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    Cancillería pidió información a Argentina sobre nueva planta nuclear con tecnología china a 75 kilómetros de Nueva Palmira

    Dirigentes de todos los partidos expresaron su preocupación por la instalación de esta central más potente; en Uruguay hay cuatro instalaciones de monitoreo que aún no funcionan

    El ministro de Relaciones Exteriores, Francisco Bustillo, envió una nota a su par argentino, Santiago Cafiero, en la que le solicitó información sobre la nueva planta nuclear que trabajará con uranio enriquecido y se levantará en suelo argentino, a unos 75 kilómetros (Km) de Nueva Palmira, 80 Km de Carmelo y 133 Km de Colonia del Sacramento. La misiva fue enviada el 18 de febrero, 17 días después de que los gobiernos de Argentina y China firmasen un contrato para la construcción de Atucha III y tres días después de un encuentro entre ambos cancilleres. Hasta ahora no hubo respuesta, confirmaron a Búsqueda desde la cartera.

    Argentina y Uruguay son partes contratantes de la Convención sobre Seguridad Nuclear de 1994. La nota invoca al artículo 17, referido al “emplazamiento”, cuyo inciso IV establece que cada miembro deberá consultar a otros “que se hallen en las cercanías de una instalación nuclear proyectada, siempre que sea probable que resulten afectadas por dicha instalación”, y “proporcionar la información necesaria a esas partes contratantes, a fin de que puedan evaluar y formarse su propio juicio sobre las probables consecuencias de la instalación nuclear para la seguridad en su propio territorio”.

    Según informaron desde Cancillería, este es el “procedimiento habitual” en estos casos, más que una manifestación de preocupación.

    El portal del gobierno argentino anunció el 1º de febrero que Atucha III, la cuarta central nuclear que funcionará en ese país y la primera en construirse desde 1981, cinco años antes del accidente en la planta ucraniana de Chernobyl, tendrá un costo de US$ 8.300 millones y empleará a 7.000 trabajadores. La firma del contrato fue celebrada como un “hecho histórico” y el inicio de las obras está previsto para fines de este año. Estará ubicada en la localidad de Lima, una ciudad de 10.000 habitantes localizada en la provincia de Buenos Aires, ahí donde ya funcionan las centrales nucleares de Atucha I y II. La otra planta argentina está en Embalse, en Córdoba.

    La diferencia de Atucha III con las ya existentes, además de que se prevé generar mucha más potencia que las otras (1.200 MW), es que en vez de usar uranio natural como combustible y agua pesada como refrigerante apelará al uranio enriquecido y al agua liviana, utilizando el reactor chino Hualong. En una nota publicada en La Nación el 5 de febrero, se indica que este es “el debut de China como exportador de este tipo de central”. La oposición argentina no recibió con buenos ojos la noticia del acuerdo con China: el subsecretario de Energía Nuclear durante el gobierno de Mauricio Macri, Julián Gadano, lo calificó en Clarín el 6 de febrero como “flojo de papeles”.

    Ya en 2020, cuando el acuerdo y la tecnología china comenzaban a producir algunos reparos en ese país, la diputada colorada por Colonia Nibia Reisch elevó una serie de pedidos de informes a los ministerios de Salud Pública, Relaciones Exteriores, Vivienda e Industria. “Desde hace mucho nos preocupa esta situación y queremos saber cuál es el seguimiento que se hace desde nuestro país, qué controles se hacen en suelo uruguayo, qué monitoreos se hacen”, expresó la legisladora a Búsqueda.

    Las cercanas plantas nucleares son una preocupación en todo el arco político. El diputado frenteamplista por Colonia Nicolás Viera sostiene que su comunidad “siempre ha estado inquieta por este tema” y se pregunta si las autoridades nacionales “tienen real dimensión sobre lo que puede pasar”, ya que “no existe ningún plan de contingencia” ante eventuales pérdidas o fugas. El nacionalista Ricardo Planchón, vicepresidente de la delegación uruguaya en la Comisión Administradora del Río de la Plata (CARP), manifestó que la población del departamento “está expectante ante la noticia”, que posiblemente el tema se plantee en la próxima reunión de la CARP, pero que confía en el manejo “de los muy buenos ministros” con que cuenta el país.

    Controles que faltan.

    Tanto el exdirector de Energía durante administraciones del Frente Amplio, Ramón Méndez, como el actual director de la Autoridad Reguladora Nacional en Radioprotección, Gabriel González, coincidieron en que la nueva tecnología de Atucha III no tiene por qué ser más riesgosa que las ya existentes.

    Méndez puntualiza que, “aunque siempre exista un riesgo potencial”, una central nuclear “no es una bomba” y que es una industria “tan controlada como la aeronáutica”. González señaló que Uruguay no ha tomado ningún recaudo especial, aunque “ambos países están suscritos a varios convenios internacionales que obligan al intercambio de información”.

    El supervisor del Laboratorio de Tecnogestión del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), Aníbal Abreu, dijo a Búsqueda que el país recientemente adquirió cuatro instalaciones de monitoreo aéreo automático por 450.000 euros que podrían detectar de forma instantánea volúmenes inusuales de radiación en el aire. Estas tienen un aval del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). Sin embargo, estos equipos —que estarán en Montevideo, Colonia del Sacramento, Aceguá y Tacuarembó— aún no están en funcionamiento, ya que la empresa proveedora, delegada de la OIEA, no terminó la puesta a punto. Se prevé que comiencen a funcionar a lo largo de este año.

    En todo el mundo hay unas 440 centrales nucleares. La primera de ellas comenzó a funcionar en 1954, en la entonces Unión Soviética. Más allá de la fama de episodios como el de Chernobyl en 1986 y Fukushima (Japón) en 2011, la evolución de los controles las ha hecho cada vez más seguras, según coinciden científicos consultados para esta nota. Claro que no están a salvo de accidentes que puedan afectar aguas, suelos aptos para cultivos —como los del litoral uruguayo— o vidas humanas, agravados o atenuados por distintas condiciones climáticas. Por caso, el accidente de Chernobyl se detectó inicialmente en Suecia, a más de 1.000 kilómetros, cuando se reportaron partículas radiactivas en trabajadores de una planta local; en Kiev, a unos 100 kilómetros, no hubo mayores consecuencias.

    “En Colonia estamos en el mismo escenario que en Buenos Aires (a 94 kilómetros de Lima). No es buena cosa especular con accidentes. Además, Argentina tiene varias décadas de centrales nucleares funcionando”, precisó González. Atucha I comenzó a construirse en 1968 y fue la primera de su tipo en América Latina. Un dirigente político, consultado para esta nota, también relativizó los riesgos pero desde otro ángulo: “Muchas veces pasa que Argentina anuncia obras y luego no pasan”.