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    “El gobierno nos debe una” porque la recolección de firmas contra la LUC “encauzó el descontento” y evitó “desborde social”

    El presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, dijo que el momento “más duro” de su gestión fue el caso Sendic, se arrepiente de haber intentado “derrotar” a la estructura interna, y a su sucesor, sea quien sea, le dice: “Suerte en pila”

    Javier Miranda se emociona. Ante la mirada de 13 militantes frenteamplistas reunidos en ronda en un frío salón del comité Alfredo Acosta, ubicado en la calle Lavalleja de Pan de Azúcar, el presidente de la coalición de izquierdas les dice que siente “honor” de haber conducido la fuerza política durante cinco años y que lo que más le hubiera gustado es que su padre, Fernando Miranda —asesinado en la dictadura—, lo hubiese visto.

    Miranda está embarcado en una gira de despedida por los departamentos del interior antes de abandonar la presidencia del Frente Amplio en el próximo plenario nacional el sábado 24. En medio de esa recorrida, a días de haberse conseguido las firmas para convocar a un referéndum contra la Ley de Urgente Consideración (LUC) y a falta aún de cuatro meses para las elecciones que elegirán su sucesor, el dirigente mantuvo una entrevista con Búsqueda en la que repasó su mandato, que finaliza sin el respaldo de los sectores mayoritarios.

    Miranda está convencido de que el gobierno le “debe una” al Frente Amplio por lograr “encauzar” el descontento social a través de la recolección de firmas, porque si no Uruguay podría haber transitado el mismo camino que Chile. Afirmó que el referéndum servirá para frenar “la soberbia y altanería” del gobierno y que la fuerza opositora corrió “un riesgo enorme” de provocarse “una nueva derrota” si no alcanzaba las firmas.

    Sobre su gestión, dice que el caso del exvicepresidente Raúl Sendic “fue lo más duro” que le tocó. Reconoce que no pudo “transformar al Frente” como hubiese querido y le recomienda a quien lo suceda que no se “ponga de salvador” porque se va a “frustrar”. Y, por último, insistió en que el Frente Amplio “sigue teniendo un déficit enorme” con el interior, porque la dirigencia “debe salir más”.

    —Este sábado cierra un ciclo de cinco años como presidente del Frente Amplio. ¿Con qué sensación se va?

    —Es dificilísimo, porque lo que sale naturalmente es decir, y aunque suene a frase hecha, que es un honor presidir el Frente. Lo digo en serio. ¿Qué más honor en términos de proyección política que haber podido presidir el Frente Amplio? Todo eso tiñe las valoraciones que podés hacer. Cuando te vas, por supuesto, te queda lo que no pudiste hacer. No pude por incapacidad, no hice porque no tuve la fuerza, no hice porque no tuve los apoyos. Cuando me jugué, a finales del 2015, a ir por la presidencia del Frente era para transformar al Frente. Mi idea era que el pensamiento que es capaz de unificar “ideológicamente” a la izquierda es la concepción de los derechos humanos, lugar del que yo venía. Estructurar toda la política sobre la concepción de los derechos humanos, por eso me metí en este baile. ¿Si no por qué te metés en la política partidaria? ¿Por ambición? Yo quiero ser presidente de Liverpool.

    Y entonces, cuando pasás los cinco años, decís: “¿Cuánto pude yo imbuir de aquel proyecto original a la fuerza política?”. Nada. Ahí sin duda es poca cosa. Ahora, de todas maneras fueron cinco años complicadísimos. Entre otras cosas por un hecho clave en la política partidaria que fue perder las elecciones. Después de 15 años de gobierno, no es lo mismo transitar la presidencia habiendo ganado las elecciones que después de haberlas perdido. A mí me hubiera gustado irme del Frente con el Frente en el gobierno. Y, por otro lado, no es poca cosa que después de 15 años de gobierno perdiste las elecciones y vos mantenés la unidad. El Frente Amplio sigue existiendo como tal, no tuvo desgarramiento y acaba de dar una prueba de fortaleza brutal con la recolección de firmas.

    —¿Cree que eso pudo haber ocurrido durante el proceso que derivó en la renuncia del vicepresidente Raúl Sendic?

    —Ese era un riesgo. Ahí tuvimos un riesgo enorme con tensiones muy fuertes en la interna, con muchos enojos. Creo que esas evaluaciones siempre las tenés que hacer con mucho más tiempo ya transcurrido. Y además siempre la memoria es indulgente, te va alivianando. Podés repasar lo que fueron estos cinco años, con muchas calenturas en el camino, y seguramente con muchas cosas dejadas al costado, pero, como decía, todo lo tiñe el honor de haber presidido al Frente. Y no digo que yo haya sido el factor de la unidad, pero por lo menos que no fui un factor de ruptura.

