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El boom de la agricultura en el campo uruguayo fue liderado por empresas de origen argentino y en la primera década del 2000 tuvo una rápida expansión, principalmente del área sembrada de soja, que pasó de 16.000 hectáreas en 2002 a más de un millón de hectáreas en los últimos años. Ese fenómeno, acompañado por el desarrollo de otras actividades del agro, generó problemas de erosión en las tierras locales y para enfrentar esa situación el Ministerio de Ganadería comenzó a exigir planes de uso y manejo de los suelos a los productores agrícolas. Ahora el gobierno argentino pretende implementar una política similar y para eso pidió el asesoramiento de técnicos de esa cartera de Estado y de la Facultad de Agronomía.
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En Argentina “están interesados en el proceso” que hizo Ganadería para que las empresas productoras de granos cumplan con ese requisito, pero la relación entre el gobierno de ese país vecino con los agricultores “es totalmente diferente a la que tenemos acá”, dijo a Campo la titular de la Dirección de Recursos Naturales Renovables (Renare), Mariana Hill. Ese comentario alude al enfrentamiento que tienen las gremiales rurales argentinas con la administración de Cristina Fernández de Kirchner, debido a las restricciones que aplica a las exportaciones de carne y de algunos granos, entre otras medidas impositivas vinculadas al agro, como las detracciones a las ventas en el exterior de ciertos productos.
Debido a esos problemas y a la oportunidad de invertir en un territorio cercano, empresas argentinas se instalaron en Uruguay para producir granos con la utilización del sistema de siembra directa, que implica el laboreo reducido del terreno, y el uso de semillas genéticamente modificadas resistentes a plagas y tolerantes a la aplicación de herbicidas, como el glifosato. Varias compañías que llegaron de la otra orilla del Río de la Plata arrendaron miles de hectáreas y explotaron tierras que tradicionalmente eran destinadas a la ganadería o a la lechería, y productores locales también se volcaron a la plantación de soja y trigo.
Ante los problemas de erosión y degradación de suelos derivados de esa expansión agrícola en el campo uruguayo, el MGAP implementó el plan de uso y manejo de suelos que obliga a los productores de granos a la presentación de sus planes respectivos, adecuados a la capacidad de pérdida de terreno medida por un modelo desarrollado en Estados Unidos y adaptado por la Facultad de Agronomía en los años noventa. El MGAP comenzó a exigir esos planes en los cultivos de invierno de 2013 en campos de más de 100 hectáreas y luego alcanzó las plantaciones de soja el verano pasado. El año próximo, la Renare iniciará una fase piloto para la planificación del uso de los suelos en la lechería.
Días pasados, un grupo de técnicos de esa repartición ministerial y de Agronomía se mantuvieron reuniones con parlamentarios argentinos y funcionarios del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina para dar a conocer en detalle el proceso de implementación de las normas de protección y cuidado de los campos y de los planes de uso y manejo de ese recurso natural.
En esa Secretaría de Estado del gobierno argentino están revisando la legislación vinculada a la sustentabilidad en la utilización del suelo, considerando que es de 1979 y requiere una actualización a lo que es la producción agrícola del país vecino, según dijo Hill.
Indicó:“Ellos tienen algunas características diferentes, pero en algunas provincias argentinas, como la de Buenos Aires y la de Entre Ríos, se adaptaría muy bien lo que estamos haciendo en Uruguay”.
“Hay algunos lugares donde no es aplicable porque son más secos o tienen otros inconvenientes, pero en las provincias vecinas al litoral oeste del territorio de Uruguay se podría adaptar bien (el plan de uso y manejo de suelos)”, advirtió.
Para esa jerarca, este tipo de políticas “son cosas para hacer con un carácter más bien preventivo”. Eso dijo con relación al impacto futuro en cuanto a sustentabilidad de los campos y la fertilidad de los mismos.
“Ellos están muy interesados en el proceso” de aplicación, destacó.
Respecto a la importancia de contar con el apoyo de las empresas agrícolas para la puesta en práctica y el cumplimiento de los planes de suelos, la titular de la Renare valoró la participación de los productores del sector en esa política impulsada por el MGAP y comparó esa situación con la que afronta Argentina.
“No solo que no es la misma relación (que mantiene el gobierno argentino con los productores agropecuarios), sino que es totalmente lo contario a lo que es el buen vínculo que tenemos acá”, consideró.
Más allá de ese aspecto, Hill enfatizó la trascendencia que alcanzó en distintas partes del mundo el modelo uruguayo en las políticas de sustentabilidad y cuidado de los recursos naturales, como el suelo y el agua, pensando en una agricultura enfocada en el mediano y largo plazo, “Hay interés de otros países también, incluso de Europa”, contó. Y dijo que “el nivel de cumplimiento y el compromiso asumido por los productores son uno de los focos de atención de instituciones del exterior”.
Con Agronomía
El primer intercambio y contacto con técnicos y productores de Argentina fue en los primeros días de junio durante la Agroactiva, exposición realizada en Rosario, donde los expertos de la Renare, de la Facultad de Agronomía y de la Asociación de Ingenieros Agrónomos participaron de una conferencia sobre el tema en cuestión. Luego hubo reuniones con parlamentarios y funcionarios del Ministerio de Agricultura argentinos. El decano de esa casa de estudios, Fernando García Préchac, quien en su momento trabajó en la adaptación del modelo estadounidense de medición de la pérdida de suelos en los campos, impartió un curso en esa ciudad argentina sobre el tema “La planificación del uso y manejo de los suelos: mitigación de la erosión y contaminación de aguas superficiales” . García, Hill, y otros agrónomos uruguayos hablaron de la experiencia del modelo aplicado por el MGAP con los técnicos que trabajan en la elaboración de un anteproyecto de ley de suelos en Argentina.
