“Estoy muy bien, me encantaría quejarme pero estoy muy bien. Igual que ustedes, suelo decir ‘ahí vamos, tirando…’. Somos iguales, somos un tango”, dice el argentino Martin Bossi, un artista que nació y creció en Lomas de Zamora, estudió comunicación y teatro y es profesor de tenis, deporte al que le dedica tantas horas como a los escenarios. En la última década tomó la posta de Tato Bores, Pinti y Gasalla, y a los 43 años es el principal comediante de su país: se hizo famoso en el programa de Tinelli, donde encarnó a los Kirchner, a Macri y hasta al propio Tinelli. Ahora lanza sus imitaciones de Messi, Maradona, Cristiano Ronaldo y Charly García directo a Internet, donde en pocas horas son vistas por millones. Mientras tanto, no para de agotar salas desde Miami y Madrid hasta la Patagonia. La semana próxima presentará en El Galpón seis funciones de Bossi Master Show, una puesta en escena de gran porte, con músicos en vivo y cuerpo de baile. En Red UTS quedan entradas (de $ 1.800 a $ 3.000) para el viernes 17 a las 21, el sábado 18 a las 21 y a las 23.15, y el domingo 19 a las 19. En la cantina de Canal 10, luego de una nota, Bossi confesó a Búsqueda que ser un mentiroso contumaz lo transformó en una estrella.
—Por el deporte. Tenis. Sigo entrenando y jugando hasta el día de hoy. Me considero un tenista. Y actúo a base de deporte. Uso el deporte para sostenerme en el escenario. Soy un atleta del escenario (ríe). Estoy más que en línea, tengo una preparación hasta exagerada. Juego al tenis en la primera de Temperley y soy sparring de profesionales. Así me entreno y soy útil. Lo hago por hobbie pero tengo un equipo: preparador físico, deportólogo, traumatólogo y kinesiólogo.
—Sí, claro. Pierdo un kilo y 200 gramos por función. Imaginate. En este show tengo más de 20 cambios de vestuario: hago Prince, Freddy Mercury y muchos más. Voy y vengo. No paro.
—¿Se pesa antes y después de la función?
—Sí, claro, tengo balanza en el camarín.
—¿Y cómo pasó del deporte al escenario?
—Fue un proceso. En el colegio no me iba muy bien, más que nada por falta de interés. Pero en casa no decía nada. Mi viejo me preguntaba por las notas y yo le mentía. Un año me llevé varias materias a marzo y por supuesto, dije que había aprobado todo. Me pasé todo el verano jugando al tenis. Iba por el club como un rey, en mi casa era un crack. Mi cara y mi actitud eran las de un estudiante ejemplar. Pero en marzo tuve que enfrentar la verdad y se me vino el mundo encima. Creo que ese verano me di cuenta de que la mentira y la actuación estaban muy cerca. Entonces los libros cobraron sentido para mí. Ese año leí a García Márquez y descubrí otro universo. Cien años de soledad fue una revelación.
—¿Y de ahí al teatro?
—Claro. Estudié con varios actores. Obvio que durante un buen tiempo hacía teatro para levantar minas. Pasé por todas las etapas. Durante mucho tiempo mi vida avanzó por carriles bastante movidos. Estuve bastante perdido. Pero no con sustancias, no hacen falta drogas para perderte. Mi cabeza funcionaba de un modo complicado. Durante mucho tiempo mentí mucho. Mentí demasiado y por momentos creo que me llegué a mentir a mí mismo. Pero de eso te das cuenta después. En ese momento te crees Dios. Y cuando descubrís realmente a Dios te caen muchas fichas.
—¿Es creyente?
—No soy de ir a la iglesia y esas cosas. Pero creo profundamente que hay un Dios que nos acompaña y nos fortalece. Hay muchos cuentos y mentiras. Pero uno se mira en el espejo y sabe muy bien quién es. Ahí no hay personajes, y en eso mi viejo me ayudó mucho. Por suerte pude reencontrarme con él antes de que partiera.
—Con sus videos virales vistos por millones, ¿ya no depende de que la televisión le dé espacios?
