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    “Hay que ser muy mala leche para desear que al gobierno le vaya mal y que muera gente para sacar un rédito político”

    El presidente del Sindicato Médico, Gustavo Grecco, admite que Lacalle Pou hizo “las cosas muy bien” durante la pandemia, aunque evalúa que su reclamo de cuarentena obligatoria ayudó a tomar conciencia de la gravedad de la situación; advierte que por la crisis es “altamente probable” que “alguna” mutualista “caiga”

    Hoy suena a prehistoria. A algo lejano. Pero hubo un momento, hace solo unos meses, en que la gente atrincherada en sus casas salía a sus ventanas y le dedicaba un minuto de aplausos a los médicos que estaban en la primera línea de batalla contra la amenaza invisible del coronavirus. La ovación se fue apagando. El confinamiento se hizo cada vez más laxo, se fue avanzando hasta llegar a esta nueva normalidad. La estrategia del Poder Ejecutivo en el manejo de la pandemia surtió resultado. Y el sindicato que representa a los médicos quedó demasiado aislado en su intenso reclamo inicial de decretar una cuarentena obligatoria. Con el espejo en retrospectiva, el presidente del Sindicato Médico del Uruguay (SMU), Gustavo Grecco, concede que el gobierno hizo las cosas “muy bien”, rechaza enfáticamente que el planteo médico buscara un rédito político de oposición y defiende que lo que se propuso “contribuyó” a que la sociedad tomara real dimensión del enemigo al que se enfrentaba. Dijo que se planteó como una suerte de herramienta terapéutica “agresiva” ante un diagnóstico de enfermedad. Para Grecco, este ya es un “tema laudado” mientras eleva su mira a las consecuencias pospandemia que aparecen como nubarrones grises en el horizonte del sistema de salud. El presidente del SMU estima como “altamente probable” que alguna mutualista con sus números en rojos “caiga” durante esta administración.

    Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda.           

    —En el comienzo de la pandemia, el SMU advirtió un escenario complicado y le exigió al presidente Luis Lacalle Pou que decrete una cuarentena obligatoria. A la luz de los hechos, y viendo en retrospectiva cómo ha manejado el gobierno la situación, ¿qué evaluación hace hoy? 

    —Ubiquémonos en marzo. La pandemia había comenzado hace tres meses en el mundo, hacía pocos días se habían diagnosticado los primeros casos en Uruguay, observábamos el desastre que estaba ocurriendo en países como Italia y España. Y observábamos lo que ocurría en nuestro país: fue el único donde una pandemia ocurría en una transición de gobierno, con un cambio de signo. Y donde se comenzaba a tener las herramientas para enfrentarla. Todo era miedo, incertidumbre, dudas. No sabíamos realmente cuán rápido podría propagarse o no. Cuál iba a ser la conducta del virus y de la población. Desde el punto de vista del sistema de salud, que era el gran miedo que teníamos, no sabíamos si la capacidad instalada en camas de terapia intensiva iba a ser suficiente. El cuerpo médico nacional no conocía a los pacientes portadores del virus y su comportamiento. Había pocos laboratorios que pudieran hacer testeos masivos, los equipos asesores científicos todavía no estaban consolidados como guías de las políticas de gobierno. La Administración de Salud de Servicios del Estado (ASSE) todavía estaba en pleno cambio de autoridades. Era un escenario sumamente complejo, de mucha incertidumbre.

    —Y frente a esto ustedes pidieron cuarentena obligatoria. 

    —Dentro de las herramientas, era una herramienta ineludible, de mayor fortaleza o certeza para frenar esto: parar el país. Y bajar la difusión del virus. No fue la única medida que propusimos. También vimos que había que incrementar los testeos, que tenía que existir un plan de rotación de los recursos humanos. Fue en un contexto de medidas y por un tiempo acotado. Una cuarentena sostenida más allá de 20 días es impracticable, insostenible para la población por todo lo que ello significa. Por eso la propusimos en ese plazo. Y quiero ser muy enfático en esto: lo propusimos como una suerte de herramienta terapéutica ante un diagnóstico de una enfermedad. En un tratamiento podés ser más o menos agresivo.

