Nº 2164 - 3 al 9 de Marzo de 2022
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáQuienes siguen estas columnas tienen claro que, desde que se vislumbró la posibilidad de contar con un dispositivo tecnológico que permitiera comprobar —en pleno curso del partido— si las decisiones arbitrales fueron acertadas o no y, en su caso, poder corregirlas, opinamos que ello sería altamente beneficioso. Más que nada, pues permitiría subsanar, en tiempo real, los errores detectados, y así asegurar la justicia del resultado final de cada juego.
Finalmente, aunque con bastante retraso respecto a otros países, el VAR (que así se le denominó) se instaló en el fútbol uruguayo, aún con ciertas peculiaridades. Las más recientes: que en la pasada temporada funcionara solo si los contendientes estaban de acuerdo en ello, y que en la presente no fuera utilizado en las tres fechas iniciales.
En nuestra última entrega —vista la tensión generada por la enérgica reacción de la dirigencia de Nacional ante un arbitraje que fuera considerado perjudicial, en su partido ante Liverpool— dijimos que resultaba “imprescindible reimplantar el VAR, al menos para este inminente choque en el Campeón del Siglo”. Y ocurrió que el propio devenir del partido del pasado domingo, nos dio la razón, pues su intervención fue decisiva para clarificar varias jugadas de difícil dilucidación, y contribuir a que la justicia imperara en el resultado del partido.
En cuanto al clásico en sí, nadie puede poner en tela de juicio la legitimidad de la victoria aurinegra, que comenzó a gestarse en los días previos al partido. Las lesiones de Ramón Arias en Peñarol y Brian Ocampo en Nacional, figuras ambas fundamentales en sus respectivos equipos, pusieron en duda su presencia en esta oportunidad. Pero en tanto el zaguero aurinegro logró recuperarse (también de un imprevisto y concomitante contagio de Covid), no ocurrió lo mismo con el delantero tricolor; y su baja privó al equipo tricolor de quien venía siendo su mayor exponente ofensivo. ¡Y vaya si ambas situaciones incidieron en el curso del partido!
Como suele suceder (y habida cuenta de que ninguno de los dos equipos atravesaba por un buen momento futbolístico), no fue bueno el nivel de juego en los primeros minutos. Aunque Nacional tuvo algo más de posesión del balón, no logró generar mayor peligro contra el arco aurinegro. Sin embargo, atacando menos, la única situación de gol fue un cabezazo de Álvarez Martínez (sorprendentemente sin marca en el área tricolor), que conjuró sin problemas Rochet. Sin embargo, a impulsos de Aguirregaray, Peñarol inició sus habituales incursiones por la punta derecha del avance, y en una de ellas, Laquintana enfiló velozmente hacia el arco tricolor, renovando su duelo con Almeida de los clásicos anteriores. Pero esta vez, tras un rebote fortuito, el lateral terminó derribándolo dentro del área, cometiendo un claro penal que Leodán González sancionó correctamente. La ejecución por parte de Ceppelini fue certera y Peñarol —que no había hecho aún demasiados méritos— se puso en ventaja, a la media hora de juego. Sin embargo, la alegría no le duró mucho, pues pocos minutos después, el mismo autor del gol fue expulsado, por colocar una pierna muy dura contra Santiago Ramírez, caído en un confuso entrevero. Y es aquí cuando empezó a gravitar el VAR, pues le advirtió al juez la mayor gravedad de la infracción, de modo que la tarjeta —que era amarilla en un principio— se convirtió en roja, como correspondía. Y aunque Peñarol estaba arriba en el tanteador, se quedó prematuramente con un hombre de menos.
Sin embargo, la intervención más gravitante del VAR ocurrió poco después. Cannobio colocó un medido pase en profundidad para el ingreso a velocidad de Laquintana, por el callejón central de la desguarnecida defensa tricolor. Trezza lo persiguió, casi apareado, y antes de que el delantero aurinegro lograra tomar contacto con el balón, lo hizo volar por el aire. La instantánea decisión de Leodán fue mostrarle la tarjeta roja. No tanto por la brusquedad de su acción, sino porque consideró, aparentemente, que el infractor le impidió al atacante quedar en una inminente situación de gol frente al arco tricolor; algo que sí puede y debe ser castigado con el máximo rigor. Ocurre empero que, al momento en que resultó derribado, el atacante no tenía aún el pleno dominio del balón como para poner en riesgo el arco tricolor. Ante ello, llegó la inmediata advertencia desde el VAR; el juez decidió observar por sí mismo la acción en el monitor y, tras ello, trocó correctamente la inicial tarjeta roja por una amarilla, habilitando a Trezza a que retornara al campo de juego. Huelga señalar la singular trascendencia de esta providencial intervención del VAR, pues ello le permitió a Nacional mantener su superioridad numérica en el campo de juego, hasta el final del partido.
Sin embargo, el equipo tricolor —más bien por su propia incapacidad— no supo o no pudo hacer pesar esa fuerte ventaja, en lo que aún restaba por jugar. Peñarol se hizo fuerte en su último reducto, con Arias como puntal, bien secundado por Menosse. Musto registró su mejor actuación desde su llegada, secundando a Gargano en la zona central. Pero, sobre todo, el aurinegro contó con el inmenso aporte de Canobbio, que se puso el overol y se comió la cancha en un ida y vuelta conmovedor. Y cuando el tricolor colocó algún hombre más en la ofensiva, Larriera no vaciló en sumar a Elizalde a la línea de zagueros. Nacional, en tanto, realizó cinco cambios en el segundo tiempo, aunque le siguió faltando carácter y determinación para volcar el trámite en su favor, pese a ese hombre de más. Su media cancha sigue generando muy poco (las variantes en ese sector no le han dado resultado) y ofensivamente casi no provocó situaciones de peligro. El goleador que fue a buscar, Juan Ignacio Ramírez, sigue sin aparecer, y la única chance de gol la generó el argentino Gigliotti —ingresado en el segundo tiempo— con un cabezazo que rozó apenas un poste del arco aurinegro (curiosamente estuvo en el campo escasos minutos, pues recibió dos amarillas por sendas acciones fuertes, sufriendo así su segunda expulsión en el escaso tiempo que lleva en Nacional).
Aunque igualados en puntaje, Peñarol exhibe hoy una mayor solidez. Aunque extraña a las varias importantes figuras que se fueron, mantiene una cuota de experiencia que le permite a Larriera conservar cierta línea de fútbol. El Nacional de Repetto, en tanto, no ha encontrado aún su mejor formación. Con Ocampo en su nivel, lo que por fin pueda aportarle el colombiano Castro y el mismo Gigliottti, cuando logre jugar, es factible que pueda mejorar su producción. Le falta, sin embargo, la experiencia que le daban algunos futbolistas que hoy no están. Es evidente que ambos deberán mejorar si quieren pelear por el Campeonato. ¡Como también lo es que el VAR debe ser reestablecido en toda su integridad!