—Hoy es mejor publicar en Facebook o YouTube. Llegás a mucha gente que por ahí ya no mira televisión. El de Messi, Suárez y Tabárez llegó a cien mil en pocas horas.
—¿Cómo es el proceso de preparación de una imitación?
—Más que imitaciones, lo que hago son versiones, caricaturas en base a la observación, con algunos rasgos del personaje y mucho de mí. Funciona por la identificación del espectador en eso que ya conoce. Imitar lo físico, los gestos, los tics, los tonos de voz, es lo más fácil. Lo difícil es llegar al alma. Es lo que me permite aguantar cinco minutos al palo siendo Maradona.
—¿Cuáles fueron sus humoristas favoritos?
—Alberto Olmedo, sin dudas. También Pepe Biondi, Tato Bores, los uruguayos como Berugo. Pero Olmedo es fundamental.
—¿Cuánto de desdoblamiento hay en esa mimetización?
—Mucho. Desdoblamiento es una palabra que suelen mencionar los psiquiatras. Podría decir que actúo para escaparme de mí mismo.
—¿Cómo se lleva con el mundo mediático argentino, que mezcla espectáculo, deporte y política?
—El medio me ha ayudado, pero estamos en un momento bastante hinchapelotas. Siempre que decís algo, o sos K o sos macrista, o sos hetero o sos homosexual. Te acusan de K o anti K, te acusan de hincha de Boca o de hincha de River. Te acusan de agrandarte… es el show del odio, ¿viste? Y es bravo navegar en esas aguas. Es complejo ir a una nota, ¿sabés? Antes de ciertas notas, rezo a Dios para salir ileso. Una palabra mal entendida y salís en todas las redes. Hay que tener cuidado.
—¿Se baja línea hoy en el humor?
—Línea política, no. A ver, todo es política. Pero yo no soy partidario, soy un hombre libre, entonces cuando hago humor, lo tomo como personaje público y juego con ese clown. Tengo una opinión sobre Messi pero no la digo porque generaría una polémica. En otras épocas, la tele influía mucho más. Hoy ya no tenemos ese poder. Los políticos hace mucho que cometen demasiados errores como para competir con eso… No es necesario ridiculizarlos, y no hablo de un gobierno: hablo de los últimos 10. Si un equipo se va al descenso no es solo culpa del técnico.
—Estuvo cinco años con Tinelli. ¿Cómo es el tipo en la íntima?
—Es una buena persona, un muy buen amigo. Un tipo que dentro de lo terrible que es ser tan popular, podía haber terminado mal, como tantos otros. La fama es peligrosa y él la lleva muy bien con su familia. Podés concordar o no con él, pero su vida es entretener a la gente. Un día me dijo: “Si hago el programa que quiero, mido un punto de rating”. Él sabe lo que la gente quiere ver y su servicio es hacerlo posible. Es un fenómeno.
—¿Lo ve en la política?
—Ya está en la política del deporte, pero como amigo le deseo que no se meta en la política. Aunque estoy seguro de que si entra, no va a robar, lo cual no es poco. Yo sé que es un tipo honesto.
—Va a hacer teatro para casi cinco mil uruguayos, lo que no es poco…
—Mientras no se den cuenta, que sigan viniendo (ríe). El día en que me descubran vuelvo al barrio. No tengo problema. Hoy estoy acá, pero si un día tengo que ir a actuar a la calle o al bar de la esquina, voy tranquilo.
—Pero quizá el que dijo todo esto en esta entrevista no es usted…
—Juro que este, hoy, soy yo. Si hoy la gente me tiene cariño es porque trascendí el tema de la mentira. Mañana me muero y vos le hiciste una nota a Martín Bossi. Y no pasa nada conmigo, no soy ningún ser especial. Tengo mi función como la tenés vos y trato de hacerla con pasión, y si puedo arrancarles una sonrisa a vos o a tu señora o a tu hijo, me quedo contento. Para eso vengo, conozco mi límite en la cancha. Por ahí hace cinco años te respondía lo que me convenía más. Pero hoy me saqué la máscara.
Vida Cultural
2017-11-09T00:00:00
2017-11-09T00:00:00