    —Ustedes fueron agresivos. 

    —Claro, porque había tiempo para declarar después. Y la idea era declarar después de Turismo si esto se controlaba. Tuvimos nuestra reunión con el presidente de la República, con el secretario Álvaro Delgado y con el ministro de Salud, Daniel Salinas. Y le planteamos este escenario. En lo que digo que quiero ser enfático es que esto no es politizable. Esto no es político. El problema es que se asimila cuarentena obligatoria al posicionamiento político con el gobierno de Argentina de Alberto Fernández. No. No sos cuarentenista o no cuarentenista. Era la medida que en aquel momento pensábamos que había que tomar. El gobierno tomó la medida pero a su manera.

    —Con la famosa libertad responsable. 

    —Sí, libertad responsable pero sin colegios, sin transporte, sin espectáculos públicos. Hubo medidas del gobierno, claras y específicas con la libertad responsable, y con el temor —porque había temor en la población en aquel momento—. Y creo que nuestro posicionamiento contribuyó a toda esa percepción de la sociedad de la gravedad del asunto que concluyó en que la gente se guardara. Y esa movilidad reducida en un 75%, medida por Google, fue clave. Y evaluando ahora a luz de los hechos, estuvo muy bien lo que se hizo.

    —¿Estuvo bien lo que hizo el gobierno o lo que planteaban ustedes? 

    —Nosotros creemos que recomendamos lo correcto, porque era lo que pensábamos. Sería deshonesto intelectualmente si yo ahora dijera que me equivoqué o tal cosa. Lo dijimos porque estábamos convencidos de que era así. Y el gobierno asumió el riesgo de hacerlo de otra manera. Le fue bien. Y también quiero ser enfático con esto: es fantástico que le haya ido bien. En esto no estamos para confrontar. No es más importante tener razón cuando estamos hablando de la posibilidad de muertes de miles de personas. No es más importante. Se hicieron las cosas de una manera que contempló en un enorme porcentaje los lineamientos que nosotros propusimos. Y para nosotros es tema laudado. Ya fue. Después de todo esto, creció enormemente la capacidad de diagnóstico, se desarrolló un departamento de epidemiología que hizo una trazabilidad de los contagios, el sistema de salud se adaptó. Y aprendimos. Nosotros aprendimos.

    —¿Qué aprendieron? 

    —A tratar a estos pacientes. A convivir con la pandemia, con esta patología.

    —Usted decía que el asunto de la cuarentena obligatoria se politizó. Quizás había algunas razones, el SMU está gobernado por una corriente afín a la izquierda, ustedes presionaron al gobierno. El propio Lacalle Pou les dijo que “los chamanes de la tribu” no lo podían poner en esa posición de tener que hacerles caso sí o sí. 

    —Para empezar, el planteo del SMU fue aprobado por todo el comité ejecutivo, que tiene a todas las corrientes políticas. A la reunión con el presidente fuimos de todas las corrientes políticas que hay en el sindicato. Y yo rechazo enfáticamente las hipótesis de que hicimos este planteo buscando un rédito político partidario. No es la razón de ser del SMU. ¡No lo es! Y hay que ser muy mala leche para desear que al gobierno le vaya mal y que muera gente para sacar un rédito político. Pero muy mala leche tenés que ser. Cuando están en juego miles de vidas, cuando ves que en países vecinos hay fosas comunes. No es así. De ninguna manera, no va con nuestra ética profesional ni con la tradición de los cien años de este sindicato. Los que lo vieron así son los que ven la vida del país así. Los que ven en cada gesto, en cada actitud, en cada tuit, en cada movimiento el a favor o en contra. A modo de Ámsterdam o Colombes. La vida transcurre de otra manera. Hay otros fines, otros ideales y objetivos que trascienden al rédito político. Nosotros, y yo particularmente, ya dejé de preocuparme de lo que digan. Porque no importa lo que diga, igual lo van a tomar en ese sentido. Ya estás estigmatizado y te miran desde ahí. No importa si es bueno o malo lo que dijiste, te miran desde dónde lo dijiste y con qué fin. Creo que tenemos que madurar mucho como sociedad y que no todo es traer agua para tu molino. Tenemos un gobierno que, desde el presidente de la República para abajo, tomó el tema con enorme responsabilidad y alineó al país en el combate de la pandemia. No fue un gobierno prescindente, fue un gobierno que se constituyó en los lugares donde estaban los brotes, que tomó esto con enorme determinación. Y que todos, y eso nos incluye, nos encolumnamos detrás de esa decisión política. Porque eso es lo correcto.

