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    “El rumbo” de la actual política económica está “consolidado” aunque se discuta, porque “lo que importa son los resultados”

    Astori considera que su papel en los gobiernos del Frente Amplio es “aportar certeza y confianza” desde la primera línea y anuncia que así seguirá si gana Vázquez porque “no podría vivir sin estar ahí”

    El nombre Danilo Astori está asociado a la palabra presidente para muchos uruguayos. No por haber desempeñado más de una vez, incluido esta semana, ese cargo en forma interina como número dos del gobierno. No es por eso y así lo evidencia lo que ocurrió con sus antecesores. Es porque “se lo merece”, evalúa el actual mandatario José Mujica. Es porque “siempre intentó y nunca pudo”, ironizan sus opositores.

    Puede que sí, puede que no. Pero lo seguro es que hace más de ocho años que está muy cerca de quien tiene a su cargo la mayor responsabilidad pública. Es más, en momentos en los que finalizaba el gobierno de Tabaré Vázquez y luego, en los que se iniciaba el de Mujica, ellos dos resolvieron sumar a Astori a las reuniones más trascendentes que mantuvieron en privado. Así se completó el triunvirato.

    Quizá por eso dice no sentir como un debe el no haber logrado la Presidencia de la República y se manifiesta “agradecido” y “extraordinariamente honrado por los cargos” que le tocó ocupar. Desde ese lugar se prepara para un eventual tercer gobierno del Frente Amplio y anuncia que, si eso ocurre, asumirá el mismo rol protagónico que tuvo hasta ahora.

    Su preferencia es desde un cargo ejecutivo y su objetivo es seguir haciendo lo que él considera que hizo hasta ahora, que es tratar de “aportar certeza y confianza” al Frente Amplio en el gobierno. Eso sí, desde la primera línea, porque “no podría vivir sin estar ahí”, asegura.

    Al analizar en una entrevista con Búsqueda su carrera y futuro político, el vicepresidente destaca algo que él entiende como fundamental y que lo motiva a seguir: “el rumbo de la política económica está consolidado”, “sólidamente consolidado”.

    Esa no es la opinión de un grupo de jerarcas del gobierno afines a Mujica que entienden que llegó el momento de torcer un poco el rumbo. Así lo han manifestado en los últimos meses pero Astori les vaticina el fracaso porque —para él— por un lado “en política lo que importa son los resultados” y por el otro “la columna vertebral del Frente Amplio siempre estuvo de acuerdo con el camino” que inició él como ministro de Economía el 1º de marzo de 2005.

    —¿Se siente satisfecho con la evolución histórica del Frente Amplio desde 1971 hasta ahora?

    —Sin duda que sí pero creo que todavía hay que seguir transitando por el camino que se ha venido recorriendo. El día que pensemos que llegamos estaremos decretando su muerte. Hoy Uruguay está teniendo en el gobierno una izquierda cada día más moderna y capacitada para afrontar los grandes desafíos que plantea la realidad nacional.

    —Esa izquierda “más moderna” a la que se refiere, ¿es consecuencia directa de ejercer el gobierno?

    —Sí. Esa era la hipótesis que teníamos y no sólo se cumplió sino que ocurrió más. La llegada al gobierno fue fundamental para entrar en una etapa que aceleró, enriqueció y profundizó nuestro conocimiento de la realidad en la que trabajamos y nuestra capacidad para modificarla. Uno de los problemas que tenía la izquierda era que no conocía bien la realidad en la que estaba trabajando. Todo gobierno siempre tiene mucho más información que la oposición y la información es absolutamente crucial.

    —Usted evalúa en forma muy positiva el cambio protagonizado por el Frente Amplio desde que está en el gobierno. Sin embargo, para algunos sectores de izquierda lo que ocurrió es que esa fuerza política abandonó sus postulados. ¿Qué responde a eso?

    —Pienso al revés. Creo que fortaleció esos postulados. Cuando el Frente nació en 1971 tenía un programa adecuado a esa realidad, que era totalmente diferente a la de hoy. El sostener hoy los lineamientos programáticos del 71 es como estar hablando de una realidad que no existe. Algunos de los problemas se agravaron con los gobiernos posteriores y eso generó nuevas situaciones. Este fue un país que no creció y en el que no se invirtió durante el transcurso de décadas. Fue un país de crisis financieras, quiebres bancarios, gran endeudamiento, todo eso con consecuencias sociales muy negativas. Eso generó una situación mucho más grave que en 1971. El Frente fue aprendiendo y por eso puede llevar mejor a la práctica los lineamientos del 71 pero con la realidad que existe hoy.

