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    Bodegas afrontan mayor competencia y menor demanda de vinos; los empresarios cuestionan controles y multas

    Con la pérdida del 10 % de las empresas en siete años, el sector está más concentrado tanto en industrias como en productores

    Uruguay produjo 100 millones de kilos de uva de destacada calidad una vez finalizada la vendimia 2016. En los últimos siete años se han perdido casi un 10% de las bodegas, mientras que los vinos finos nacionales compiten actualmente en un contexto de sobreoferta y en iguales condiciones con las multinacionales, tanto dentro como fuera de fronteras.

    En términos de calidad, la vendimia 2016 fue “muy buena”, señaló a Campo, José Lez, presidente del Directorio del Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi), con un producto “excelente” y una cosecha que repite el éxito alcanzado en 2015, “cuestión bastante difícil que se dé en nuestro país”.

    Según Lez, el foco de Inavi está en atender actualmente con más énfasis la dinámica que existe en el mundo, “lo que nos permite tener una visión de integración y la necesidad de trabajar en función de ella”. La situación a escala internacional presenta determinada similitud con lo que acontece en el mercado interno, paralelismo que el enólogo entiende que es debido a que “los clásicos países demandantes caen en su consumo de vino, al igual que acontece con el mercado interno uruguayo”.

    Esta situación de descenso en el consumo per cápita mundial y nacional es de los mayores desafíos que presenta la institución. Si bien Lez destacó que la caída del consumo en el país no representa una situación superior a lo que acontece en España, por ejemplo, sí es una situación compleja que se pretende revertir. “Esta realidad afecta la rentabilidad y sustentabilidad de todo el sector, aspecto que debemos proteger y destacar como uno de los principales objetivos del trabajo institucional”, expresó.

    Sobre la mesa de trabajo del Inavi se están realizando algunas modificaciones. A modo de ejemplo, Lez aseguró que actualmente están intentando eliminar algunas restricciones, para lo cual vienen implementando un modelo donde se intenta integrar más producción externa a las bodegas. Según Lez, el modelo anterior tenía la particularidad de “concentrar” el mercado, mientras que ahora tienen la posibilidad de incorporar la producción de otros viticultores sin la aplicación de retenciones. Ya en los últimos dos años la retención “ha sido cero”, aseguró.

    Trazabilidad en el vino

    Desde el Inavi se viene apuntando a la “simplificación de algunos aspectos” dijo Lez, quien puso énfasis en “todo un trabajo electrónico que busca favorecer cuestiones de administración y georreferenciación”. Innovaciones tecnológicas que se ha desarrollado en estos años tendientes a mejorar la trazabilidad en el proceso del vino.

    Trazabilidad que tiene tres niveles de certificación, cuyo máximo objetivo es poder “ir al viñedo partiendo de un código en la etiqueta de la misma botella”. Esta realidad es posible gracias a que el viñedo uruguayo está totalmente georreferenciado. Para Lez, “eso permite al consumidor, simplemente mediante un Código QR impreso en la etiqueta de la botella, llegar hasta la parcela misma donde se produjo la uva”. Ya hay unas 15 bodegas que han adoptado el sistema. De esta manera, desde Inavi se apunta a “acompasar la demanda del mundo actual por información sobre cuestiones como la seguridad alimentaria y es una herramienta más que tiene disponible el sector uruguayo y sin costo alguno”, aseveró.

    El mercado

    Como ente regulador de todo lo referente a productos obtenidos de la uva, Lez señaló que “los monitoreos de Inavi otorgan una relación, en vinos finos, de algo más de seis botellas de vino nacional de cada 10 en plaza” y agregó que en términos generales los productos importados representan un 4 % del total. La preocupación —dijo— radica en que la participación de vinos finos locales no crece en esa categoría.

    No existe posibilidad de regulación en el volumen de ingreso para los vinos extranjeros, habiendo incluso acuerdos en la región que se deben respetar en términos de mercado. No obstante, “sí hay exigencias de cumplir ciertas regulaciones que son implementadas por igual, tanto para el mercado interno como el mercado externo, como la sigla VCP o la indicación de contenido de azúcar”, indicó el presidente de Inavi.

