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“Los felicito por el trabajo y por la audacia”, le dijo el científico español Antonio Quesada al grupo de uruguayos que presentó los resultados del Informe 2015 de Monitoreo Ambiental de la Base Científica Antártica Artigas (BCAA) en la XXVI Reunión de Administradores de Programas Antárticos Latinoamericanos (Rapal) en Montevideo, a fines de 2015.
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El trabajo no deja a Uruguay bien parado en cuanto a la gestión ambiental de la BCAA pero lo posiciona como ejemplo para los latinaomericanos por su proceso de transparencia y análisis científico en colaboración con la academia. De hecho Rapal acordó recomendar a sus bases antárticas seguir la metodología uruguaya de ahora en más. En el monitoreo participaron la Dirección de Coordinación Científica del Instituto Antártico Uruguayo (IAU) e investigadores de la Facultad de Ciencias, del Latu, de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos y de UTE.
El impacto que producen las actividades humanas en el continente helado preocupa a nivel internacional. El IAU debe realizar un informe ambiental como parte de las exigencias del Tratado Antártico que firmó. A partir de diciembre de 2014 este trabajo se comenzó a hacer con un perfil científico riguroso.
Impacto.
“En términos generales la BCAA mantiene un impacto ambiental mínimo o transitorio la mayor parte del año”, concluye el análisis al que accedió Búsqueda. Entre diciembre y abril acuden muchas personas y es en este período que se rebasan las cloacas y se generan los mayores impactos ambientales. Durante cuatro períodos de entre siete y diez días la base estuvo habitada “por encima de los valores recomendables”: superó las 45 personas.
El promedio de consumo de agua en período de campaña (entre diciembre y abril de 2015) fue de 134,8 litros por día por persona, mientras que las ocho personas de la dotación que permanecen durante el año allí consumen un promedio de 235 litros.
Los efluentes encontrados en la BCAA son principalmente domésticos, vienen de los baños. Pasan por una fosa séptica, son tratados con enzimas biológicas, los lodos formados son depositados en tarrinas —una gestión que “se entiende adecuada”— y transportados a Uruguay. “Bajo determinadas situaciones se ha observado rebalses en las mencionadas cámaras sépticas ocasionando pérdidas hacia el terreno”, detalla el informe. “Existe también la generación de efluentes derivados del lavado de residuos” con “pequeños derrames de combustible que se producen y son lavados por el agua y arrastrados al subsuelo”. Se “constató en el depósito costero de residuos tarrinas con fisuras y pérdidas, por lo cual existe un lixiviado que es vertido directamente al terreno y a la costa”.
El estudio de esteroles fecales “revela la existencia de zonas en la BCAA contaminadas por efluentes: cañada contigua al comedor, cámaras sépticas de sala de radio, AINA (edificio de alojamiento y laboratorio decorado con la bandera uruguaya en su fachada), caverna y comedor”. Hubo “in situ pérdidas y escurrimiento de combustibles hacia el terreno que podrían ser evitados”.
El análisis del fósforo total mostró “puntos con valores elevados en el sedimento” en zonas de mayor flujo de personas en la base y en la cañada contigua al AINA. Los indicadores virales usados estaban presentes “en el agua superficial de las cañadas” contiguas al AINA frente a la cámara séptica y el comedor. Las “máximas concentraciones” de metales pesados (cobre, zinc, cromo y plomo) fueron encontradas cerca de las cámaras sépticas del AINA, áreas de servicios y de depósito de combustible. Los indicadores biológicos analizados muestran que los lagos en la zona de influencia de la BCAA, incluyendo el Lago Uruguay, no se encuentran alterados por actividades humanas.
Ideal.
El combustible que se utiliza para producir energía, calefaccionar y alumbrar la BCAA arriba en barco una vez al año. Llegará en unos días a la BCAA, pero los investigadores no estarán allí para registrar el impacto de las maniobras de descarga. El informe propone “diseñar un muestreo de agua en puntos críticos durante la maniobra de descarga” que este año está en duda, según fuentes del IAU. Además, los lugares para que los investigadores viajen a la Antártida a realizar estas labores no se definieron.
“No hay una óptima utilización de la energía. Debería existir una correlación proporcional entre la cantidad de personas y el consumo de combustible” y no ocurre.