat explicó que con un tratamiento específico se puede demorar la pubertad y ganar tiempo para “ir viendo si es lo que realmente quiere”. Otra cosa es la hormonización, suministrar hormonas del sexo opuesto. En una mujer comienzan a aparecer pelos, a cambiar la voz y atrofiar las mamas, por ejemplo. Al tiempo estos cambios se convierten en irreversibles. También es irreversible la cirugía, algo que maneja para mayores de 18 años y acompañado de un equipo de salud que trabaja con la persona ese paso y evalúa si es adecuado. Contar con equipos de salud formados para esta tarea es clave.
Edición 2047
2019-11-21T00:00:00
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