    Proponer la producción uruguaya en la escena internacional se ha transformado en una de las metas destacadas en el trabajo del sector en conjunto. Un desafío para nada sencillo donde el mercado internacional no ayuda. Para Lez, “la competencia de por sí es compleja cuando hablamos en un mundo donde el 40% del consumo es importado. Nuestro desafío es aumentar el número de botellas descorchadas en el mundo”.

    Con el fin de abrirse paso internacionalmente, “el apoyo a las bodegas que viajan al exterior es una cuestión implementada desde siempre para Inavi”, aseguró su presidente. Hoy “el apoyo fundamental es estar presentes en las grandes ferias, del mismo modo que apoyando con promoción externa en Estados Unidos y Brasil, que son los dos principales mercados que maneja hoy Uruguay”, dijo Lez. Además, hay un trabajo conjunto con consultores y propiamente con Cancillería, tendiente a generar distintas oportunidades para mostrar los productos en el mundo, aseguró.

    Pérdida de viticultores

    “Nuestro principal objetivo es tratar de mantener la mayor cantidad de productores en actividad”, dijo Lez a Campo. La producción de uva tiene un impacto social importante, por ello “la preocupación y la necesidad de generar estrategias es una constante sobre la que se viene trabajando, para lo cual se implementó un plan estratégico que se ha encarado desde el año pasado, apostando a una visión de largo plazo”, informó. Esta situación es un derivado de la coyuntura de mercado, en un contexto de descenso del consumo. Esta realidad ocasiona una fuerte “reubicación”, tanto en el sector productor como industrial. En los últimos siete años, alrededor de 15 bodegas ya no elaboran vinos, o lo hacen parcialmente. Actualmente son 194 bodegas que se encuentran industrializando uvas. A todo esto, reconoció que “finalmente es el consumidor quien decide y es allí donde también debemos focalizarnos viéndolo como un importante aspecto a trabajar, además del resto de la cadena”, señaló Lez.

    Panorama crítico para algunas bodegas

    Virgina Moreira, de Vinos Finos H. Stagnari, en dialogo con Campo, expresó que “las bodegas estamos pasando por un momento complicado. Más allá de los mercados internacionales deprimidos, tenemos una invasión muy importante de vinos importados en plaza, que compiten con bodegas muy chicas como la nuestra”. Actualmente en la plaza local se encuentran bodegas que solas producen cada una lo mismo que todo Uruguay en su conjunto. “Ellos pueden llegar a precios piso mucho más bajos que los nuestros, tienen otras opciones de marketing, de bonificación que le da el volumen que manejan”, señaló.

    Moreira reconoció que el Estado actualmente se encuentra “más comprometido” con el sector, “ahora ayuda a promocionar, en un principio la colaboración era nula”, aseguró. No obstante, reclamó la necesidad de acelerar la adecuación de la institucionalidad a los tiempos y prioridades actuales. “Inavi surgió orientado al contralor de calidad en tiempos cuando los bodegueros incurrían en prácticas que hoy día les costarían la clausura. Ahora son otros los desafíos y muchas veces parece que aún no se ha asumido ese cambio de época”, dijo Moreira.

    Mientras, “en este momento sale a la luz la situación sumamente crítica que afronta el sector con viñedos abandonados y bodegas cerradas. Con gente que no puede seguir porque desde el gobierno no le da una mano”; por otro lado, en plaza surgen competidores extranjeros que, además de manejar grandes volúmenes, “en su lugares de origen poseen subsidios mientras nosotros tenemos que pagar absolutamente todo, no tenemos ayuda de ningún tipo y debemos competir cara a cara con estas marcas que ya poseen un posicionamiento internacional importantísimo al ser multinacionales; la pelea es dura y debe ser con calidad porque con precio es imposible”.