    —¿Qué lineamientos de 1971 está llevando a la práctica?

    —Hoy nuestro trabajo se entiende por los grandes valores que hicieron nacer al Frente Amplio. Esos valores son la lucha por la igualdad en el marco de la libertad y la justicia. Esos lineamientos han sido tenidos en cuenta por los gobiernos del Frente Amplio. Lo que cambian son los instrumentos.

    —Mencionaba al pasar las crisis recientes en Uruguay. El ejemplo más importante es la del 2002, en la que usted quedó enfrentado con la mayoría del Frente Amplio porque pretendía que la izquierda tuviera un rol más activo en la salida. ¿Reivindica lo hecho por el gobierno de Jorge Batlle en ese momento?

    —Tuvimos dos crisis. La bancaria y del sistema financiero, que fue endémica, con grados de morosidad y endeudamiento altísimos y por otro lado la de la deuda. Uruguay llegó a ser el segundo país más endeudado del mundo después de Turquía. La llegada a esas crisis fue principal responsabilidad de los gobiernos que tuvimos de parte de los partidos tradicionales, que no tenían mecanismos de regulación y prevención capacitados ya no para prevenir sino para actuar después. Eso marca un contraste con lo que ocurre ahora, que tenemos de los mejores mecanismos de América Latina y el mundo desarrollado. Luego de producida la crisis, la salida por la que se optó, sobre todo a partir de la llegada de Alejandro Atchugarry al Ministerio de Economía, fue la que el país debió seguir. La actitud de apoyo a esa salida fue la indicada y el tiempo lo demostró. Nos hubiera costado mucho más enfrentar esto en 2005 si el país hubiera optado por un camino diferente.

    —Por el default, por ejemplo, como señalaban algunos dirigentes del Frente Amplio...

    —...por ejemplo. Tuvimos diferentes opiniones en una situación muy compleja en la que no era difícil tener discrepancias. Las diferencias existieron pero luego la propia realidad nos fue llevando a acordar acerca del camino que Uruguay debía seguir transitando. Seguimos desde el gobierno el mismo camino y Uruguay pasó de ser el segundo deudor mundial en 2005 a cancelar en poco tiempo su relación con el Fondo Monetario.

    —Esas diferencias también las tuvo en la crisis de 2002 con Tabaré Vázquez, aunque después haya anunciado que sería su ministro de Economía si ganaba las elecciones...

    —...lo anunció por segunda vez. Ya lo había hecho en 1999.

    —Es cierto. Pero a lo que iba es que eso fue interpretado como un respaldo de Vázquez a la línea económica que usted representa y que genera resistencias en otros sectores de la izquierda. Las disputas siguieron cuando era ministro de Economía. ¿Siempre sintió el mismo respaldo?

    —Sí, siempre. Nunca me sentí ni angustiado ni presionado ni aislado. Por dos razones. Primero porque siempre conté con un equipo profesional muy sólido. Segundo porque la columna vertebral del Frente Amplio siempre estuvo de acuerdo con el camino que hemos seguido y así lo sentía yo. Lo digo con toda sinceridad y sin que suene arrogante, siempre sentí mucha seguridad en el trabajo realizado. Lo cual no quiere decir que no hayamos cometido errores.

    —Sin embargo, los cuestionamientos estaban en esa época y siguen ahora. “Me ganó Harvard”, dijo Mujica cuando era ministro en el período pasado. “El modelo está agotado” o “la discusión interna está lejos de terminar” dicen ahora el ministro Daniel Olesker o el director de la OPP Gabriel Frugoni o otros de los principales asesores del presidente. ¿No son señales concretas de que la disputa sigue?

