“La sociedad es la que excluye”

—Ahí está la clave, y ahí tengo mi discrepancia con Mariano (Palamidessi, director ejecutivo del Ineed): no es el sistema educativo el que excluye, es la sociedad la que excluye: cuando los chicos más pobres llegan al sistema ya están excluidos. El sistema no logra centrifugar, como una lavadora, para que salga una cosa diferente, y así los ricos que entran al sistema privado salen todos bien, los ricos que entran al sistema público salen bien, y los pobres que entran al sistema público salen mal, porque ya entran mal. También hay un problema con el malestar docente, con la baja autoestima de la profesión y con la descalificación de la profesión y la falta de confianza de la sociedad. A los docentes hay que hacerles sentir y reconocer el valor de su profesión. Esa es la clave: si el sujeto no siente que está haciendo algo importante, si siente que todo lo que hace no sirve, nunca va a lograr un trabajo de calidad. El efecto Pigmalión es real, en el sentido de la capacidad de influir en el rendimiento de otros. Hay toda una lógica social que se ha dado durante este último tiempo que tiende a descalificar la profesión. El salario es una manera de descalificarlo. Tantos años con tan bajo salario es una evidencia. Otra evidencia es la falta de confianza, la falta de reconocimiento social para generar el entusiasmo en los docentes, y que sientan que lo que hacen vale la pena. Eso está vinculado con el para qué de la educación, el sentido de la profesión, que tampoco está tan claro, porque las demandas que recibe el docente de la sociedad lo confunden.