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“El 70% de la efectividad de un producto fitosanitario depende de la calidad de la aplicación”, afirmó Ernesto Jalil Maluf, docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad de Lomas de Zamora, durante un taller sobre calidad de aplicaciones y formulaciones organizado por la empresa Syngenta en Dolores, el pasado 1° de octubre.
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El mercado dispone de una amplia variedad de productos fitosanitarios, pero el desempeño de un producto en la protección de un cultivo no solo depende del principio activo aplicado, sino de la calidad de la aplicación y la buena formulación del producto, que este técnico valoró como fundamentales para el éxito, ya que permiten que el principio activo alcance su máximo potencial.
Con el objetivo de capacitar a técnicos referentes de Uruguay en estos temas, Syngenta organizó un taller teórico práctico en la localidad de Dolores. Participaron 50 técnicos, entre los que se encontraban algunos del MGAP, investigadores y varios referentes en el sector agrícola.
En primer lugar, Jalil Maluf habló de la calidad de las formulaciones. Señaló que siempre se habla del principio activo, pero poco se dice de la formulación, que es fundamental y dijo que el desempeño de un producto depende no solo del principio activo sino de la calidad de la formulación y de la aplicación. Explicó que un producto agroquímico es un principio activo en una formulación, que no viene solo, y que dos productos con el mismo principio activo pueden ser muy diferentes dependiendo de la calidad de su formulación. “El tipo de formulación hace a la calidad de aplicación”, manifestó.
Se refirió a que hay formulaciones sólidas y líquidas y que su manejo debe ser diferente. No es lo mismo —dijo— trabajar con un concentrado soluble que con un producto formulado como gránulo dispersable. Señaló que hay productos que se pueden agregar directamente al tanque y otros en que se debe hacer una dilución previa para favorecer su solubilización. Cuando se aplican varios productos a la vez, el orden de mezclado es importante y se deben agregar los más solubles al final. Dijo que desconocer estos conceptos puede provocar la sedimentación de algunos productos, el tapado de boquillas u otros problemas prácticos.
Explicó que la formulación es lo que le permite al producto disolverse adecuadamente en el tanque del fumigador, llegar al cultivo objetivo en forma adecuada, penetrar el tejido vegetal y finalmente actuar. Una buena formulación —dijo— debe ser estable, no generar excesos de espuma, no tapar las boquillas ni los filtros, contener los aditivos que le permitan al ingrediente activo solubilizarse en el agua y no sedimentar, el componente anti freeze que le impide congelarse y solidificarse, los adyuvantes que le permiten penetrar mejor al cultivo y todas las pruebas de toxicidad que lo hagan un producto ambientalmente amigable. Aclaró que en Syngenta se trabaja muchísimo para lograr la formulación adecuada para cada producto.
Calidad de la aplicación
En cuanto a la aplicación propiamente dicha, Jalil Maluf desarrolló varios conceptos de suma importancia para mejorar la calidad. El primero y más básico de todos es revisar el correcto funcionamiento de los equipos de aplicación. Según auditorías realizadas en Argentina, el 50% de los equipos tenían fallas:la bomba funcionaba mal, los agitadores no funcionaban, los filtros estaban tapados, la curvatura y estabilidad del barral era incorrecta, los picos eran inadecuados o estaban tapados, el manómetro funcionaba mal y la presión era inadecuada, etc.
Hacer una correcta cobertura del cultivo con el producto aplicado es fundamental. Para eso es muy importante diferenciar si el producto a aplicar es sistémico o no, ya que aquellos productos de contacto (no sistémicos) precisan mayor cantidad de gotas/cm2. También es importante tener en cuenta el blanco objetivo, ya que no es lo mismo aplicar un herbicida al suelo que un insecticida en un cultivo denso donde el producto debe penetrar el canopeo para matar la plaga. También dijo que importa cuál plaga se quiere controlar y que es diferente controlar una lagarta como la Anticarsia que está en el estrato superior del cultivo, que una Rachiplusia, que se encuentra en estratos medios y es de más difícil acceso. La presión, el tipo de boquilla, el tamaño de gota varían mucho por estos aspectos.
Señaló que normalmente, en las aplicaciones se realizan mezclas de productos, como ser 2 herbicidas juntos, o un glifosato con un insecticida sobre la soja y una gran cantidad de otras combinaciones posibles. Estas permiten ampliar el espectro de la aplicación y facilitarle la tarea al productor. Pero a veces estas combinaciones son incompatibles y generan problemas que bajan la efectividad de los productos. “Cuando mezclamos productos, 1 + 1 puede ser muy diferente a 2”, dijo Maluf. Hay que prestar atención a la etiqueta de los productos para ver qué combinaciones son posibles. También hizo hincapié en la importancia del orden del mezclado. “En general, conviene poner primero los productos sólidos y al final los líquidos, o primero los productos menos solubles y al final los más solubles”, manifestó. Y los aditivos suelen ir al final de todo, salvo que sean correctores de la calidad del agua. Este fue uno de los temas vistos durante la actividad práctica, cuando se veían los problemas que ocasionaba en la dilución si el orden de los productos no era el adecuado.
La calidad del agua fue otro de los temas tratados, tanto en la parte teórica como práctica. Los problemas de dureza, pH, alcalinidad y turbidez (presencia de materia orgánica) afectan la calidad de la aplicación en forma importante. Las sales como el 2,4 D o el glifosato, son muy afectados por la dureza del agua. Durante el práctico se pudo ver cómo precipitaba el producto a medida que se aumentaba la dureza del agua. Por otro lado, la turbidez es de suma importancia en aquellos productos con alta capacidad de absorción al suelo, como el caso del Cerillo.
Finalmente, fue abordado el tema de la deriva, que depende de la condición del tiempo (principalmente del viento) pero también del equipo de aplicación y de la naturaleza química del producto aplicado. Hay productos que son más volátiles, por lo que tienen más problemas de deriva. El viento favorece la deriva, pero también es importante tener en cuenta la temperatura y la humedad relativa por la evaporación del producto. Con temperaturas superiores a 30°C y HR menores a 30% es conveniente evitar aplicaciones.
Partir de un tanque del equipo aplicador limpio, usar aguas adecuadas, con baja dureza y bajo contenido de materia orgánica y con un equipo agitador funcionando normalmente es fundamental para el éxito de la aplicación. Pensar en un producto de alta calidad para lograr un alto control de una plaga, pero descuidar aspectos sobre la calidad de la aplicación traerá resultados frustrantes. En estos casos se tiende a pensar que el producto no funcionó. Debemos tener en cuenta que en el 70% de los casos, lo que no funcionó fue la aplicación, sentenció Maluf.