    —Hubo un mensaje claro sobre las medidas de prevención, sin embargo, se dispararon brotes justamente en los equipos médicos, en los centros de salud. ¿Qué es lo que falló ahí? 

    —Lo que pasa es que los centros de asistencia son lugares de convergencia de pacientes portadores del virus porque el virus puede descompensar patologías que terminan en internaciones. Y muchas veces esa patología no es indicativa de que pueda ser un portador Covid, o sea el contagio muchas veces puede ser inevitable más allá de las medidas de cuidado que se toman.

    —Uno tendería a pensar que justamente en los centros de salud las medidas son más extremas.  

    —Bueno, pero en las salas convencionales se circula con tapabocas, se usa guantes… pero el contacto está entre las personas. Es imposible evitar el contacto. Realmente no veo que los brotes en centros de asistencia sean producto de la negligencia por parte de los trabajadores de la salud. Es un lugar que naturalmente está expuesto. En el pico de la pandemia, cuando tuvimos el mayor número de internados, había un porcentaje alto de contagiados, siempre tuvimos alrededor de un 15% de contagiados en el personal de la salud. Y también el multiempleo nos mata.

    —Ese es un tema con el que vienen lidiando desde hace décadas. ¿No hay una solución, es un tema de nunca acabar? 

    —Al modelo de la alta dedicación la arrancamos por allá por el 2012 y ahora llevamos unos 1.700 médicos en ese régimen, lo cual no quiere decir monoempleo...

    —¿Pero la alta dedicación no era para terminar con el multiempleo?

    —Sí, sí, esa es la idea. Para combatirlo en un cambio progresivo. Lo que pasa es que es muy radical el cambio en el mercado laboral para terminar con el multiempleo de una. Hay mojones acordados a nivel de consejos de salarios, estamos midiendo la cantidad de empleos por médicos y eso viene bajando, tanto la cantidad promedio de horas trabajadas como la cantidad de trabajo acumulado. Es muy difícil modificar todo el sistema.

    —¿Cuál es la realidad actual de los médicos? ¿Cómo los afecta la coyuntura de crisis global a causa de la pandemia? 

    Foto: Nicolás Der Agopián / Búsqueda


    —Nos afecta desde varios lugares. Lo primero es la estabilidad del sistema, que va a provocar movimientos que pueden desestabilizar.

    —Las mutualistas ya abrieron el paraguas sobre su situación económica. 

    —Sí, el desempleo puede llegar a impactar muy fuerte en las que están en el límite de su equilibrio económico financiero. Es altamente probable que alguna mutualista caiga. La migración de personas hacia el sector público puede recargar a los hospitales, que van a tener una restricción presupuestal y que va a impactar en la atención de la población más vulnerable. Estamos en plena negociación en los consejos de salarios y además de pensar en términos macros, en la estabilidad del sistema, tenemos que buscar mejorar la calidad, preservar trabajo y preservar salarios. Y eso nos preocupa.

    —¿Usted tiene información de que hay mutualistas que están al rojo y es probable que no aguanten más? 

    —Sí, claro. Que están al límite y que esto les va a pegar en su línea de flotación. Y que el criterio de los gobiernos del Frente Amplio de que acá no se cae ninguna mutualista, este gobierno no lo tiene.

    —El gobierno anterior apalancó muchas mutualistas en problemas. 

    —Las apalancó, sí.

    —¿Por qué? ¿Para defender el modelo sanitario? 

    —Por defender el modelo, por las razones que fueren. Pero hubo situaciones insostenibles.

    • Recuadro de la entrevista

    “La profesión médica es profundamente machista”