    —No quiero esconder la realidad ni mucho menos pero siento que el rumbo de la política económica está consolidado. Nosotros no tenemos un modelo porque ese concepto da una idea de estructura cerrada y dogmática respecto a cambios en la realidad. Lo nuestro es tener clara una finalidad con los valores superiores de la izquierda de los que hablábamos hoy. Ese es el rumbo fundamental, la orientación. Hacia eso vamos paso a paso, buscando las mejores herramientas. Y realmente creo que eso está consolidado. Lo nuestro no es política económica con compasión social. Es la transformación de la sociedad como condición de la política económica y, por supuesto, es un camino sin atajos. Evitar algunos pasos, acelerar y buscar resultados inmediatos no sólo no va a producir lo que esperamos sino que puede provocar retrocesos. Ahora siento lo mismo que sentía cuando era ministro de Economía, que es que esto está sólidamente consolidado.

    —Tercera vez que lo dice. ¿Por qué está tan seguro?

    —En política lo que importa son los resultados y uno de los peores errores que podemos cometer es ignorar esos resultados. A veces la discusión va por lados en los que se ignora totalmente los resultados de la política económica que estamos llevando a la práctica. Podrán haber y seguirán habiendo muchas discusiones, y bienvenidas sean, pero los que mandan son los resultados.

    —Del otro lado acusan a los que están a cargo de la economía de ser soberbios y no aceptar los puntos de vista diferentes. ¿Qué responde a eso?

    —No lo siento así por dos razones. Primero porque desde que comenzamos en 2005 hasta hoy hemos hecho un esfuerzo por dialogar con todo el gobierno y también con la oposición. Segundo porque hemos corregido decisiones después de darnos cuenta de que la primera reacción que habíamos tenido ante ciertos problemas no era la correcta.

    —¿Por ejemplo?

    —El caso más reciente forma parte de esta última discusión presupuestal. Allí tuvimos idas y venidas, y me involucro, con aspectos tributarios como la devolución del Fonasa. Toda la historia de los planteos presupuestales del Frente Amplio desde el 2005 contienen ejemplos de modificación de decisiones iniciales por nuestra parte luego de haber discutido y escuchado. Hemos hecho un esfuerzo por tener en cuenta las opiniones ajenas, sean oficialistas o de la oposición.

    —Varios analistas lo consideran a usted como el garante de esa política económica que evalúa consolidada. ¿Comparte esa lectura?

    —No me corresponde a mí hacer un juicio de ese tipo. Lo que trato es de aportar certeza y confianza. Creo que es absolutamente fundamental contar con esos dos atributos. La economía uruguaya tiene que inspirar en su funcionamiento certeza y confianza y hago lo posible por contribuir en ese sentido. Esa certeza y confianza había sido perdida casi por completo por Uruguay. Una de las herencias que recibimos en 2005 fue un país sin confianza. Construir confianza y certeza fue uno de los rasgos fundamentales de estos años.

    —Su rol ha sido entonces contribuir con la “certeza y confianza” en los dos primeros gobiernos del Frente Amplio. ¿Seguirá igual si hay un tercero?

    —Por supuesto. Voy a trabajar con el tercer gobierno del Frente y desde donde me toque estar voy a procurar seguir haciendo este aporte.

    —Habiendo pasado por distintas responsabilidades a lo largo de su carrera, ¿le gustan más los cargos ejecutivos o legislativos?

    —Los ejecutivos. A pesar de que estuve menos tiempo a lo largo de mi carrera política. Pero voy a estar donde me necesiten.

    —Luego de cumplir un rol importante en las últimas dos administraciones, ¿no pensó en la posibilidad de alejarse del centro de las decisiones?

    —No. No podría vivir sin estar ahí. Me cuidaré al máximo para estar con fuerza en el próximo gobierno.

    —Antes de las últimas elecciones opinó que si el Frente Amplio ganaba, se mantendría por más de un período en el gobierno. ¿Sigue pensando lo mismo?

    —No quiero hacer declaraciones con tinte triunfalista pero creo que el Frente tiene muy sólidas posibilidades de seguir gobernando el Uruguay por más de un período. Tiene una adhesión mayoritaria de la población, tiene buenos cuadros de gobernantes y Uruguay tiene una oposición que veo muy débil por su ausencia de propuestas alternativas. No tiene opciones diferentes. Las más claras que ofrecen son eliminar algunas de las transformaciones que hizo el Frente Amplio. Y creo que el pueblo uruguayo percibe eso. Entre otras cosas por lo que decía recién, porque la política son resultados. La gente vive hoy mejor a como vivía en 2005. Esto ocurre en empleo, salarios, pasividades, acceso a condiciones de vida más dignas de parte de los sectores más humildes, entre otras cosas.

