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    Centros de primera infancia están aplicando una “innovación” que resultó exitosa: ayudar a padres mediante mensajes de texto

    Un programa sobre “crianza positiva”, impulsado por economistas y psicólogos, tuvo efectos “más fuertes” entre progenitores que habían sufrido shocks negativos como violencia

    “El cerebro de los niños es como una esponja, ellos absorben todo: los sonidos, el tono de las voces, el lenguaje que escuchan. Cuantas más palabras escuche tu (hijo o hija) en esta etapa, más desarrollará su lenguaje. Por eso es muy importante que tú le hables a (nombre del niño o niña), esto va a tener un gran impacto en su capacidad de aprender”. Este mensaje fue uno de los que les llegó un lunes al teléfono celular a 380 padres y cuidadores de niños de hasta dos años que acudían a 41 centros gratuitos de primera infancia CAIF en todo Uruguay. Los mensajes circularon durante seis meses, tres veces por semana. El segundo llegaba los martes. “Habla con tu (hijo o hija) mientras lo estás bañando o cambiando sus pañales. Míralo a los ojos cuando le hablas. Cuando (nombre del niño o la niña) trata de responder, no lo interrumpas y no te distraigas. (nombre del niño o la niña) necesita saber que tú estás escuchando”.

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    El tercero, el de los viernes, era para reflexionar. “No hay nadie que quiera tanto a (nombre del niño o niña) como tú. Piensa en uno o dos momentos de los últimos días en los que has sentido que has contribuido con su bienestar. Confía en ti y continúa buscando más momentos como estos durante la semana”.

    No son simples mensajes de texto, todo fue calculado, programado, tiene un orden y un motivo. Pertenecen a un proyecto de investigación realizado por un equipo de economistas y psicólogos y ejecutado junto con educadores de primera infancia que ya se está aplicando en 35 centros CAIF en todo Uruguay.

    La tarea comenzó hace unos cuatro años en la Universidad de Montevideo, que tiene una línea de trabajo sobre educación y desarrollo. Influenciados por la literatura del premio Nobel James Heckman, que mostró que es más eficiente invertir en los primeros años de vida por la importancia que esta etapa tiene en el desarrollo de un individuo, comenzaron a explorar alternativas.

    Si bien el debate sobre la educación en Uruguay se centra en gran medida en la etapa liceal, “la secundaria es la gota que derrama el vaso”, planteó la doctora en economía Ana Balsa, profesora investigadora del Departamento de Economía de la Universidad de Montevideo, integrante del grupo de trabajo. A los 36 meses y 48 meses de vida las disparidades se ven y “buena parte de las brechas que se generan ahí, después es difícil cerrarlas”, aunque no imposible.

    Los académicos estudiaron experiencias internacionales en primera infancia y trabajaron en el diseño del programa con Esteban Gómez, de la Fundación América por la Infancia, de Chile. El equipo uruguayo sumó una “innovación” local, contó Balsa. Se trata del uso de mensajes de texto, vía SMS y WhastApp para comunicarse con los padres, motivarlos y aportarles consejos y aliento tras una etapa de talleres

    El objetivo último del proyecto es contribuir a reducir la brecha socioeconómica en el desarrollo de capacidades en la primera infancia a través de un fortalecimiento de las competencias parentales. En la investigación sobre crianza positiva también participaron los economistas de la Universidad de Montevideo Juanita Bloomfield, Alejandro Cid y Eugenia Donegana, la psicóloga María del Luján González de la Universidad Católica del Uruguay y la psicóloga Rosario Valdés de la Fundación Fe y Alegría.

    Este trabajo se hizo con fondos de Reaching U, que apoya iniciativas de educación y la investigación se realizó entre 2017 y 2018. En 2019 se está aplicando en 19 CAIF que habían participado en el estudio y otros 16 nuevos y han capacitado ya a más de 300 educadores. La investigación sobre “crianza positiva” fue presentada ayer miércoles en las Jornadas Anuales de Economía del Banco Central del Uruguay.

    “Estamos ante un cambio de paradigma importante en cuanto a pautas de crianza. Quizás nuestros padres tengan un concepto de crianza distinto, más autoritario, más vertical. Hoy en día las pautas de crianza han cambiado” y a esto se suma el mayor ingreso de mujeres al mercado de trabajo y un cambio en la forma en que se organizan las familias, planteó Balsa. Esto hace que muchas veces los padres puedan sentir que tienen “deficiencias al momento de saber cómo educar, y nosotros sentimos que este aporte de fortalecer las competencias parentales es algo necesario y útil no solo para la población de menores ingresos, también para los de mayores ingresos”, agregó, e informó que el equipo prevé ampliar los centros en los que se realiza este abordaje, sumar jardines de infantes del sector privado y comenzar a trabajar en adaptarlo también para padres de niños de más edad. Llegar a cada casa con visitas es costoso, y los mensajes son una oportunidad interesante para comunicarse directamente con los padres o cuidadores del niño.

    Tres niveles

    “Definimos una intervención en tres niveles y las familias reciben la intensidad de tratamiento que necesitan, las familias vulnerables reciben más”, dijo a Búsqueda la economista Juanita Bloomfield, profesora investigadora del Departamento de Economía de la Universidad de Montevideo que se encuentra terminando su doctorado sobre este tema en la Universidad de Amsterdam.

