Panamá. Faltan todavía siete meses para que los panameños, el domingo 4 de mayo de 2014, elijan a un nuevo presidente, además de los diputados a la Asamblea Nacional (71 miembros) y autoridades locales. Pero la campaña electoral ya empezó. Y muestra una cara más agria que la que hoy se conoce afuera de un país que en lo que va del siglo XXI ha crecido 7% promedio anual (el aumento del PBI en 2012 fue 10,7% y en el primer semestre de 2013 se situó en 7,3%), con inflación controlada (4,1% en los últimos 12 meses terminados en julio), desocupación de 4,5 % y una inversión que crece y desborda. Panamá se ha constituido en una meca. Se dice que viven en el país 105 “ultra ricos”, con más 15.000 millones de dólares per cápita. Todo esto lo capitaliza el actual presidente, Ricardo Martinelli, cuya gestión recibe el apoyo de más de 60% de la población. Martinelli procura traspasar el poder al candidato de su partido Cambio Democrático (CD), José Domingo Arias, en una actividad que le estaría cuestionada por la propia Constitución y que, según sus críticos, es una mera pantalla previa a una “maniobra reeleccionista”.
Hay otros datos no tan favorables: Panamá, según la Cepal, es el segundo peor país, después de Haití, en distribución de la riqueza; la gente se queja de los precios de los productos alimenticios y básicos (5,9% en agosto); Transparencia internacional dice que son muy pocos los avances en la lucha contra la corrupción; un porcentaje similar de los que apoyan la gestión del presidente afirma que el gobierno viola la libertad de expresión (proliferan los juicios contra periodistas) y bastante más de la mitad de los panameños opina que Martinelli domina los poderes Legislativo y Judicial. “Es un gran constructor de cosas, pero un gran destructor de las instituciones democráticas”, afirma uno de sus críticos mas duros.
En este ambiente ha comenzado la campaña electoral, y “este clima —como declaró a Búsqueda el candidato opositor, Juan Carlos Navarro— no es favorable al funcionamiento del sistema democrático y republicano ni ayuda al mejor desarrollo de una contienda electoral; cualquier cosa puede pasar”.
Navarro, de 52 años, es el candidato presidencial del opositor Partido Revolucionario Democrático (PRD). Fue alcalde de Panamá (1999-2009) y candidato a la Vicepresidencia con Balbina Herrera en las últimas elecciones que ganó Martinelli. Para muchos es el favorito (hay encuestas de todo gusto y color; “yo pago las mías”, dice desafiante Martinelli).
Navarro no cree que prospere la alternativa de una reelección: “está prohibido por la Constitución” y “los panameños no lo permitirán” porque “están en contra de los hombres fuertes”. El candidato opositor habló con Búsqueda en una suite del remozado hotel El Panamá, que hoy constituye una síntesis entre el país de un reciente ayer —sobre el cual escribían los novelistas— y el Panamá que hoy emerge con inusual brío hacia la modernidad.
—En estos días, desde algunos medios se hizo un señalamiento contra el Poder Ejecutivo sobre riesgos de un fraude electoral. ¿Cree que existe ese peligro?
— Después de lo que hemos visto los panameños en estos últimos tiempos, cualquier cosa puede ser posible. Se utilizan formas a las que nos habíamos desacostumbrado. Hace poco se dijo que yo tenía cáncer. Una mentira; una infamia que supongo es la reacción por cómo nos va en las encuestas. Hoy, ciertamente, se observa un avasallamiento de los poderes Legislativo y Judicial por parte del Ejecutivo. Y no es que lo diga yo; es lo que piensa el 70% de los panameños, según las encuestas. Siete de cada diez panameños creen que el Poder Ejecutivo domina totalmente al Poder Legislativo y al Poder Judicial. Este clima no es favorable para el funcionamiento del sistema democrático y republicano, ni ayuda al mejor desarrollo de una contienda electoral. Es un hecho que desde el gobierno se persigue a disidentes y el caso más notorio es el hostigamiento que sufre Roberto Eisenmann, un muy respetado periodista, reconocido internacionalmente.
—Precisamente, Eisenmann (fundador del legendario diario “La Prensa” de Panamá) fue quien advirtió sobre los potenciales riesgo de un fraude. Dijo además, que Martinelli ha sido un constructor de cosas pero un destructor de las instituciones democráticas.
— Sí, él es un critico muy severo del actual gobierno y no se calla, como no se ha callado en el pasado en épocas más duras para Panamá, y eso le ha significado que sea hostilizado desde el gobierno y atacado personalmente por el propio presidente. Estos son hechos, como también es un hecho que los panameños hoy queremos mucho a la democracia, somos muy celosos de ella y de nuestra soberanía y, llegado el caso, todos estamos atentos para impedir cualquier cosa fuera de lugar. Si alguien lo intenta, esté seguro de que lo estamos esperando. En eso también las encuestas son claras.
—Pero usted sabe que hay muchas encuestas que difieren en sus porcentajes y, en una misma encuesta, hay cifras que parecen contradictorias entre sí: por un lado, más de 60% aprueba la gestión del presidente Martinelli y, al mismo tiempo, un porcentaje similar opina que viola la libertad de expresión, uno de los fundamentos básicos de la democracia. ¿Cómo se explica eso?