    —Usted en entrevistas anteriores destacó como un mérito que iba a lograr terminar su mandato…

    —¡Y claro! Y lo que más satisfacción me da de todo este proceso fue lo que se hizo con el interior del país. Eso sí. Y esa es la razón de esta gira. No es gratis que yo haya propuesto hacer el acto de los 50 años en Paso de los Toros, en el centro del país, ni que quisiera hacer ahí mi acto de asunción, porque simbólicamente es el centro del país. El interior del interior. Ese es el reconocimiento de una apuesta que hice muy muy fuerte, porque el Frente sigue teniendo un déficit enorme en el interior, un déficit de ir a los pueblos chicos, de ir a Ansina, de ir a Tupambaé, de ir a Fraile Muerto.

    —¿Por qué cree que el Frente Amplio no logra revertir eso?

    —El Frente ve muy bien la descentralización en términos institucionales, pero después en su práctica partidaria sigue siendo una fuerza con un peso de lo metropolitano enorme. Ahora, ¿por qué se da eso? Me pongo un poco en teórico marxista: hay un problema del desarrollo de la fuerza productiva. Si ves el mapa electoral del Frente y el nivel de desarrollo de la fuerza política en el territorio, está fuertemente asociado al nivel de desarrollo económico y cultural.

    —Hace no mucho el intendente de Salto, Andrés Lima, decía que cada vez que aparecía alguien en el interior con proyección nacional no se lo dejaba crecer.

    —No estoy muy convencido de eso, por lo menos no veo que suceda. Pero lo que hay que hacer es salir. Y hay que ir y estar físicamente en los lugares. Y además hay que hacerlo los cinco años, no puede ser que vayamos cuando se va a votar. Eso lo hace el presidente del Frente Amplio, pero lo tienen que hacer los legisladores, lo tienen que hacer los que salen en la tele, como decía Curiel.

    —Suena a la crítica que solía hacer el Frente Amplio sobre los partidos tradicionales, a quienes acusaba de solo ir a pedir el voto.

    —Sí, sí. Totalmente. Justamente, no hay que ir solo a pedir el voto. Hay que estar, conocer, trillar, que vean a los dirigentes. La dimensión de la política en el interior del país, con todas sus diversidades, es mucho más de cercanía y de la cuestión más cotidiana. Y en eso el Frente sigue teniendo déficit.

    Declaraciones al final del Plenario Nacional del Frente Amplio de 2017, tras las sanciones a Raúl Sendic. Foto: Ricardo Antúnez / adhocFOTOS

    —¿El momento más complicado de su presidencia fue el caso Sendic?

    —Sí.

    —¿Más que la derrota electoral?

    —En la vivencia personal y de la vida orgánica Sendic fue lo más duro. Obviamente, en la proyección política sin dudas fue la elección nacional, porque eso cambia el escenario político cualitativamente. Son dimensiones distintas. En la orgánica y en el trato de la gestión política sin dudas que la situación de Sendic fue la más dura. Dejó secuelas y te marca el partido, pero no tiene la dimensión que tiene, no seas malo, perder después de 15 años de gobierno. La derrota electoral te cambia el posicionamiento como fuerza política, te cambia el escenario general, no la orgánica de la fuerza política.

    —¿Qué cosas le hubiese gustado hacer y no pudo o hubiera hecho diferente?

    —En lo general sin dudas me hubiera gustado que muchas cosas se dieran de otra manera. Ahora, cuando estaba escribiendo lo que voy a decir el sábado, hay un tema de herramientas de la gestión política que me hubiera gustado potenciar mucho más. Todo lo que es el análisis estratégico, el pienso estratégico, la incorporación de tecnología y de capacidades humanas para el pensamiento estratégico. Desde análisis de la opinión pública, que lo tenemos pero lo subutilizamos, (hasta) análisis de la conversación pública, cómo incidir en ese ámbito. Yo armé una estructura, pero luego no fui capaz de convencer a la interna sobre la importancia que eso tenía. Y además generé resistencias, que es un error político mío, porque era una unidad estratégica pegada a la presidencia, donde vos tenías un área de opinión pública donde hacías encuestas propias, otra de territorialización de la acción política y social y una tercera que era de producción de información relevante temática.

    En formación política hicimos algún intento, algo avanzamos con la Fundación Seregni, pero falta muchísimo. Me hubiese gustado desarrollar más cursos de formación política, que no quiere decir formación doctrinal-ideológica, no es bajar el canon, sino provocar discusión. Porque para mí, además, era un factor importantísimo de acercamiento de gente joven. Y en la estructura de participación también. El Frente es complejo en su orgánica, complejísimo, formado por aluvión, entonces se van creando organismos, la relación entre organismos es débil…

    —El senador Mario Bergara también insistió en la reforma de la estructura. ¿La próxima presidencia tendrá que encarar este tema?

    —Sí, sí. En la campaña de 2016 yo decía que cuando fundamos el Frente Amplio inventamos los comités de base, que fue un golazo. En Montevideo había un teléfono cada cuatro hogares y de niño yo iba a la panadería todos los días. El espacio de discusión estaba en el territorio, estaba en el barrio. Esa realidad, 50 años después, cambió. Hoy tenés un teléfono en cada bolsillo, no vas a la panadería, entonces cuando vos creaste la estructura orgánica territorializada sobre todo en Montevideo tenía sentido por la forma de organización de la sociedad. Si la forma cambia, vos tenés que evolucionar la forma de la organización de la fuerza política. ¿Esto quiere decir que hay que eliminar los comités de base? No. Sigue siendo una instancia de cercanía fundamental, y en los que no son grandes centros poblados y urbanos esa estructura tiene que ser la fundamental. Ahora, vos tenés que crear, además de eso, otras instancias que posibiliten la participación. Participación en redes, participación a distancia, participación temática.