    La primera etapa es con los padres en talleres de ocho semanas de duración en encuentros semanales en el espacio Experiencias Oportunas en los CAIF. La segunda consiste en el envío de los mensajes de texto durante seis meses con un criterio específico. Los lunes los mensajes recordaban la importancia de una competencia de parentalidad, los martes sugerían una actividad concreta y fácil y los viernes eran reflexivos sobre la semana y a veces con preguntas retóricas con una frase motivadora final. “Todos los padres nos equivocamos, tienes dentro fortalezas y estas tu hijo las aprecia un montón”, dijo Balsa a modo de ejemplo.

    Luego se seleccionan algunas familias que necesitan un mayor apoyo para realizar cinco visitas a domicilio a cargo del equipo de CAIF con actividades pautadas.

    El programa aborda “cuatro parentalidades” fundamentales. La primera es la protectora, referida a la importancia de la seguridad en el hogar y de tener rutinas. “Un niño en un ambiente seguro se siente con la libertad de salir a explorar el mundo, si se siente inseguro se encierra. Un ambiente en donde sienta que los parámetros los pueda anticipar es parte del andamio necesario para generar aprendizaje. La no violencia también es parte”, dijo Balsa.

    La parentalidad reflexiva, la segunda, es la relacionada con el cuidador. “Es importante que el cuidador reflexione acerca de su forma de criar a los hijos y cómo lo criaron a él” para sacar “lo positivo”, comentó Bloomfield.

    La parentalidad afectiva y vincular, tercera, está relacionada con el cariño que se le da al niño para que se sienta escuchado y respondido. Alguno de los consejos en este punto es saludar con un buen día y responder de forma positiva al niño cuando se despierta, contó Bloomfield. “Los buenos tratos son fundamentales para reducir el estrés tóxico”, sumó Balsa.

    Las formativas o didácticas, cuartas, están vinculadas a lo cognitiva, a estimular el desarrollo del niño. Un grupo de los mensajes que reciben los padres en su celular son sobre este punto. Jugar con el niño o niña a juegos de encastre, leerles cuentos y hablarles mucho son algunas de las recomendaciones. “Los hogares pobres dicen muchas menos palabras que en hogares de nivel socioeconómico más alto, esa brecha genera problemas para comunicarse que después es muy difícil de revertir”, planteó Balsa. También estimulan el “juego libre” o con objetos cotidianos, como “maderitas de la casa, alguna herramienta, no tiene que ser un juguete sofisticado”, agregó.

    “Bajamos los preceptos de economía del comportamiento a lo que es parentalidad y tratamos de identificar cuáles son las barreras que podrían frenar una buena parentalidad. Ahí detectamos algunas importantes”, contó Balsa. El estrés de los padres, que lleguen cansados a la casa y la fatiga cognitiva (que lleva a sentirse abrumado) juegan en contra. Además, los padres que han sufrido violencia en su infancia sienten estrés porque se sienten llamados a no repetir lo vivido con sus propios hijos y en ocasiones inseguros en poder lograrlo. Por eso algunos necesitan más apoyo que otros.

    Pagarían por esto

    “Veíamos en la literatura que programas de muy corto plazo después decaen, por eso queríamos hacer algo que se mantuviera en el recuerdo y ejercite lo aprendido”, contó Balsa. De las 530 familias de 41 CAIF eligieron a 237 para recibir los mensajes y los otros funcionaron como grupo control.

    El resultado ha sido exitoso, coincidieron las economistas consultadas. “Muchos padres nos decían: ‘Yo llegaba a casa cansado y no tenía ganas de hacer nada, pero me llegaba el mensaje con esa sugerencia y me facilitaba’. Le damos el empujoncito necesario para que lo haga”, contó Bloomfield. Los padres que reciben mensajes tienen una mayor frecuencia de involucramiento en actividades didácticas.

    Además, los efectos “más fuertes” fueron sobre los padres que habían sufrido shocks negativos como la enfermedad de un familiar o violencia, contó Balsa.

    Evaluaron el involucramiento y vieron que quienes recibieron los mensajes aumentaban el tiempo de lectura con sus hijos y de realizar juegos como los de encastre o armar torres, entre otros. Además, los padres aumentaron la capacidad de reflexionar sobre su parentalidad y los que recibieron los mensajes incluso se mostraron más predispuestos a buscar apoyo social.

    Solo uno de los 380 contactos de las 237 familias que recibieron los mensajes dijo que no quería recibirlos más y de hecho al final, al ser consultados, quienes respondieron a la evaluación dijeron que incluso llegado el caso pagarían para recibir los mensajes. El planteo de pagar fue para evaluar si realmente los padres y cuidadores “valoraban” esta forma de comunicación, dijo Bloomfield. Además, el plazo y la cantidad de mensajes no les resultaron tediosos.

    En general el programa con mensajes generaba “un efecto de entre 0,25 y 0,30 desvíos estándar en la mayoría de las variables en las que se ve efecto positivo”, concluyó Balsa. “Es un impacto mediano pero razonable para una intervención corta y el costo es muy bajo”, destacó.

    Hay abordajes presenciales intensivos que logran un mayor impacto, pero también tienen un altísimo costo y sería impracticable generalizar modelos así. La propuesta de los mensajes tiene un costo de 10 dólares por familia, es algo razonable que permite pensar en seguir expandiendo la propuesta en el país.

    Una dificultad que encontraron fue poder seguir a las familias los seis meses porque las personas de bajos recursos suelen cambiar de número de teléfono celular. Esto llevó a la necesidad de revisar los contactos al menos dos veces durante esta etapa para reconectarse.

    El abordaje presencial se hizo solo en 10 familias por un tema de fondos, pero si bien fueron pocos casos los resultados fueron muy positivos. A lo largo de las cinco visitas los padres cambiaban su actitud y hasta se vestían y preparaban para esta instancia demostrando valorarla.