    A todo esto, Moreira agregó que por semana se tienen al menos dos inspecciones rigurosas: “Queremos saber si esas bodegas extranjeras sufren esos controles, si presentan los mismos requerimientos de calidad que tenemos nosotros, si están sujetas a las multas que nos presentan a nosotros, eso hace a una competencia que no es de igual a igual también. Los vinos que vienen deben tener las mismas exigencias que los nuestros. Yo admito todos los controles y todas las leyes, pero pedimos que sean equitativos. Pedimos un criterio común”.

    “A pesar de que los uruguayos somos todos hijos de barco y que tuvimos algún abuelo que hacía vino como parte de una cultura, es un rubro considerado menor al que no se le brinda importancia ni se le protege. Yo no puedo arrancar los viñedos y plantar soja, más allá de un tema de tradiciones”, aseveró Moreira, quien además agregó que “a tal punto llegó la desidia, que era dificultoso encontrar vinos uruguayos en las embajadas de nuestro país por el mundo, ni siquiera Inac llevaba vinos nacionales en las presentaciones que se hacía del producto estrella del Uruguay en el mundo. Compraban vino chileno”, aseguró.

    Actualmente “sigue faltando el apoyo suficiente para generar exportación, para poder sacar la producción al mundo, para dejar de pelearnos en este mercado tan chico que bien puede exportar el 80% de la producción como se hace en Argentina y que genera así buenas divisas para el país”, dijo la empresaria. “El foco debe ponerse allí y es un trabajo que recién está comenzando, al punto de que recién Inavi suma la asociación de bodegueros exportadores al Directorio”, reafirmando que “falta ponerse a tiro con la realidad del bodeguero y la sustentabilidad del negocio que está dada por la exportación. Ya que no se puede volcar más producción a la plaza local, necesitamos que nos ayuden a exportarlo”.

    La inversión extranjera es bienvenida por los industriales y productores locales, “nosotros abrazamos la inversión extranjera en el sector, la creación y la apuesta de más industria nacional que se apreste a crear acciones para exportar y ayudar a la colocación de vino del resto de las bodegas nacionales”, dijo Moreira a Campo, en clara alusión a la reciente inauguración del complejo bodeguero Garzón, perteneciente al empresario argentino Alejandro Bulgheroni.

    Para incentivar el perfil exportador de las bodegas uruguayas, las veintiún vinícolas que representan prácticamente el 100% de las exportaciones de vino fino en botella del Uruguay, constituyeron Wines of Uruguay como asociación núcleo, con el propósito de promover la calidad e imagen del vino uruguayo en el mundo entero. Los bodegueros apostaron a la promoción.

    Una cuestión cultural

    Moreira advirtió del “poco nacionalismo que tiene el uruguayo y la falta de valor que se les da al trabajo y a la calidad que se maneja en el país”. Consumidor que, a criterio de Moreira, “sobrevalora productos importados desconociendo que en algunos casos carecen de la calidad que se les asigna; hay de todo, como en todos lados”.

    “Hay que aprender a apostar por la industria nacional sea del rubro que sea”, sentenció Moreira. “Es la apuesta que se hace al mismo país y pienso que se debería poner más énfasis en promover eso desde el mismo gobierno”. Demanda que “se impulse el consumo de lo que se produce por la familia uruguaya en el campo uruguayo, que vive y da trabajo a la gente del campo”.

    Los productores ya aportaron y “la vitivinicultura en el país ha sido uno de los rubros ejemplo de reconversión. Nada tienen que ver las actuales bodegas con las bodegas de nuestros padres o nuestros abuelos; ahora la bodega se transformó en un lugar también turístico cuando antes era impensable. Hemos cambiado la mentalidad para la elaboración de los vinos, se ha profesionalizado, se ha logrado conseguir calidad, hemos ido al exterior y la estamos peleando por defender nuestro medio de vida desde siempre”, aseguró Moreira.

    Añadió:“Vamos a seguir en ese camino, mostrando lo que producimos tanto dentro como fuera del país, corriendo con los costos y perdiendo dinero en la mayoría de los casos”.