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El panorama de trabajo en América Latina no muestra signos alentadores. En 2021 hubo un crecimiento económico en la región, pero resultó “insuficiente” para recuperar los indicadores del mercado laboral, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La crisis provocada por la pandemia de Covid-19 es “demasiado larga” y “preocupante” porque “genera desaliento y frustración” y repercute en la “estabilidad social y la gobernabilidad”.
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Las declaraciones de las autoridades de la OIT no coinciden con la realidad uruguaya. Es que los indicadores que tiene el país muestran que Uruguay parece ir en una dirección contraria a la de sus vecinos. El martes 1º el Instituto Nacional de Estadística (INE) informó que la tasa de desempleo en diciembre fue del 7%, la más baja desde diciembre de 2017. Fue una noticia que el ministro de Trabajo, Pablo Mieres, tomó con “alegría” y evaluó como “positiva”.
La tasa de actividad, en tanto, se situó en diciembre en 62,0% mientras la tasa de empleo fue de 57,7%. Mieres destacó que hay 68.000 puestos de trabajo más respecto a 2020.
El director de la OIT para el Cono Sur de América Latina, Fabio Bertranou, sostuvo que lo que permitió una “recuperación más rápida de la actividad en muchos sectores” en Uruguay fue que la pandemia “no alcanzó niveles tan graves como en otros países”. Consultado por Búsqueda, Bertranou expresó —en una respuesta por escrito enviada el 26 de enero— que el “seguro de paro” con sus “modificaciones” (como la creación de una modalidad “parcial”) fue “fundamental para enfrentar el momento más crítico en materia de empleo”.
“Es una muy buena noticia” que la tasa de desempleo esté a la baja. Sin embargo, Bertranou advirtió que también hay que mirar la tasa de actividad, porque “en muchos casos la pandemia produjo una reducción en la búsqueda” activa de trabajo, lo que afectó particularmente a las mujeres. Es “algo que hay que recuperar”, señaló.
Mercado informal
El ministro de Trabajo informó sobre otro dato que consideró “interesante”. Sostuvo que hubo una “reducción del mercado informal”, ya que su nivel alcanzó el 21,7% de la población, algunos puntos menos al 25% de la prepandemia.
“Hay un desafío que es analizar por qué se ha reducido el trabajo informal, siendo que la cantidad de población económicamente activa ha crecido de nuevo”, dijo Mieres. Su hipótesis es que este mercado se ha disminuido porque la pandemia demostró a los trabajadores formales una “protección importante”, que los informales no tuvieron.
En términos comparativos, otra vez, las cifras de Uruguay son bajas, un dato que en la OIT consideran “auspicioso”. “Esto es porque ha desarrollado durante muchas décadas instituciones y políticas para estimular la calidad del empleo, conjuntamente con un sistema de relaciones laborales”, destacó el director del Cono Sur del organismo.
Sin embargo, pasó una advertencia al gobierno. “Que uno de cada cuatro trabajadores sea informal no debe dejar de ser una preocupación de política pública y de los actores del mundo del trabajo en la medida que la informalidad es un lastre para el progreso económico, la productividad y en particular una limitación para el ejercicio de los derechos laborales”, escribió Bertranou.
En director opinó que “en la medida que se vaya superando la coyuntura de la pandemia”, “sería propicio retomar la agenda de formalización en un sentido amplio”. La “referencia” a incluir en este tema es una de las recomendaciones del organismo, que plantea una “transición” de la economía informal a la formal. En ese proceso es necesario un “enfoque integrado y multidisciplinario” y la OIT sugiere medidas que requieren leyes laborales, incentivos, productividad y fiscalización. También debe incluir “las dinámicas que se generan con el sistema de protección social”.
Bertranou apuntó que se debe considerar que las “experiencias exitosas de formalización en el pasado” se dieron en un contexto económico “favorable”, que condiciona el “efecto” que pueden tener las medidas de reducción de la informalidad.
Negociación colectiva
En 2019, la Comisión de Aplicación de Normales de la OIT incluyó a Uruguay entre los países que no respetan los convenios y libertadores de trabajo, a lo que se le llama “una lista negra”. En 2021, Uruguay evitó volver a figurar entre esos países porque “brindó nueva información” al organismo internacional (Búsqueda Nº 2.133).
Bertranou dijo que, en este momento, “no corresponde” hablar de “lista negra” en el caso de Uruguay. “Está en un proceso regular que está también mediado por los avances que pueda realizar el gobierno en la modificación de la legislación del trabajo”, explicó.
El Ministerio de Trabajo tiene en agenda una serie de cambios a la ley de negociación colectiva. De hecho, ya entregó a las cámaras empresariales y al PIT-CNT un borrador de proyecto de ley, para “abordar las observaciones” que la OIT le hizo a Uruguay y que haya cambios en esa norma.
El director de la OIT destacó como “muy relevante” que el Poder Ejecutivo mantenga “conversaciones sobre el futuro de la legislación laboral” con “las organizaciones de trabajadores y las cámaras empresariales”. Sostuvo que hay algunos temas en los que el “consenso es más expedito” y en otros asuntos “hay mayores divergencias” y “pueden llevar más tiempo de discusión para lograr acuerdos”.
“La legitimidad del proceso y el resultado surgirá a partir del consenso tripartito”, explicó.
Sobre el funcionamiento de los Consejos de Salarios, en tanto, Bertranou destacó el “acuerdo puente” de 2020 y recordó que de esa ronda de negociación resultó que la pérdida de poder adquisitivo debería ser recuperada en la novena ronda, con el cuidado de “no alimentar un incremento en la inflación”. Esas fueron “las bases planteadas en la pauta del gobierno” de 2021.
El jerarca señaló que queda “otro grupo de sectores más afectados por la pandemia” que todavía tiene “dificultades” para recuperar su salario. “En todos los casos, sin embargo, tanto lo sucedido en la octava como en la novena ronda dan prueba de la capacidad de diálogo para llegar a acuerdo de los actores sociales en Uruguay”, elogió.