N° 2060 - 20 al 26 de Febrero de 2020
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa reanudación de la actividad local del pasado fin de semana, al tiempo de permitir ver oficialmente en acción a los dos equipos que, como es costumbre, van a acaparar buena parte de la atención de nuestra afición deportiva (el resto habrá de centrarse seguramente en la ya cercana actividad internacional a escala de clubes y de selección) tuvo una particularidad destacable. Es que apenas cumplida la primera fecha del torneo Apertura, la tabla de posiciones ya registra una diferencia de tres puntos entre los dos equipos grandes, los que –de sobra se sabe– suelen acaparar las mayores expectativas en cuanto a la obtención del título en disputa. Es obvio que a esta altura tempranera esa ventaja aurinegra no tiene una importancia significativa, pero estando ambos en el inicio de un proceso de renovación (tanto de sus respectivos planteles como de quienes lo dirigen) es probable que esos disímiles resultados repercutan en la forma en que, en una y otra institución, se desarrollen las instancias subsiguientes. Así, puede suponerse que en lares aurinegros ese sufrido triunfo frente a Cerro le otorgue a Diego Forlán un marco de cierta tranquilidad para lograr un rendimiento superior al mostrado en dicha ocasión. En tanto que su colega tricolor Gustavo Munúa deberá revisar necesaria y urgentemente ciertos aspectos deficitarios, muy en especial en el plano defensivo, para dotar a su equipo de una solidez que hoy no tiene. Sabiendo bien –por lo ocurrido en la pasada temporada– el muy arduo trabajo que implica iniciar la temporada futbolística corriendo desde atrás.
El arranque del Peñarol de Forlán estuvo lejos de colmar las expectativas que se habían ocasionado. Aunque con un plantel fuertemente renovado, mostró una formación inicial muy parecida a la que terminó jugando el año anterior (solo las caras nuevas del chileno Bravo en el arranque y, avanzado el segundo tiempo, los ingresos del húngaro Vadocz y Kagelmacher). Y su rendimiento fue bastante parecido al de ese entonces, muy lejos con seguridad de lo que el nuevo técnico pretende.
Aunque parezca obvio, lo único positivo para el aurinegro fue alzar una victoria que, a cierta altura del partido, parecía muy lejos de sus posibilidades, y hacerlo frente a un rival que lo había superado en varios pasajes del encuentro. Pudo suponerse que el prematuro gol de Xisco, cortando una sequía de varios partidos, iba a allanarle el camino, pero la reacción de su rival fue casi inmediata, y no solo niveló el tanteador, sino que –en especial en el primer tiempo– estuvo cerca de ponerse en ventaja. Peñarol no tuvo elaboración de juego en la zona central y, consecuentemente, no inquietó mucho a la defensa albiceleste. Ese panorama no varió en el complemento, y pareció complicarse más aún cuando un resbalón del arquero Cardozo, al salir jugando con el pie lejos de su área, le hizo tomar la pelota con las manos, para evitar que un rival se hiciera de ella y encarara en solitario hacia su arco desguarnecido. Tras su justa expulsión se pensó sobre todo que la suerte aurinegra quedaba muy comprometida. Sin embargo, sin preverlo –tonificado por los ingresos de Vadocz y más en especial de Kagelmacher– Peñarol apretó contra su área a un rival ya mermado en su condición física, y tras una excelente jugada de Pellistri, la única en todo el partido, Trindade logró el agónico gol de la victoria (que dejó el retrogusto amargo de la seria lesión de Formiliano, una más que se suma a las ya demasiadas que han venido diezmando al renovado plantel aurinegro).
Seguramente, ese ganar “a lo Peñarol” (como señaló su técnico luego del partido) no hubiera tenido por sí mismo una importancia significativa. Pero lo que sucedió el día siguiente, en el cierre de esa primera fecha, vino a realzar su valía, pues el inesperado traspié de Nacional le dejó con una ventaja de tres puntos, en el inicio mismo del actual certamen.
El equipo de Munúa salió a la cancha del Centenario dispuesto a borrar la muy deteriorada imagen que había dejado tras su muy duro traspié ante Liverpool por la Supercopa. Sin embargo, el transcurso de ese primer choque frente al recién ascendido Rentistas, habría de dejarle inmerso en un mar de dudas. Es que, desde el comienzo mismo del partido, su rival le hizo frente con un planteo muy bien estudiado, que no solo neutralizó sus pretensiones ofensivas, sino que le hizo pasar varios sofocones en su retaguardia. Pero lo peor para Nacional estaba reservado para el segundo tiempo. Apenas reanudado el partido, tras un corner a su favor bien conjurado por la retaguardia del rival, nació un fulminante contragolpe que encontró de manera insolita adelantada a toda la defensa tricolor, lo que permitió que el zaguero Falcón pusiera en ventaja a su equipo (fue tanta la desatención de los defensores albos que en su vertiginosa corrida desde su propia área a la opuesta el autor del gol fue perseguido… ¡por Bergessio!). De allí en más cundió el desconcierto en filas tricolores, sin que Munúa le encontrara solución ni siquiera apresurando el retorno de un Amaral falto de fútbol como la carta salvadora. La retaguardia siguió dando muchas ventajas, bien explotadas por un velocísimo Cristian Olivera, y así no sorprendió que llegara el segundo gol de Rentistas, sellando de forma anticipada la suerte del partido sin que Nacional (con un hombre de menos por la expulsión de Cougo) pudiera siquiera poner en riesgo la justa victoria de su rival.
Con certeza ninguno de los equipos grandes logró exhibir, en su debut en este Apertura, el nivel que sus parciales aguardaban. El aurinegro se pareció bastante al que terminó penosamente la temporada anterior. Es evidente que por varias razones (una insólita y preocupante racha de lesiones, entre ellas) Forlán no ha podido poner en cancha la formación que seguro desea, ni tampoco –por lógica– plasmar la línea futbolística que pretende. Aún así, la forma en que logró su primera trabajosa victoria le permite encarar de mejor modo su futuro, el que, de todas formas, dependerá en mucho de que por fin logre contar con un plantel en buena condición sanitaria.
En tiendas tricolores, en cambio, esta inesperada derrota inicial ha generado una marcada preocupación. Es que este equipo de Munúa (en marcado contraste con el que dirigiera antes Álvaro Gutiérrez, que se hacía sólido desde su defensa) resulta fácilmente vulnerable, habiendo absorbido más de una docena de goles en contra, en los últimos partidos disputados.
Mientras los dirigentes siguen debatiendo para encontrar la fecha más adecuada para el primer choque clásico (resulta inexplicable que este no haya sido digitado, como se hacía hasta ahora) cabe esperar que los eternos rivales eleven pronto su rendimiento. Más aún si es que pretenden –tal como lo han venido anunciando– tener una buena figuración en los ya próximos torneos continentales.