— Lo primero a anotar es que en Panamá se da la constante de que desde el retorno a la democracia todos los partidos en el gobierno han perdido las elecciones, y la mayoría de esos gobiernos contaban con un alto respaldo de la opinión ciudadana, el que luego no se reflejó en las urnas. Esto, a la vez, nos dice algo más importante sobre la pureza de la democracia panameña: el oficialismo ha perdido siempre y nunca ha habido ningún tipo de “problemas raros”. Ni antes, ni durante, ni después. Por eso le digo que al tiempo de estar alertas, tenemos confianza en el funcionamiento democrático y en la decisión popular de no aceptar ningún tipo de desvío. Además, más allá de las encuestas y de lo que dicen, así como hay que reconocer los avances económicos de Panamá —un crecimiento que se viene dando desde gobiernos anteriores, como lo son a su vez las obras de ampliación del Canal, por ejemplo—, hay datos de la realidad que inquietan a los panameños. Para citar el más notorio, el aumento de los productos alimenticios y de primera necesidad. Algo inédito y que se da en un gobierno de un presidente dueño de supermercados. Eso lo sienten, lo sufren y lo ven los panameños. Hay otros hechos que mueven y motivan a los panameños contra el actual gobierno y es su estilo conflictivo, de confrontación, y en casos, abusando de su poder.
—¿Usted no ve el riesgo de que el presidente Martinelli busque la reelección?
— Eso está prohibido constitucionalmente. Un presidente, para volver a ser candidato presidencial, debe dejar pasar dos períodos. Pero además es una realidad indiscutible que los panameños son contrarios a la reelección.
—Sin embargo, la Constitución, debido a que hubo un error de imprenta al ser publicada y ninguna fe de erratas (se cambio en la prohibición la palabra “ciudadano” por “funcionario”, lo que liberaría al actual presidente que no era funcionario), deja una rendija, sobre todo por si alguien se interesa en deslizarse por ahí. Como usted bien sabe, siempre hay dos bibliotecas y después se llama a referéndum para que el pueblo decida. ¿No cree que el presidente pueda apelar a un referéndum?
— En esa línea puede apelarse a muchas vías, y también maniobras, a través de la Corte de Justicia, del Tribunal Electoral, sin necesidad de referéndum; siempre, como usted dice, puede haber otra interpretación. Si eso pasara, esté seguro que los estaremos esperando y los enfrentaremos con el respaldo de la voluntad popular. Usted acaba de decirlo: se trata de un error sin fe de erratas, pero en Panamá todos sabemos qué es lo que dispone y cuál es el espíritu de la Constitución en materia de reelección. Recoge fielmente el sentir de los panameños que es contrario a la reelección presidencial. Contrario a los “hombres fuertes” y con sobradas razones y antecedentes.
—No obstante ese sentir de los panameños que usted menciona, el presidente Martinelli estaría actuando activamente en la campaña electoral, cosa que también está clara y expresamente prohibida por la Constitución, sin que ocurra nada.
—Lo que usted señala es innegable. Lo ve todo el mundo y se enmarca en los abusos de poder del presidente a que hice referencia. Es más: este gobierno se desayuna diariamente atacando a la prensa independiente u opositora y la persecución de periodistas es una de las tareas que más ocupa a sus funcionarios, lo cual ha sido reiteradamente denunciado a nivel interno e internacional. Y a todo eso y a las carencias —desde agua a transporte y seguridad—, al estilo confrontativo y prepotente y a los abusos, los panameños darán una debida respuesta y sin duda sanción en las elecciones de mayo próximo.
—En el caso de ser electo presidente, ¿después no se sentirá tentado a “cargar” a la prensa porque no le gusta cómo informa sobre su gestión?
—No me va a ocurrir. Soy respetuoso de la libertad de expresión, de la libertad de prensa y del derecho de los ciudadanos, en este caso mis conciudadanos panameños, de saber qué es lo que hacen sus gobiernos y cómo lo hacen. Esa ha sido mi conducta cuando ocupé cargos públicos y la será desde la Presidencia. Además, desde ya me comprometo desde aquí a que no tendré ni procuraré “apoderarme” de ningún medio de información, ni habré de comprar, asociarme o ser accionista de diarios, radios o canales de TV, como sí lo ha hecho el actual presidente y el actual vicepresidente. Yo creo que los gobernantes no pueden tener esa actividad simultánea: en el gobierno y en los medios de comunicación. Yo estoy en contra de eso, no es bueno y se presta a muchas cosas que pueden no ser nada buenas. Ni para la libertad, ni para la democracia, ni en lo que tiene que ver con la correcta administración de los recursos públicos. Ese no será un paso que vaya a dar desde la Presidencia. Lo que sí voy a hacer es buscar a las personas mas intachables para los cargos de “contralor” del manejo de la cosa y los fondos públicos y buscaré a hombres y mujeres reconocidamente impecables y honestos, sean de mi partido o de la oposición, para que ocupen cargos en la Corte de Justicia, en el Tribunal Electoral, de manera de dar todas las garantías a los panameños y asegurar la mayor transparencia. En esa misma línea seré, no solo respetuoso, sino que estaré en la primera línea para la defensa de la libertad de prensa, para que el juez superior, el mayor tribunal que es el pueblo panameño, tenga todos los elementos y la información que necesite para juzgar mi gestión.
