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Desde que el empresario Juan Sartori puso un pie en la política, hay un mar de especulaciones sobre su futuro. Primero se tejieron todo tipo de sospechas e intrigas alrededor de su pretensión de ser precandidato a presidente de la República, después pasaron las elecciones internas del Partido Nacional, salió segundo, y se plantó la interrogante de hasta dónde acompañaría al ganador Luis Lacalle Pou. O si alguien millonario y con un perfil ejecutivo seguiría apostando a la política desde una banca en el Senado.
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A comienzos de 2020, Sartori despejó dudas y asumió su lugar en el Parlamento en un año especialmente atípico por la pandemia y agitado además por dos leyes ómnibus, pesadas y complejas, que han intensificado el trabajo legislativo. Desde allí, y como puede, Sartori levanta la mano para que lo vean mientras su sector atraviesa distintas turbulencias. El alejamiento de la exsenadora Verónica Alonso y la permanente amenaza de salida —por ahora sin fecha— del diputado Álvaro Dastugue y todo su capital electoral en Montevideo y Canelones con los movimientos evangelistas son algunas de ellas. Y también una relación no del todo fluida, se podría decir casi inexistente, con el otro diputado que tiene el sartorismo, Pablo Viana, que además fue su jefe de campaña durante las elecciones internas.
Este es el ruido de fondo que escucha Sartori al tiempo que da sus primeros pasos como senador. Su estreno, casi al término de la primera legislatura, tiene más chispazos mediáticos que impactos políticos. El empresario ha sido noticia por intervenir con telarañas y un esqueleto de juguete la sala de conferencias del Parlamento durante la celebración de Halloween. O por salir detrás de dirigentes colorados que se tomaban una foto en el ambulatorio del Senado, con brazos levantados y gesto festivo. O por interrumpir una entrevista con un canal de televisión para salir corriendo a ocupar su banca mientras la vicepresidenta Beatriz Argimón reclamaba su presencia en la cámara para una votación. Si algo ha hecho Sartori es quitarles cualquier pátina de solemnidad a los pasillos majestuosos del Palacio Legislativo.
El miércoles 2, durante un receso en la discusión por la Ley de Presupuesto, invitó a todos los senadores y asesores de su partido con hamburguesas de McDonald´s.
Detrás de la diversión de Sartori, hay una especie de secretario que lo ha guiado en esta aventura parlamentaria. Juan Straneo, un joven dirigente de Durazno, es hoy su principal asesor político y técnico. Es quien se encarga de masticarle los conceptos legislativos, las normas que están en discusión y hasta de zurcir acuerdos internos en el partido. “Soy el que abre las puertas en este juego de tronos”, bromeó Straneo en diálogo con Búsqueda. El dirigente es además suplente de Sartori y ha ingresado un par de veces para ocupar su banca. Straneo destacó el “esfuerzo” que está haciendo alguien “pragmático” y “ejecutivo” en adaptarse a los tiempos lentos del legislativo. “A la lógica de discutir algo durante 40 horas cuando todos ya sabemos el final que va a tener. A veces se siente sapo de otro pozo”, definió.
Y dice que el valor agregado de Sartori está en los contactos y el trabajo que hace por fuera del Parlamento. El senador integra cuatro comisiones —Asuntos Internacionales, Medio Ambiente, Industria y Población, Desarrollo e Inclusión— y tiene una buena asistencia en cada una de ellas. Todavía no ha presentado ningún proyecto de ley, pero trabaja en uno relacionado con la bioseguridad en ganadería y en otro vinculado a marcas y patentes de software informáticos.
Foto: Nicolás Der Agopián / Búsqueda
La reinvención del sartorismo y el adiós de Dastugue
Según pudo saber Búsqueda, es un hecho que Dastugue se alejará del sector aunque todavía no tiene definido el momento del adiós. Straneo aseguró que el sartorismo está en plena reinvención de su movimiento. Busca crear un concepto más amplio, una experiencia similar a la que impulsó Lacalle Pou con el sector Todos. “Vamos hacia un paraguas de ese tipo bajo el cual se unan otras agrupaciones”, destacó el suplente de Sartori. Sobre la relación con los dos diputados del sartorismo, puntualizó: “Es buena desde el punto de vista personal. Desde el punto de vista político, ante la visión contrapuesta en cuanto algunos aspectos ideológicos y hasta religiosos que lo identifican a cada uno de ellos, Sartori optó por darles plena libertad sin ningún tipo de obligación ni obediencia debida hacia el movimiento, que trabajen de manera absolutamente independiente en sus decisiones”.