    En los últimos días de la campaña de recolección de firmas contra la LUC. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

    —Su salida se da luego de haber entregado las firmas para convocar a un referéndum cuya validez está a estudio de la Corte Electoral. En un comienzo no estaba de acuerdo con este mecanismo.

    —La perspectiva era que iban a venir otras medidas que iban a exigir mecanismos de democracia directa. El programa de gobierno oculto de la coalición aparece en toda su crudeza en la Ley de Urgente Consideración, entonces, sin duda, esa ley como símbolo y por su contenido retrógrado era objetivo a pegarle. Es una ley de restauración del tatcherismo.

    —¿El Frente Amplio se jugaba mucho?

    —Lo que pasa es que con las lógicas del referéndum es a todo o nada. Ganás todo o perdés todo. El riesgo de perder, de no juntar las firmas, era infligir una derrota, una nueva derrota…, era durísimo. Y era un riesgo enorme. Y mirándolo fríamente era dificilísimo juntar las firmas. Pero ahí hay un argumento clave que lo hablé mucho con Rafael Michelini, y es que el proceso de recolección de firmas implicaba una sintonía muy fuerte con el movimiento social, que es clave para la izquierda. Y además era encauzar el descontento. Yo digo que el gobierno nos debe una. El proceso de reformas que lleva el gobierno tiene un costo social altísimo y eso genera descontento, genera enormes resistencias, cuando vos no lográs encauzar el descontento eso desborda y eso es el Chile de los últimos dos años. Entonces, el Frente, además de hacer un movimiento político valioso de acumulación, hace un movimiento de encauce del descontento, de darle contención, y llevarlo por vías institucionales y pacíficas. El gobierno en realidad nos debería agradecer.

    —¿Uruguay podría haber sido Chile?

    —En Uruguay tenemos la sensación de que eso no pasa. Y en Uruguay pasan las cosas. La restauración del neoliberalismo también nosotros creíamos que no iba a pasar y tenemos el neoliberalismo más crudo, más ochentista, del tacherismo-reaganismo que te puedas imaginar. El más despiadado. Siempre se dice que en Uruguay no hay espacio para el desborde social. ¿Cómo no? ¡Claro que lo hay! Lo que tiene Uruguay es un Frente Amplio, una institucionalidad que logra encauzar porque, si no, claro que se puede desbordar.

    —¿Qué Frente Amplio quedaba si no se alcanzaban las firmas?

    —Podría ser el afianzamiento definitivo del proyecto restaurador del gobierno. Ahora hay un cambio cualitativo. Yo creo que la juntada de firmas, más allá del referéndum, produce un cambio político cualitativo. Se logró ponerle un límite a la arrogancia del gobierno y a eso de que te caminaba por arriba. Creo que este gobierno tiene un pecado brutal, que es la soberbia, la altanería, y esto lo para. Ellos jugaron totalmente a que no juntáramos las firmas. ¿Qué va a pasar con la reforma de la seguridad social? Por lo menos ahora lo tiene que medir. Cualquier reforma de la seguridad social, la haga Lacalle Pou, Macron o Pedro Sánchez necesita consensos sociales. Y tenés un referéndum en marzo…

    —¿Qué le diría a quien ocupe la presidencia del Frente Amplio?

    —Suerte en pila (se ríe).

    —Usted dijo que no pudo construir los apoyos…

    —Salvo excepcionalidades, la estructura tenés que ganarla, no derrotarla. Y en el Frente sin dudas. Esto me lo dijo un dirigente del Frente que integra la estructura y es un tipo bárbaro: “Vos te equivocaste, Javier, vos debiste haberte acercado a la estructura para llevar adelante las transformaciones y no pretender realizarlas generando espacios alternativos”. Y obviamente sin espalda partidaria no las podés derrotar. Lo que pasa es que el Frente tiene más de 30 sectores participantes, lo cual no parece que sea la expresión de la izquierda y el progresismo. El Frente no es socialista, hay sectores que son y otros que no lo son, pero en todo caso el chiste es que no hay 32 vías al socialismo. Entonces, el fenómeno de la fragmentación, que es reflejo del individualismo, que es reflejo de los proyectos personales más que de los colectivos ideológicos, le produce una dificultad en la conducción que es enorme. Yo no estoy para darle consejos a nadie. Ya te digo: suerte en pila y arreglate como puedas. Ahora, no seas nabo, no te pongas de salvador, de que lo vas a modificar por tu propia impronta porque vas a chocar y no lo vas a lograr. Y te vas a frustrar mucho. Hay que hacer un proceso mucho más paciente, mucho más humilde, de diálogo, persuasión.

    Información Nacional
    2021-07-21T23:01:00