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Tenía veinte minutos para hacer su exposición, pero se tomó su tiempo. El candidato presidencial blanco Luis Lacalle Pou habló por casi una hora frente a un auditorio de empresarios y políticos argentinos que pagaron para escucharlo durante un almuerzo en el lujoso hotel Alvear Palace de Buenos Aires. “La mayoría de ustedes tiene afectos o intereses en Uruguay”, les dijo. Y les aseguró que lo que les podía ofrecer como candidato es “un país de certezas”. En ese concepto basó todo un discurso que se pareció mucho —en su extensión y contenido— al que hizo en Kibón cuando presentó su programa de gobierno.
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Ante un público convocado por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción, Lacalle Pou no profundizó en los grandes temas económicos o de relaciones bilaterales entre Argentina y Uruguay. Optó por enviar un mensaje más abarcativo sobre lo que pretende ser su gestión de gobierno, pero también envió algún guiño que dejó satisfechos a los comensales argentinos. Dijo que hay “muchísimo de que hablar entre Uruguay y Argentina” para “llevar bien la tensión” que implica la lucha de puertos. Anunció que, si le toca gobernar, en los primeros días de diciembre enviará una delegación a Buenos Aires —“sin estridencias, sin fotos: a conversar”— para “recuperar las relaciones diplomáticas” que “no pueden estar basadas en la buena o mala onda que tenga un presidente de turno”. Y ahí se escuchó un aplauso largo y espontáneo en el mediodía porteño. “Si nos toca ser gobierno nos vamos a relacionar con la nación argentina a través de su gobierno. Y vamos a tirar por tierra las similitudes ideológicas, la buena onda si somos amigos o no”, reafirmó. Expresó su intención de generar una reunión con el Consejo del Mercosur para discutir el código aduanero, el acuerdo multilateral de cargas y las zonas francas. “Si los Estados más chicos no recurrimos ante tribunales y organismos, qué esperamos en esta selva que a veces es el mundo”.
Tras la exposición hubo un breve espacio para preguntas. La última de las cuatro que le hicieron por escrito los presentes, la firmó el bancario Alfredo Piano, que lo interrogó sobre las posibles dificultades para que sus clientes abran cuentas en bancos de Uruguay. Lacalle Pou habló sobre el tratado de cooperación de información tributaria —“una decisión que tomó nuestro gobierno y que no acompañamos”—, dijo que aunque quisiera no “se puede dar marcha atrás” con ese acuerdo pero prometió ser “riguroso” en su aplicación.
Certezas.
Lacalle Pou llegó al Alvear Palace de la mano de su esposa Lorena. A uno de los primeros que saludó fue al candidato por el Frente Renovador, Sergio Massa, con quien se mostró efusivo y compinche. Bromearon, se sacaron fotos, se abrazaron más de una vez. La comitiva del presidenciable blanco estaba integrada, entre otros, por el candidato a vice Jorge Larrañaga, los candidatos a ministros de Economía y de Cultura, Azucena Arbeleche y Pablo Da Silveira, y el diputado Álvaro Delgado.
Lacalle Pou les explicó a los argentinos que su campaña estuvo marcada por dos “hitos”. El primero fue la construcción de una fórmula entre quienes representaban las dos mitades del Partido Nacional. El segundo fue su postura de “por la positiva”, de la que insistió no se apartará aunque tenga sus detractores. Luego siguió con las “certezas” que el país tiene para ofrecer al mundo. Garantizó que las habrá en lo político, porque en Uruguay “todavía se pueden juntar 30 años de democracia en una mesa” y porque el primero de diciembre le va a “tocar el timbre” en la casa al candidato frenteamplista Tabaré Vázquez, que representa la otra mitad del país. “Hay una madurez en Uruguay, un hilo conductor que se ha mantenido. Algunos tuvieron que llegar al gobierno para entenderlo, pero está bien”, cuestionó, y recordó que su equipo de gobierno no tiene “complejos refundacionales”.
Lacalle Pou también ofreció certezas en lo económico. “Casi nadie discute las políticas macro”, destacó y buscó con su mirada a Arbeleche a quien la destacó por trabajar en el Ministerio de Economía desde hace once años y la presentó como un signo de “continuidad”. Con una mirada más doméstica, habló luego de “certezas de futuro” para referirse a la educación y al “salto cualitativo” que deberán dar los uruguayos en ese sentido. Insistió que en su gabinete el ministerio más importante será el de Educación y Cultura.
Blandiendo su programa de gobierno encapsulado en un pendrive, dedicó los últimos minutos a hablar de las inversiones en infraestructura vial (prometió culminar su gestión con el 60% de las rutas nacionales en buen estado), seguridad humana —recordó la alta tasa de suicidios y siniestros de tránsito— y les anunció a los argentinos que su plan más ambicioso será el “asentamiento cero”. En el cierre volvió una vez más al concepto “por la positiva” e insistió que no es algo impostado. “Si no somos mejores personas, no vamos a ser mejores gobernantes”.