    —Eso no ocurre ni en educación ni en seguridad. ¿No le parece que eso también lo puede estar registrando la población?

    —Absolutamente. No quiero ser terminante pero para mí la educación, y la seguridad también está asociada a eso, es la primera prioridad del próximo gobierno. También fue prioridad en estos dos períodos pero hemos tenido problemas para alcanzar más rápidamente resultados que todos queremos alcanzar. No hay que olvidar que la educación pública tiene un período de maduración muy largo. Pero también hay que tener en cuenta la necesidad de mejorar de inmediato la gestión en materia educativa.

    —¿Pero por qué eso no ocurrió en los más de ocho años que llevan de gobierno?

    —Hay que reconocer nuestras responsabilidades y asumir la corrección de conductas que sean necesarias. Pero en el gobierno se vienen haciendo esfuerzos muy importantes por cambiar esto. A los que desde la oposición nos dicen que estuvimos dos períodos y no hicimos los cambios necesarios, les digo que ellos estuvieron mucho más y tampoco los hicieron, con el agravante de que mantuvieron a la educación como la Cenicienta presupuestal. Nosotros por lo menos le dedicamos a la educación el presupuesto más grande de su historia. Los problemas son resultado de décadas de abandono de la educación pública, no se generan en ocho años. No estoy justificando lo que no se pudo hacer todavía, pero sí poniendo las cosas en su contexto.

    —Recién dijo que cree que el Frente Amplio se va a mantener en el gobierno por más de un período. Sin embargo, los tres principales líderes de Uruguay son Mujica, Vázquez y usted y todos tienen más de 70 años. ¿No es necesario un recambio?

    —En los próximos años va a ocurrir la emergencia, como parte de los cambios, de muchos compañeros y compañeras muy capacitados. Hoy hablamos mucho de economía y quiero decir que en economía hay un equipo impresionante. En los próximos años alguna de esa gente va a dar el paso. Eso va a pasar, no tengo la menor duda. Lo de nosotros tres son también circunstancias históricas que se dieron así y que pueden haber contribuido a bloquear. Pero puedo hacer una larga lista de nombres, aunque prefiero no hacerla, que van a asumir la posta.

    —Igual la realidad hoy muestra que la popularidad la tienen ustedes tres y nadie más...

    —Eso responde a diversos factores. En primer lugar, a la altura de nuestras vidas en la que llegamos a las responsabilidades. La verdad es que cuando te toca llegar a esta edad a una responsabilidad tan importante, la propia realidad y los propios cambios van prorrogando tu presencia. La continuidad de ciertos procesos ayuda a eso también.

    —Teniendo en cuenta que son los líderes políticos del Frente Amplio, ¿han tenido conversaciones los tres juntos en privado?

    —Hemos tenido al comienzo de este período de gobierno y al final del anterior. Hemos tenido más de una reunión que no se han hecho públicas. Últimamente han sido más frecuentes las bilaterales para todos lados. Pero sí nos hemos juntado los tres y tenido conversaciones muy importantes. No tuvimos más después para respetar la decisión de Tabaré de tener un año sabático. Pero tenemos una comunicación muy fluida.

    —¿Siente que le queda en el debe haber podido ser presidente?

    —No. Me siento extraordinariamente honrado por los cargos que me tocó ocupar y el apoyo de la ciudadanía no sólo para ser senador una veintena de años sino para llegar a la Vicepresidencia de la República. Ni que hablar la experiencia del Ministerio de Economía, que fue una de las cosas más grandes de mi vida. Me siento más bien muy agradecido.

    —Mujica dijo hace unos días en una entrevista con “Voces” que le hubiera gustado que usted fuera presidente...

    —...las cosas se dieron así y hay que saber aceptarlas y respetar el juicio de la ciudadanía. Disputé la candidatura presidencial dos veces y la ciudadanía tuvo una preferencia clara en otro sentido. Hice lo que sentía que tenía que hacer y el pueblo frenteamplista se pronunció. Y lo acepto bien porque me siento agradecido.