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    Aburridos admirables

    Nº 2122 - 13 al 19 de Mayo de 2021

    Esta es una historia cuasi insólita, y poco conocida, que involucra a dos de los más ilustres y prolíficos compositores en la historia del tango.

    Pedro Láurenz, bandoneonista que hizo escuela y director de orquesta, con 35 años de edad, promediando la década de 1930 ya cargaba prestigio y admiración por su arte, había tocado con Julio De Caro e integrado un sexteto con Osvaldo Pugliese y compuesto temas como Amurado —en colaboración con Maffia—, De puro guapo y Orgullo criollo, entre otros.

    José María Contursi, hijo de Pascual, un par de años después de la muerte temprana de su padre, en 1932, decidió seguir el mismo camino, aunque buscando una poética propia, más depurada y sentimental, y comenzó, en borrador, a pergeñar algunos versos con la intención de que alguien notorio les pusiera música. Al momento de jugarse por esta vocación tenía 24 años.

    Láurenz y Contursi se conocieron en algún perdido café de la noche porteña y se produjo algo parecido a un mutuo deslumbramiento. Charlaron largo y tendido, ya como amigos de años y no tan recientes, y decidieron —quizás unas copas de más pudieron haber influido, aunque nunca se sabrá— que a partir de ese encuentro compondrían canciones populares únicamente entre los dos.

    La idea fue crear un rubro fuerte, que se impusiera en aquel tan competitivo mundo de la llamada “música de la ciudad”.

    Los demás lo vieron como un compromiso de vida, más que artístico, sellado con un abrazo y un primer proyecto que surgió allí mismo, corriendo 1937: una milonga, Mal de amores, siguiendo la línea “urbana” de esa música de origen rural que, muy poco antes, habían impuesto Sebastián Piana y Homero Manzi con un estilo más ligero, más rítmico que lo conocido hasta entonces.

    —Oigo tu voz / engarzada en los acordes de una lírica guitarra… / Sos milonga de otros tiempos, yo te vi crecer / prendida en las polleras de un bailongo guapo y rompedor / como jamás ha de volver (…) Era feliz / entregado a las caricias de la única sincera / que acunó una primavera que no floreció… / Milonga, ya no puedo continuar… ¡el llanto me venció! / Quiero olvidar… y pienso más.

    Láurenz estrenó Milonga de mis amores con su orquesta y la voz de Héctor Farrell en Radio Stentor, que lo había contratado para un extenso ciclo. Sin embargo, el tema fue grabado, días después, el 26 de mayo de 1937, por Francisco Canaro de modo instrumental. Esta milonga —estructurada, según Oscar del Priore, “con una introducción y dos partes e incluyendo un bello fraseo de bandoneón en la segunda”— no tuvo al comienzo gran repercusión. Empero la situación cambió a partir de las grabaciones de Charlo con los guitarristas Grela, Besada, Alonso y Arana, nuevas versiones del propio Láurenz y las del dúo Baffa-Berlingheri, Juan D’Arienzo, Cacho Tirao, Juan Cambareri, Virginia Luque, Alberto Marino, Jorge Sobral, Rubén Juárez, María Cristina Láurenz, hija del bandoneonista, y muchos intérpretes más.

    Pero mientras Milonga de mis amores siguió su camino hasta hoy, con todo tipo de orquestaciones y cantantes, en medio del “dúo fuerte, irrompible”, apareció lo insólito; Láurez y Contursi solo escribieron tres temas más y se separaron definitivamente, aunque sin perder la amistad: los tangos Vieja amiga, de 1938, Como dos extraños, de 1940 y Es mejor perdonar, de 1942.

    Jamás dieron una explicación racional.

    Contursi dijo en un reportaje, a mediados de la década de 1940: “Es que no fue una buena idea. Después de Es mejor perdonar, nos juntábamos y nos aburríamos de una manera increíble. Decidimos abandonar aquel compromiso. Sé que suena raro…”.

    A Láurenz se le oyó decir alguna vez: “Y, sí… como que se nos acabó el combustible. No nos salía nada y nos dimos cuenta de que era mejor seguir cada uno por su lado, manteniéndonos amigos”.

    Increíble final, realmente, porque ambos, a partir de entonces, pero colaborando con otros compositores, dieron a conocer una gran cantidad de obras significativas para el tango, que la mayoría de los lectores con seguridad mantiene vivos en su memoria. Solo como ejemplo: de Láurenz, Berretín, Mal de amores, Marinera y Mala junta (en colaboración con De Caro); de Contursi, Gricel, En esta tarde gris, Toda mi vida y Tabaco.

    Y otra curiosidad final. Láurenz y Contursi murieron el mismo año, 1972, con diferencia de menos de un mes: 11 de mayo el letrista y 7 de junio el músico.