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Lo ocurrido el domingo 8 en Brasilia no tardó en ser condenado por todo el espectro político uruguayo. Sin demasiados matices, el presidente Luis Lacalle Pou, la Cancillería, el Frente Amplio y el líder cabildante Guido Manini Ríos, entre otros, repudiaron los hechos y ratificaron la importancia del respeto a la institucionalidad en el país vecino.
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El tema fue capital para la oposición, que lo llevó al Parlamento, a través de la convocatoria de una sesión extraordinaria de la Comisión Permanente. En ese ámbito, una simple negociación permitió arribar a una declaración común. El Frente Amplio accedió a eliminar un párrafo en el que mencionaba directamente al ahora expresidente brasileño Jair Bolsonaro, y el oficialismo incluyó a otras “autocracias” de la región.
Dos años antes, el 6 de enero de 2021, el Capitolio de Estados Unidos era invadido, en una situación prácticamente calcada, por una horda de seguidores del expresidente Donald Trump, quien ha tenido una relación muy cercana con Bolsonaro mientras ambos coincidieron en sus mandatos. Y en el Frente Amplio también encuentran muchos puntos en común entre ambos mandatarios. Ambos, señalan, han llegado al poder y luego consolidado sus liderazgos desde en base a “discursos de odio”, cimentados por campañas de desinformación y noticias falsas.
El presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, dijo a Búsqueda que en la fuerza política hubo “conformidad” con la rápida expresión de la Cancillería uruguaya y que no ve en Uruguay “ningún vestigio importante de construir mayorías con lógicas antidemocráticas o antiinstitucionales, aún en los casos con posturas más complejas”, que favorezcan a construir un “polo partidario que quiera ignorar resultados electorales”.
En una misma línea, la coordinadora de la bancada de senadores del Frente Amplio, Liliám Kechichián, cree que el escenario de Uruguay es distinto, con “partidos políticos fuertes, con historia y tradición”.
En tanto, el diputado y secretario general del Partido Socialista, Gonzalo Civila, dice que no encuentra en Uruguay “condiciones equiparables a las de Brasil hoy”, aunque ningún país está “vacunado” ante tales fenómenos.
Por su parte, la diputada del Movimiento de Particiación Popular Bettiana Díaz, que participó activamente de la discusión de la declaración votada en la Comisión Permanente, cree que a diferencia de Brasil, en Uruguay existe otra “confianza” en las instituciones y que deberían “pasar muchas cosas antes” para llegar a esa situación.
Graciela Bianchi en la Cámara de Senadores del Palacio Legislativo. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS
Erosión
Pero en el Frente Amplio preocupan algunas actitudes que, a juicio de Pereira, si bien no atacan directamente a la democracia como tal, sí lo hacen a los actores que componen el sistema democrático, y eso termina erosionando la convivencia.
“Si se critica todo el tiempo a la Fiscalía, generando dudas, o se busca deteriorar permanentemente la imagen de los sindicatos, la Universidad de la República u de otros actores sociales, se termina dañando organizaciones que son el sustento democrático”, dijo el exsindicalista. Sostuvo que “no se trata solo de expresarse a favor de la democracia, sino que la democracia sea un rector de nuestro accionar diario”.
Díaz, en línea con Pereira, cree que en la izquierda hay “cierto consenso” de que actualmente hay prácticas “que no están buenas porque lastiman la confianza en las instituciones”.
Kechichián sostiene que hay quienes trabajan para generar “un clima” que “no es el mejor para el desarrollo de la vida política”, y considera que existen “discursos de odio basados en general en noticias falsas”, lo que es “muy preocupante”. A su juicio, el “sistema político” tendría que tener una “reacción” a estos hechos que debería ser “mucho más fuerte del que viene teniendo”.
En el Frente Amplio el grueso de los dardos apuntan principalmente a la senadora nacionalista Graciela Bianchi, a quien acusan de difundir adrede noticias falsas y desinformación. La legisladora fue parte de las negociaciones en la Comisión Permanente que derivaron en la aprobación de la declaración común.
Así, los frenteamplistas ponen de ejemplo cuando la senadora compartió en junio una foto falsa del presidente colombiano Gustavo Petro con el fallecido narcotraficante Pablo Escobar. El martes 10, a su vez, Bianchi compartió en la red social Twitter una foto de la comunicadora y activista Denisse Legrand. “Lula debería convocar tropas chavistas para reprimir a los bolsonaristas. Los militares brasileños son unos inútiles”, decía un texto que acompañaba la imagen. Cuando Legrand le respondió desmintiendo haber dicho eso, le espetó que era “grave” que una senadora replicara “fakes”. Bianchi respondió que se había limitado a compartir “afirmaciones graves”, pero que no había señalado que las haya pronunciado ella. “De no ser así lo aclara. Punto. Es simple, muy simple”.
Civila, en línea con sus colegas frenteamplistas, cree que en Uruguay efectivamente hay un “avance”, tanto en el discurso como en acciones, de “acciones” inspiradas en la “matriz” que se visualizó el pasado domingo 6 de enero en Brasilia. “Estos fenómenos son planificados y se construyen sobre una base social. Es un proceso sostenido de generación, de ciertos discursos y prácticas políticas que hacen que haya gente disponible y dispuesta de este tipo de acciones”.
Según sostuvo, este tipo de fenómenos, no han calado tanto en el país, pero dan una gravitación especial a que la política es “una mala cosa”. A su juicio, cabe una “autocrítica” en Latinoamérica, en la medida de que se generaron espacios para este tipo de discursos tras un ciclo de gobiernos progresistas.